Una campaña de acoso
La campaña de prensa iniciada contra la Unesco, a raíz de propugnar esta organización un nuevo orden mundial de la información que paliara las consecuencias del control mundial de las noticias que ejerce un reducido grupo de poderosas agencias, está reverdeciendo ahora con motivo del anuncio de la retirada de Estados Unidos y del Reino Unido de aquel organismo, de cuya fundación fueron protagonistas principales.El artículo publicado por Ramón Nieto en EL PAIS del 3 de diciembre bajo el título Unesco, la desbandada viene a sumarse al coro de los ataques promovidos especialmente por algunos periódicos norteamericanos y determinadas agencias de prensa.
Dos cuestiones principales trata Ramón Nieto: su peculiar visión de la Unesco y su opinión acerca de la personalidad del director general de ese organismo, señor M'Bow. Veámoslas por separado.
La Unesco, según el articulista, se ha convertido en "un guirigay de 161 países" que "reproduce la confusión de Babel". "Es un tinglado", dice, "cada vez más difícil de controlar", que se caracteriza por "entender el mundo en dos grandes bloques de buenos y malos; los buenos son los países del Tercer Mundo, y los malos, los países occidentales". No hay una sola referencia en el artículo a la obra que realiza la Unesco, pero señala que "la complejidad burocrática ha conducido a una dificultad casi insalvable de calibrar la eficacia de sus programas y de evaluar los resultados de sus acciones. Los países que pagan fuertes contribuciones quieren saber qué se hace con su dinero, a dónde va a parar, para qué sirve".
El poder de los hechos
La conclusión a que podría llegar el lector que aceptase como fundados o veraces tales juicios sería probablemente la de que se está financiando a una cohorte de funcionarios, capitaneados por el señor M'Bow, para que actúe como quinta columna orientada a minar los valores del mundo occidental y a tomar el desquite de la época colonizadora, lo cual no dejaría de ser paradójico si se tiene en cuenta que el 44% del personal es de Europa occidental y de América del Norte, mientras que la representación africana apenas alcanza el 12%. Por consiguiente, los calificados especialistas de la Unesco en el campo de las ciencias o de la educación y la cultura, los más de 3.000 funcionarios de la misma, estarían pecando de incompetencia o de indignidad; los miembros del consejo ejecutivo -rector de la organización, integrado por personalidades relevantes del mundo intelectual- serían unos ingenuos supervisores del supuesto caos existente; las 161 delegaciones que aprueban los programas de la Unesco en las conferencias generales, cómplices de esa situación.
Pero los hechos y las cifras tienen más poder de convicción que los adjetivos desaforados, carentes de fundamento. Sintetizaremos algunas realizaciones. Entre 1979 y 1983, la Unesco ha llevado a cabo alrededor de un millar de proyectos operativos en más de 100 países. Durante ese mismo período se ha asociado a campañas que han permitido alfabetizar a más de 15 millones de adultos. Sólo en 1980 participó en la formación de cerca de 30.000 profesores. Al salvamento de los templos de Nubia han seguido recientemente las campañas para la conservación de Venecia, de la Acrópolis, del conjunto arquitectónico de San Francisco de Lima, entre otras numerosas acciones de preservación del patrimonio mundial y cultural de valor excepcional. En materia editorial, lleva publicados la Unesco más de 7.000 títulos, como Ramón Nieto debe conocer por haber sido director del servicio de publicaciones de la organización. La tira-da de algunas obras alcanza cientos de miles de ejemplares: tal es el caso de la Historia general de la humanidad, del Manual para la enseñanza de las ciencias y del libro sobre educación Aprender a ser.
Naturalmente, la opinión de los sectores educativos, científicos y culturales del mundo entero acerca de la Unesco difiere mucho de la de Ramón Nieto. Por ejemplo, la National Science Foundation, de Estados Unidos, se ha pronunciado hace poco en la forma siguiente: "El retiro de Estados Unidos de las actividades científicas de la Unesco reduciría considerablemente el acceso directo que hoy tiene la comunidad científica norteamericana a importantes bases de datos, localidades y recursos científicos de todo el mundo". Por su parte, en un informe publicado por la Stanley Foundation, también de Estados Unidos, en octubre último se precisa que la Marina de ese país estima en 1,5 billones de dólares lo que le supondría reemplazar la información que ahora recibe a través del Comité Oceanográfico Internacional de la Unesco, incluyendo en el cálculo observatorios, barcos y personal. Y entre las muchas organizaciones que han expresado su decidido apoyo a la Unesco en las circunstancias actuales se encuentra la Confederación Mundial de Personal Docente, con sede en Suiza, así como las 527 organizaciones no gubernamentales de categorías A y B que agrupan a muchos miles de científicos y profesionales de la educación y tienen establecidos convenios de cooperación con la Unesco.
Oportunidad de revancha
La campaña contra la Unesco no procede de los campos educativo, científico y cultural; su origen se circunscribe esencialmente en determinados grupos políticos y de medios de información de Estados Unidos, principalmente. Sabido es que la señora Gerar, delegada permanente de ese país ante la Unesco, ha visitado numerosos países, entre ellos España, durante los últimos meses para gestionar que siguieran al suyo propio en el anuncio de retirada. Por cierto, Ramón Nieto atribuye a dicha señora la frase: "Basta ya de pagar para que nos insulten". En realidad fue la señora Kirpatrick, representante de EE UU ante las Naciones Unidas, la que culminó con esa expresión una declaración, muestra de su concepción de la cooperación internacional, en la que expresaba la satisfacción que experimentaría al despedir en el puerto de Nueva York a los miembros de las Naciones Unidas si abandonaban su país.
Para Ramón Nieto, el señor M'Bow ha visto "una oportunidad de revancha hacia los pueblos que antaño colonizaron su África natal" y es "un, hombre preso de una selvática manía persecutoria que da hachazos a diestro y siniestro para defenderse de los complós que incrustan en su cabeza los familiares o los cobistas". No sé si habrá quedado tranquilo el articulista después de trazar ese estremecedor perfil psicológico y de haber vaciado tal sarta de improperios. Pero tampoco esta vez coinciden los juicios de Ramón Nieto con los de quienes, en representación de la comunidad mundial, votaron unánimente la reelección del señor M'Bow para un segundo mandato como director general de la Unesco.
Es muy probable que tuvieran en cuenta al dar su voto que el señor M'Bow había logrado superar la grave crisis de la Unesco en el período 1974-1976 al negarse Estados Unidos a cumplir sus obligaciones económicas con la organización alegando la resolución aprobada por la conferencia general pidiendo el cese de las excavaciones arqueológicas emprendidas por Israel en Jerusalén; que valorasen el notable crecimiento experimentado en el número de Estados miembros y actividades durante su mandato; el haber hecho del consenso instrumento de comprensión y de entendimiento en la formulación de los programas de la Unesco; el haber sabido renovarlos concentrándolos en torno a los problemas capitales del mundo contemporáneo; el haber contribuido con incansable actividad a la difusión y arraigo de los ideales de paz y de respeto de los derechos humanos que inspiraron a los fundadores del organismo que dirige.
En fin, sobre la condición humana del señor M'Bow y de su interpretación de los derechos del hombre podrían dar testimonio no pocas personas cuya liberación consiguió de regímenes tan distintos como los de Chile, Uruguay y el pasado de. Argentina o de los de Alemania Oriental, Rumania y Afganistán.
José Blat Gimeno es experto en educación y ex consultor de la Unesco.
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