Perplejidad y experimentación /y 2
La principal tarea que debe abordar la izquierda para la recuperación del terreno perdido es la reconstrucción de la cultura y de los valores que han sido siempre propios de la izquierda. Para ello no basta, según el autor de este artículo, con contar con la tradición socialista y obrera del siglo XIX, sino que la izquierda debe hacer suyo un capital cultural que es el de la tradición liberal e intelectual del siglo XVIII.
¿Quién debe asumir la tarea de crear una nueva cultura de izquierdas? Nos permitirnos únicamente avanzar un criterio general: no conviene entregar la cultura a los intelectuales, ni la política estricta a los políticos, ni la organización a los profesionales del aparato. Uno. cree sinceramente que hoy toca pensar y escribir a los políticos del antifranquismo y de la transición (su experiencia es más imprescindible para crear una nueva cultura política que el conocimiento libresco y a la moda de los intelectuales): También me parece útil reclutar para la gestión pública a las personas de acción y de empresa, vengan del sector público, privado, sindical o- asociativo, pero que hayan demostrado su capacidad práctica. Y para organizar a los partidos y a la sociedad habría que facilitar esta tarea a los organizados más que a los organizadores, y recabar, aquí sí, la colaboración entusiasta de los intelectuales de la sociedad civil.¿Qué debe hacer la izquierda? Aunque uno no es nadie para proponer líneas de reflexión ni de acción, por lo menos sí quisiera apuntar, más bien como ejemplo, algunas líneas posibles.
En el plano internacional, la izquierda hoy en España debe mantener, ante todo, muy alta la bandera de los derechos humanos y de la soberanía de los pueblos. Y debe mirar más a América Latina, tanto promoviendo la solidaridad política como la cooperación económica y cultural. ¿La cooperación en Centroamérica, o en Argentina, no podría ser una salida más estimulante para miles de jóvenes que no el paro, el servicio militar y de nuevo el paro? El mensaje solidario y pacifista está mucho más arraigado en nuestra sociedad de lo que parece, y no se olvida que el PSOE ganó las elecciones de 1982 con él. Ocurra lo que ocurra con el tema OTAN, ser de izquierda hoy es enfrentarse a la agresividad imperialista.
La economía hoy es insensible a soluciones milagro. La izquierda europea más responsable, por ejemplo el PCI, hace tiempo que defiende una política de austeridad. Pero austeridad no significa descargar en los trabajadores, sectores empobrecidos de las clases medias, tercera edad y parados jóvenes el coste de la crisis. Y la política de izquierda no puede basarse exclusivamente en el rigor monetarista. Es imprescindible plantearse a corto plazo una política moderadamente expánsionista, multiplicar los apoyos tout azimuts a la innovación económica impulsada por las pequeñas y medianas empresas y hay que desarrollar, especialmente desde los poderes locales, todas la formas posibles de economía y cooperación sociales. La gente socialista de 1982 contenía esta esperanza. Defraudarla indefinidamente es suicida. Y también lo es, y sobre todo es estar indefenso ante la ofensiva neoliberal, no tomar la iniciativa de sanear la Administración pública y promover una desreglamentación controlada de la actividad económica.
El desarrollo de la democracia requiere unas condiciones políticas que no acaban de cumplirse. Nos referimos -a la racionalidad institucional, a la credibilidad de los partidos y a la multiplicación de los mecanismos participativos. Se ha optado por el incrementalismo político-administrativo y por el reforzamiento de las cúpulas de algunos grandes partidos. La izquierda hoy debena proponer una simplificación de la organización del Estado (basada en las comunidades autónomas y los municipios), un sistema electoral que personalizara las elecciones a todos los niveles- y por abrir cauces al desarrollo asociativo y a su participación en la vida política institucional. La democracia oligárquica es inevitablemente conservadora. Y, si bien no se trata de confundir Administración-partidos-movimientos sociales, sí que conviene desarrollar estas tres dimensiones de la política y articularlas entre sí. Es más fácil hoy salir a la calle para protestar ante el Gobierno que para defenderlo; el efecto compuesto de la crisis económica y de la precariedad democrática no permite jugar a levantar grandes esperanzas o a provocar fuertes confrontaciones sociales. Pero de esto a abandonar la presencia social de izquierda hay un gran trecho. El que separa a un Gobierno de izquierda fuerte de uno débil. Para ser fuerte hay que contar con apoyos populares activos o generar movimientos sociales avanzados, que contrarresten las presiones conservadoras, cuando no reaccionarios (ejemplo: manifestación por la escuela privada), que promueve la derecha.
Valores de la izquierda
Esta reflexión nos lleva a la cuestión que nos va a servir de conclusión: la reconstrucción de los valores de la izquierda. La izquierda responsable y gobernante ha tenido que rehacer precipitadamente su vestuario de ideas: se ha encontrado de pronto al frente del orden público, de la economía y de la televisión. No se servían sus ideales protestarios, ni su tradición estatalizadora, ni la ingenua ideología de la libertad de expresión en los medios de comunicación social. Tampoco tenía una cultura política ni unos valores nuevos, adecuados a las actuales circunstancias. Por ello recoge los valores de la derecha o se queda pasmada por la duda.
Hasta ahora, la izquierda, cuando consigue evitar el discurso de la derecha, se sitúa a la defensiva. ¿Por qué no plantear una propuesta de izquierda sobre el tema del orden público? ¿Por qué no decir que hay muchos más accidentes de coches que agresiones, muchos más delitos fiscales que robos, muchos más accidentes de trabajo que atracos? ¿Dónde hay más inseguridad entonces? ¿Qué grupos sociales son los más peligrosos, los más delincuentes, aunque no sean los más perseguidos? Resulta es candaloso que los mismos grupos que producen la mayor cantidad de delincuentes reales sean los que clamen contra la inseguridad. Y que los defensores de privilegios de la escuela privada le manifiesten por la igualdad. Y que las grandes empresas que pretenden mo nopolizar el mercado o los medios de comunicación aparezcan como adalides de las libertades. La izquierda de hoy no solamente es la continuadora de la tradición socialista-trabajadora del siglo XX, también lo es de la tradición liberal-intelectual del siglo XVIII. No puede dejarse arrebatar ni un pa trimonio ni otro. Pero habría que ponerlo a la altura de los tiempos.,
es teniente de alcalde y vícepresidente de la comisión de Descentralización Municipal y Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Barcelona. Milita en el PSUC.
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