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LOTERÍA

El tercer premio, muy repartido pero con color andaluz

Los niños Óscar Gil Santos, Luis Luque Cabrera, Víctor Hidalgo y Pedro Horra Torres cumplieron con su obligación y a las 10.18 horas, en cuestión de segundos, repartieron un total de 3.000 millones de pesetas. En Vera se oyeron muchos gritos de alegría. No era para menos. La fortuna, tantas veces esquiva, se dejó caer por el pueblo almeriense, y de la mano de un número que para muchos se convirtió instantáneamente en mágico, el 17893, premiado con 60 millones de pesetas, distribuyó un total de 1.200 millones de pesetas. La misma cantidad se fue para Jaén y, más concretamente, a Linares (720 millones) y a Vilches (480 millones). El tercero, sin lugar a dudas, tuvo color andaluz. Además de las 20 series de Vera y las 20 de Linares, se vendió una en Sevilla y otra en Ronda (Málaga).

Los chavales hicieron bien su trabajo en esa cuarta tabla del sorteo, ya que poco después de cantar el tercer premio, extraían otros dos importantes: uno de los cuartos, el 35.762, premiado con 25 millones, y uno de los quintos, el 1.999, agraciado con seis millones.La alegría del 17.893 viajó también a otros lugares, además de a Andalucía. Dos de sus series cayeron en Santa Cruz de Tenerife, otras tantas en Bilbao, una en Lérida, otra en Mollet del Vallés (Barcelona), otra en Celanova (Orense) y otra en Madrid.

La popular administración madrileña Doña Manolita, situada en el número 31 de la Gran Vía, tuvo su parte del pastel del gran sorteo navideño con una serie del tercero que, según el encargado, Ángel Díaz, se vendió a mediados de octubre. Ni una sola pista sobre los agraciados. "Los nuevos ricos no suelen aparecer por aquí, sino que van directamente al banco a depositar los billetes", aseguró uno de los empleados.

Lérida y Mollet del Vallés (Barcelona) fueron agraciadas con una serie cada una del tercer premio. En Mollet la suerte fue distribuida por José Casado Ortega, un obrero en paro desde hace cuatro años, tres de ellos sin poder cobrar el subsidio de desempleo, que repartió 60 millones de pesetas en participaciones de 200 pesetas sin que ninguno de estos millones le correspondiera a, él.

En Lérida los 60 millones llovieron en el barrio obrero de la Bordeta. Crescencio Urgel, dueño del bar Urgel, regaló a su clientela 10.000 pesetas del número premiado, en participaciones de 20 pesetas (que suponen premios de 48.000). En este caso el repartidor de la suerte se quedó con un pellizco de 700.000 pesetas. Mucho mayor fue el de su compañero de oficio, Casimiro Mejías, propietario del bar Quinta Rueda, en el mismo barrio leridano. Este antiguo camionero acaparó para sí solo la suerte, ganando seis millones de pesetas.

La suerte que los cuatro niños habían levantado a las 10.18 de la mañana se dio un paseo también por Celanova (Orense), y antes de irse dejó el rastro de 60 millones, repartidos, al parecer, en pequeñas cantidades entre la mayoría de los vecinos de la localidad. Pero como la vida sigue, la gente se lo tomó con calma y ayer por la mañana el ambiente era de absoluta normalidad, quizá porque no hubo millonarios, que se sepa.

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En Bilbao -ciudad que el año pasado tuvo la suerte de cara, con unos cuantos miles de millones del segundo premio, quizá como compensación del destino por las catastróficas inundaciones de meses antes- la suerte no estuvo este año de cara. En toda la provincia de Vizcaya se jugaban 4.895 millones. Sólo se recuperaron 300, de los cuales 120 correspondieron a dos series del tercer premio, vendidas por las administraciones Cuatrocientos Millones y Azcarreta.

Una viuda, cuya identidad se desconoce, y el director gerente en Santa Cruz de Tenerife de una empresa agrícola, Cristóbal Évora Cabrera, de 34 años, están abonados desde hace años al 17.893. Hasta ahora la suerte les había sido esquiva. Ayer se la encontraron de frente.

Paradero desconocido

La señora afortunada es, al parecer, viuda de un empleado de Hacienda y repartió sus 60 millones entre amigos y familiares y amistades. Cristóbal Évora, ingeniero agrónomo, se quedó con ocho décimos, y si no los repartió se embolsará 48 millones de pesetas. Ayer se encontraba "en paradero desconocido". En su empresa, Ebro Explotaciones Agrícolas, se compro otro número en la misma administración, que se repartió entre los empleados, pero la suerte, al contrarío que el cartero, nunca llama dos veces en la misma puerta.

Al parecer, la Administración número 2 de la capital tinerfeña, que distribuyó las dos series premiadas, vendió un décimo a un grabador granadino, Fernando Borja, que también estaba abonado al número. Otro agraciado fue un vendedor ambulante, disminuido físico, cuyo nombre no se ha facilitado. Solía buscar sus clientes en la puerta de la central del Banco de Bilbao. Ayer no fue.

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