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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Manipular a García Lorca

Viene de la página 9

Quiero puntualizar las manifestaciones siguientes con referencia a la nota que sobre la erróneamente llamada desautorización del erróneamente titulado Diálogos del amargo, de Federico García Lorca, publica EL PAIS del 11 de diciembre de 1984.Desautorización sería la palabra correcta de haber existido una anterior autorización. No ha sido así. Se está manipulando la información desde la segunda línea del comunicado. Explicaré los hechos.

El día 29 de octubre me entrevisté con Luis Tejero, quien tenía interés en presentarme un guión para una emisión radiofónica que formase parte de los actos en homenaje a Federico García Lorca en el teatro Español. Una vez leído el guión le indiqué que no estábamos dispuestos a autorizar mezcolanzas de poemas de mi tío Federico. El guión era eso, una mezcolanza, una sucesión de fragmentos poéticos. Había poemas truncados. Había partes de poemas intercaladas en otros poemas. Romances a medias mezclados con poemas de otros libros. A poemas perfectos en su unidad (uno tan extraordinario como '¡Ay!', de Poema del cante jondo, que lleva el estribillo: "Dejadme en este campo / llorando") se le añaden otros estribillos tomados de otros poemas.

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En vista de la violencia que se le hacía en dicho guión a los perfectos poemas de García Lorca, recortándolos y remendándolos, tuve que decirle al señor Tejero (al que en otras ocasiones se le ha permitido poner música a poemas de mi tío) que no concederíamos la autorización.

Me pidió que al lunes siguiente me entrevistase con el señor Gil y con él de nuevo. Le dije que me llamase para concertar la cita. El día señalado, ni el señor Tejero ni el señor Gil me llamaron, como convinieron. Fue un mes después, el 29 o 30 de noviembre, cuando me llama el señor Gil para ofrecerme un coche que me llevase esa tarde a Prado del Rey para oír la grabación. Me excusé por tener otros compromisos. Le advertí clarisimamente: si se trataba del guión que me había presentado el señor Tejero no concederíamos autorización; pero, añadí, si se trataba de un recital de poemas presentado en su perfecta unidad, aun con fondos esporádicos de música, sí podría contar con nuestra autorización. Para que yo pudiese cerciorarme de que no se trataba de un popurrí ofreció enviarme una cinta magnetofónica. Le rogué lo hiciese lo antes posible.

El viernes 7 de diciembre, a los siete días de la oferta de la cinta, sin que aún me hubiese llegado, sin que aún hubiésemos, por tanto, autorizado el proyecto, recibe mi tía, Isabel García Lorca, una invi-

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tación para asistir a la audición de Diálogo del amargo para el día 12 de diciembre en el teatro Español.Esa misma tarde advertí a los responsables del teatro Español que estaban dando cabida en su programación a un proyecto que no gozaba de la autorización requerida por el actual ordenamiento jurídico.

A las 22.30 de ese mismo viernes 7 me telefonea el señor Gil. Echa la culpa de que yo no hubiese recibido aún la cinta al servicio de Correos. Me manifiesto dispuesto a oír la cinta incluso a tan corto plazo. Al día siguiente, el sábado festivo, a la hora de almorzar, llega la cinta de manos del señor Tejero. Oigo la cinta. Se trata, efectivamente, de los mismos recortes y remiendos que me había presentado el señor Tejero casi un mes y medio antes. Ante esta evidencia pongo un telegrama (era ya domingo) a RNE (que no al teatro Español, como erróneamente dice el comunicado) diciendo que el proyecto no goza de autorización. Nunca había gozado de ella. No se trata, pues, de desautorizar.

Al final del varias veces mencionado comunicado viene el comentario de Pablo García con su gracioso símil en el que compara la propiedad intelectual con una "finca de pinos". La legislación vigente se basa en dos principios jurídicos básicos: la propiedad y la transmisión mortis causa. Desde el duro que se da al mendicante hasta la corona están regidos por esos dos principios. Lo que pretendía ese tantas veces mencionado guión era tronchar los pinos, violentarlos, estrujarlos para su provecho. Gracias a los principios antes mencionados se ha podido evitar este acto. García Lorca escribió poemas que empiezan y acaban, que son cortos o largos, que tienen o no estribillo, que son más o menos difíciles de comprender, pero a los que él dotó de una determinada estructura. Puede que algún día alguien esté capacitado para enmendarle la plana a García Lorca; deseo vivísimamente para el bien de nuestra cultura que sea pronto. Hoy lo que él escribió tendrá que darse tal y como él lo escribió.-

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