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El presidente brasileño no tendrá que ser operado en los dos próximos meses

El presidente brasileño, general Joáo Figueiredo, no deberá ser operado en los próximos meses y, por tanto, seguirá en su cargo. En vísperas de la elección del primer presidente democrático en 20 años, los brasileños se llevaron un buen susto con el actual mandatario, el general Joáo Figueiredo, último de una dinastía militar que desde el golpe de 1964 proporcionó cinco generales presidentes al país. En la noche del miércoles, el general Figueiredo fue trasladado urgentemente de Brasilia a Río de Janeiro para estudiar la necesidad de operarle de una hernia de disco en la columna vertebral.Sería una operación sin mayores problemas a no ser por algunos detalles. El general Figueiredo sufrió el año pasado una delicada intervención quirúrgica en Estados Unidos, para la implantación de dos "puentes de safena en el corazón". En esas condiciones, la anestesia general requerida por la operación en la columna vertebral podría significar para él riesgos mayores que para un paciente común.

Además, la recuperación exigida por una intervención de esas características le mantendría alejado de su puesto en un período muy delicado para la historia del país: la transición entre un régimen militar y un Gobierno civil. Por otra parte, todavía existía la delicada circunstancia de que la presidencia fuera ocupada interinamente por el vicepresidente, Aureliano Chaves, que hoy día milita en un nuevo partido -Frente Liberal- de abierta oposición al Gobierno.

La noticia de que la operación no es necesaria por ahora y que el general Figueiredo podrá esperar hasta marzo, cuando asuma el poder el sucesor, ha traído de nuevo la tranquilidad al país.

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La actual crisis de salud no es la primera que aqueja al general Figueiredo desde que asumió el poder, en marzo de 1979. A lo largo de esos años, sufrió una cirujía correctiva en los párpados, un infarto, una operación de corazón y una neuritis en la pierna izquierda, además de una dolencia crónica en la columna.

La última crisis surgió hace tres meses, pero en lugar de recurrir a la medicina convencional, el general siguió el consejo de algunos amigos y fue a tratarse con un exótico fisioterapeuta japonés, Haruo Nishimura. Fueron largas series de ejercicios, y en vísperas de Navidad el presidente fue autorizado a practicar otra vez su deporte preferido, la equitación. Sobre Corisco, un caballo que le regaló el exdictador argentino Jorge Rafael Videla, el general Figueiredo dio elegantes saltos en la residencia oficial. Eso bastó para que la crisis volviera.

Aquejado por violentos dolores, el general aguantó mientras pudo, hasta que en la noche del miércoles no pudo más y pidió socorro. Las perspectivas de que los saltos del general a caballo hiciesen tropezar el proceso de redemocratización del país fueron causantes de gran tensión. Pero, al fin y al cabo, el presidente, pese a todos los dolores, podrá seguir sentado en el sillón presidencial hasta el 15 de marzo.

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