Valladolid recibe el 'gordo' después de 163 años de espera
El número 50076 rompió un sambenito colgado desde hace años a Valladolid, el de ser una ciudad muy quinielística (los millonarios que han dado las apuestas mutuas son bastantes, empezando por el famoso Gabino) y muy poco lotera. Desde hace 163 años no caía el gordo en la capital castellana. Pero a las 11.45 de ayer el gafe saltó hecho añicos cuando en la bola 20 del alambre 8 de la séptima tabla salió el 50076, lo que suponía 12.500 millones, más los correspondientes a los números anterior y posterior, que también han ido a la provincia vallisoletana. Las 50 series del gordo y sus millones, distribuidos en el edificio central de la Caja Rural de Valladolid, han llegado a través de participaciones a gran número de agricultores y pequeños propietarios de la provincia.
A la hora citada, Beatriz Álvarez Gilsanz, regente de la administración número 22 y que a sus 22 años es una. de las loteras más jóvenes de España, dio un brinco en su asiento porque "ese número me sonaba, me sonaba mucho; repasé nerviosa y asustada las listas y vi que lo había vendido yo; no me hizo falta esperar a que en la radio dijeran dónde había caído".A la misma hora, Rafael González, empleado de la Caja Rural Provincial, subía perezosamente las escaleras que conducen a su oficina después de tomar un café. Abrigaba la secreta esperanza de haber ganado la porra que se jugaba con sus compañeros y de embolsarse unos cientos de pesetas para invitar a clarete y a pinchos. Pero alguien le dijo a voces "nos ha tocado el gordo" y él se sonrió escéptico. Tuvieron que repetírselo varias veces y tuvo que comprobar cómo sus compañeros saltaban de alegría antes de cerciorarse de que tenía 200 pesetas de participación en el premio.
Para entonces la sede central de la Caja Rural de Valladolid, situada en la céntrica plaza de Zorrilla, era ya un hervidero humano. Los empleados se abrazaban y todos repetían lo mismo: "Si aquí estamos así de alegres, ¿qué estarán haciendo en Villalón de Campos, Íscar, Tordesillas y Campaspero?". No les faltaba razón. En estas localidades vallisoletanas el chorreo de millones había sido aun mayor: 5.200 para Villalón y su comarca; 2.300 para Tordesillas; 1.700 para Campaspero y cerca de 3.000 para Íscar y pueblos de su alrededor.
"Lo bueno, señalaba Pedro Pedrol, director de la citada entidad bancaria, es que el gordo ha ido a parar a modestos agricultores y ganaderos, algunos de los cuales lo estaban pasando mal. El premio ha caído donde se necesitaba. Rodrigo García Bueno, miembro de la diputación provincial por el Grupo Popular y alcalde de Moral de la Reina, localidad cercana a Villalón, corroboraba esta tesis. "Me han tocado 10 millones y lo primero que voy a hacer con ellos es pagar el crédito que pedí hace dos años para hacer frente a las pérdidas originadas por la sequía. Devolveré ese préstamo e invertiré lo restante en modernizar mi explotacíón agrícola. No, no abandonaré mi postura reívindicativa de cara a conseguir mejoras para el campo castellano. Este dinero me permitirá dedicarme más a estas tareas".
Adiós a la miseria
Rodrigo García Bueno se enteré de la noticia cuando se hallaba en una comisión de la diputación provincial. "Dijeron que había caído el gordo en la Caja Rural y pensé: soy millonario, porque claro, llevaba 1.000 pesetas".
La lluvia de millones ha constítuido un respiro milagroso para muchos agricultores y ganaderos de la comarca de Tierra de Campos. Muchos de ellos confesaron a EL PAIS con lágrimas en los ojos que "estábamos a punto de pedir a los bancos que aplazasen el cobro de los créditos que nos concedieron en 1982 y 1983. para hacer frente a la sequía; no teníamos dinero; ahora podemos pagar y respirar un poco; nos ha venido Dios a ver".
En Villalón de Campos, pueblo cerealista, situado al norte de la provincia junto a las de Palencia y León y a 60 kilómetros de Valladolid, la noticia supuso un cambio radical de vida. La gente salió a la calle, los teléfonos quedaron inmediatamente bloqueados, el público comenzó a agolparse en las barras de los bares, a descorchar champán y a gritar para celebrar la llegada de la fortuna.
Miedo a decir el apellido
Martín Rodríguez, interventor de la sucursal de la Caja Rural en esta villa, tardó varias horas en saborear la alegría de haber recibido 55 millones de pesetas. Tuvo que pasarse la mañana ingresando las participaciones que le llevaban los vecinos. Martín, en principio, no quiso dar su apellido por miedo, pero acabó diciéndolo: "No creo que aquí venga nadie a meterse conmigo".
Aquí al igual que en Tordesillas, Íscar o Campaspero, el premio está muy repartido ya que se vendieron participaciones de 200 pesetas y casi nadie llevaba más de 5.000 pesetas. Y quien las tenía, como fue el caso de Eduardo Barragán García, propietario de una mercería en la localidad de Tordesillas, las había repartido entre familiares y amigos.
Eduardo Barragán dio papeletas a toda su familia, nueve hermanos y bastantes primos. "Entre todos creo que hemos recibido unos 60 millones, pero lo bonito es que nadie se ha quedado sin perras, a todos nos ha tocado algo. Entre ese todos, hay que incluir al cuartel de la Guardia Civil de Tráfico de Tordesillas, donde han caído 40 millones, también muy repartidos. Los miembros de la benemérita no pudieron gozarlo a tope porque .nuestra obligación es estar en la carretera, y más en estos días de vacaciones en que el tráfico es intenso; hemos brindado con champán, hemos saltado de alegría, pero luego a trabajar".
"Mire usted, decía María, de 55 años, vecina de Villalón, "lo mejor que se puede decir hoy es lo que ya le han dicho antes: adiós a la miseria. Yo había comprado un poquito de turrón, no mucho porque está muy caro, pero ahora va a venir la juerga por todo lo alto". Otros tuvieron que esperar unas horas para gozar de su nueva condicíón de millonarios. Pedro Pérez y Bruno Cuadrado, obreros de la construcción en Villalón, manifestaron que "hemos empezado un pilar y hay que acabar, aunque nos den guerra los amigos".
El premio no sólo alcanzó a las localidades citadas sino también a pequeños pueblecitos de menos de 300 habitantes y situados en los aledaños de Villalón, Tordesillas e Íscar. Los vecinos de estos lugares acuden a las cabeceras de comarca a comprar y a efectuar operaciones bancarias y casi todos adquirieron participaciones de la Caja Rural, entre otras cosas porque tienen créditos pendientes con esta entidad.
"Yo", decía un vecino de Cuenca de Campos, "estaba acobardado porque la lluvia no me había dejado sembrar las tierras, pero la lotería ha sembrado este año por mí. ¡Válgame Dios lo que cambian las cosas de un día a otro! Ayer, medio acojonado por lo que se me venía encima; y hoy, tirando la casa por la ventana; vivir para ver".
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