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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Las libretas de ahorro de los emigrantes

En los últimos años del régimen anterior se afirmaba que las ubres que alimentaban la economía española eran las remesas de los emigrantes y las divisas que proporcionaba el turismo. Los españoles que estábamos fuera del país, por razones políticas o económicas, éramos objeto de constantes incitaciones procedentes de bancos, cajas de ahorro y hasta constructoras inmobiliarias para que repatriásemos los ahorros, fruto de nuestro trabajo. Para facilitar las transacciones se habían establecido unas libretas de ahorro de emigrantes que producían un interés neto del 10% y que eran fáciles de empleo, evitando que el emigrante tuviese que meterse en operaciones financieras de más rendimiento, pero más complicadas.Luego hubo restricciones para el empleo de las citadas libretas, y hace poco se ha dispuesto que sean canceladas cuando se lleva más de un año residiendo en España. Es chocante esta restricción cuando los bancos extranjeros, ejerciendo en nuestro país, pueden abrir cuentas en -divisas extranjeras a los españoles que tienen medios económicos para hacerlo.

A mi entender, la limitación que impone la autoridad económica es un error profundo que perjudica a los trabajadores emigrantes, y más particularmente a los que estamos jubilados, que percibimos una pensión procedente de un país extranjero. Sin afán de protagonismo y con el sólo objeto de dar un ejemplo ilustrativo, voy a citar mi propio ejemplo. Desde 1923 a 1936 fui en España trabajador por cuenta ajena. Las empresas para las que trabajé se olvidaron de pagar su cuota al retiro obrero. A pesar de tener certificados probatorios de mi actividad laboral, el Ministerio tutor de la Seguridad Social se niega a reconocer mi derecho a una pensión de jubilación; así, puedo decir que no le cuesto un céntimo al Estado español.

Desde fines de 1939 hasta 1975, en que me jubílé, fui trabajador asalariado en Francia, percibiendo una pensión proporciona a los años trabajados. El importe de la citada pensión es transferido por un banco a una libreta de ahorro de emigrante, convertido en pesetas. Ya es sabido que la pensión de jubilación es vitalicia, que se reduce a la mitad cuando el titular fallece y si el cónyuge está en vida. Es evidente que el pensionista procura no, gastar la totalidad de su pensión, por pequeña que sea, dejando algo en la libreta de ahorro; que se convierte en capital móvil, productor de intereses, aunque sea temporalmente. Esto puede ser interesante cuando se percibe un 10% de interés con una libreta de emigrante, pero deja de serlo con una cuenta de ahorro a la vista, productora de dos y pico por ciento, así tres veces menos de lo que produce una libreta de este tipo en Francia, que rinde el 6,5%.

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Sin la libreta de ahorro de emígrante, el Estado suprime uno de los incentivos para la repatriación de los haberes percibidos en el extránjero, sea como trabajador activo, o pasivo en el caso de los jubilados. Los supertécnicos de nuestra economía, que se han acostumbrado a hablar de millones y billones de dólares, estarían bien inspirados si pensasen que hay gente en nuestro país que aún cuenta en pesetas, y en no muchas pesetas. En todo caso, la supresión de las libretas de ahorro de emigrante me parece una decisión francamente negativa-

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