Demasiado viejo
Empieza a estar lejana la época en que el cine de humor no se bastaba con unos cuantos chistes dispersos. La comedia, el vodevil, la astracanada o cualquier otro género que se base en la caricatura exigía una intención más densa para tener interés, una inspiración que diera algún paso adelante respecto a la verborrea de cualquier amigo borracho y gracioso que nos da la noche. Pero La Biblia en pasta ni siquiera tiene la chispa del alcohol. Es un mamotreto uniforme en el que cabe todo gratuitamente, sin intención: el chiste banal por el chiste.Parecía lógico que: el proyec- to de Summers al emular a Mel Brooks o a los Monty Phyton fuera el de superarlos. Si ellos habían caído en la tentación de aceptar cualquier ideílla, de dar por válido cuanto aisladamente encerraba alguna sorpresa, Summers no ha ampliado tal comicidad, y ha realizado, en consecuencia, una película deshilvanada y sin sentido. Que Noé sea un viejo vestido de marinerito, que Abel sea afeminado y Caín un delincuente común, que la torre de Babel se venda por pisos o que sirva de punto de reunión a políticos que el público reconoce con facilidad, que la paloma del arca sea el elefante Dumbo, que Adán sea un cheroque que no sabe hablar, que los hijos de Noé sean tan tontos como para querer conservar los animales de goma y que el propio Summers se ría de sus actores desvelando ante el público su torpeza (afición heredada de la serie To er mundo..., en la que cualquier ciudadano sorprendido podía alimentar lo grotesco de esos pretendidos filmes) no es algo capaz de contener suficiente capacidad para el regocijo, al menos en lo que a este crítíco respecta.
La Biblia en pasta
Guión y dirección: Manuel Summers. Intérpretes: Celedón Parra, Annet Meils, José Rivera, Emilio Fornet. Española, 1984. Comedia. Local de estreno: Avenida. Madrid.
Manuel Summers comenzó su carrera con indudable impronta personal. Del rosa al amarillo, La niña de luto o Juguetes rotos fueron películas que marcaron cierta excepción en el panorama del cine español de los sesenta. Que no convocaran espectadores suficientes para transformarlos en éxitos debió desanimar al joven autor. Pero el camino de lo fácil difícilmente recuperará para Summers cuanto de sutil e inteligente ofreció en aquellas primeras películas, y aun en otras posteriores de menor repercusión en la crítica pero de valores similares. El camino emprendido en To er mundo e güeno es la negación de un autor valioso: sólo el camino de lo trillado encuentra eco en los ingenuos.
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