El papel de los consulados españoles
A diario los medios de comunicación se hacen eco de los numerosos casos de corrupción en la esfera del poder, lo que induce a hacer pensar a los ciudadanos de este país en la escasez de ética moral. Como un eslabón más, quiero relatar un hecho del que he sido recientemente protagonista. El pasado mes de mayo me personé en las oficinas del consulado español de Sao Pablo, en Brasil, para solicitar un nuevo pasaporte y, dada mi situación económica, algún tipo de ayuda para regresar a España. Me respondieron que ni lo uno ni lo otro eran posibles ya que no estaba registrado en dicho consulado. Al final me facilitaron 50.000 cruceiros (unas 5.000 pesetas, al cambio) con la recomendación de volver en dos o tres meses "por sí llega algo de Madrid". Desistí naturalmente de esa espera y viajé hasta Santos con la intención de coger un navío de bandera española que quisiese repatriarme, pero en aquel puerto me dijeron que eso sería imposible. Tras vender los últimos efectivos de ropa que tenía pude llegar hasta Porto Alegre, en cuyo consulado tampoco resolvieron mi problema, aunque acabaron facilitándome un pasaje de autocar hasta Montevideo (Uruguay) y 10.000 cruceiros en efectivo. En esta ciudad, tras agotar la gestión de otros tipos de ayuda en las casas regionales y el Club Español, en el consulado español me dieron mil pesos uruguayos con la petición de "no volver nunca más por allí" (sin resolver ni lo del pasaporte ni la repatriación). Después de varias vicisitudes, mi familia consiguió localizarme y enviarme un pasaje aéreo para volar a España.Quiero resaltar que para percibir aquellas míseras ayudas me vi obligado a firmar un sinnúmero de impresos en blanco, en lo que no se especificaban ni las cantidades que me daban ni mi nombre. De no aceptar, ni eso habría logrado. Pienso que eso refleja, además de los aspectos inhumanos de mi peripecia, un enorme desbarajuste económico. Me gustaría que algún organismo oficial de la Administración explicase los criterios que se utilizan para dar o denegar ayuda oficial a un ciudadano que está a 12.000 kilómetros de su hogar, con un pasaporte caducado y 500 pesetas en el bolsillo.-
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