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La crisis del Partido Nacionalista Vasco

Juntas municipales del PNV de Guipúzcoa se rebelan contra la dirección del partido

Al menos una docena de juntas municipales guipuzcoanas han suscitado la celebración de una asamblea provincia¡ extraordinaria para exigir que los representantes guipuzcoanos en la Asamblea Nacional del partido, que se celebra hoy, se abstengan de aprobar con sus votos a cualquier candidato propuesto por el Consejo Nacional del PNV (Euskadi Buru Batzar). Aunque existe un precedente contrario, la asamblea provincial extraordinaria no puede ser formalmente convocada en tanto continúe abierta la Asamblea Nacional, pero en cualquier caso, la aprobación del candidato propuesto por el Consejo Nacional está asegurada con los votos de los representantes alaveses y vizcaínos.

El cese del Gobierno de Garaikoetxea ha generado en las bases nacionalistas guipuzcoanas un amplio movimiento de contestación al aparato y a la dirección del PNV. El "liderazgo natural" de Xabier Arzallus está siendo sometido a un fortísimo desgaste por la responsabilidad que se le atribuye en la estrategia de derribo del Gobierno vasco. Muchos militantes del PNV de Guipúzcoa critican abiertamente a su dirección y señalan a Xabier Arzallus como al "personaje encapuchado" que ha diseñado las maniobras contra el Gobierno.El abandono del hermetismo que ha caracterizado al PNV ante los medios informativos es uno de los primeros efectos del desencanto y la frustración colectiva. Los acontecimientos últimos suponen para las bases nacionalistas guipuzcoanas la ruptura de la imagen idealizada del partido, un acontecimiento que algunos comentaristas definen como "la pérdida de la virginidad política". Ahora, en los batzokis Guipúzcoanos, los militantes del PNV se interrogan sobre la honestidad política de algunos de sus dirigentes y cuestionan determinados apartados del sistema de representación interna.

En todas las asambleas celebradas hasta el momento, el aparato del partido ha sido puesto contra las cuerdas por unas bases crispadas que exigen la dimisión inmediata de la ejecutiva provincial y del propio presidente de la diputación, José Antonio Ardanza, uno de los posibles sustitutos de Carlos Garaikoetxea.

Dificultades para los dirigentes

José Antonio Ardanza puede ser destituido de su cargo de diputado general si los miembros de la Juntas Generales de Guipúzcoa deciden retirarle su confianza. Otro tanto puede ocurrirle en febrero a Román Sudupe, presidente del Consejo Nacional y del Consejo Regional de Guipúzcoa. Sudupe, un hombre ligado estrechamente a Xabier Arzallus tendrá que abandonar la presidencia del ejecutivo del partido si, como se espera, los militantes Guipúzcoanos no le confirman como su representante en el Consejo Nacional en las próximas elecciones para la renovación del Consejo Regional de Guipúzcoa o dirección provincial.

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Carlos Garaikoetxea podría ser uno de los tres miembros de la dirección provincial, organismo compuesto por un total de 13 representantes designados para representar a la provincia en el Consejo Nacional. Para ello, bastaría con que el lendakari comunicara al partido su decisión de fijar su residencia en la provincia. Garaikoetxea ha manifestado que cuando cese de sus funciones residirá a caballo entre Zarauz y Pamplona, donde está afiliado actualmente.

No parece, sin embargo, a tenor de las impresiones recogidas en medios nacionalistas, que el lendakari esté dispuesto a participar inmediatamente en la confrontación interna. Su cese no representa ni mucho menos el final de su actividad política; "por el contrario", opinan sus partidarios, "Garaikoetxea debe ahora conservar su imagen entre las bases, a la espera de que se reclame su concurso".

También los parlamentarios afines al Gobierno parecen haber renunciado a la tentación de desarrollar, a partir de ahora, una actividad autónoma en la Cámara Vasca. A lo largo de esta legislatura, se han visto forzados por la disciplina de partido a aprobar proyectos de ley como el de la LTH, con el que estaban radicalmente en contra y tampoco ahora cabe esperar actitudes de discrepancia parlamentaria.

El carisma de los líderes

Entre las bases del PNV anida la conciencia histórica de que el partido representa una realidad indivisible que se legitima a sí mismo en la continuidad de un proyecto y un ideario transmitido a través de los dirigentes. El carácter carismático otorgado a los líderes históricos del nacionalismo vasco es un componente determinante de la ideología del PNV, y ha legitimado, precisamente, desde Sabino Arana a Juan de Ajuriaguerra, pasando por Luis Arana y José Antonio Aguirre, la transición de este proyecto original. También Xabier Arzallus, de la mano de Juan de Ajuriaguerra, acuñó la imagen de líder indiscutible en los primeros años de la transición, antes de que la figura de Carlos Garaikoetxea entrara en competencia.

Las adhesiones a la persona de Carlos Garaikoetxea, y no tanto a la institución y a las posturas políticas que representa, ilustran estos días significadamente la importancia del liderzgo en el PNV. De ahí también la trascendencia de la censura pública de las bases guipuzcoanas a José Antonio Ardanza, un hombre que parece haber perdido ya su opción a sustituir al lendakari.

Democracia geográfica

Los militantes nacionalistas se interrogan ahora sobre la validez de lo que se ha llamado "democracia geográfica". En estos momentos les resulta difícil de admitir que los mil afiliados alaveses tengan idéntica representación en los máximos organismos de dirección del partido que los 25.000 vizcaínos o los 8.000 guipuzcoanos, y más todavía, que una minoría de alaveses pueda imponer sus tesis sobre el 80% de la militancia y arrogarse la representatividad exclusiva del conjunto.

Los insultos -"fascistas y traidores", entre otros- que se cruzan estos días los dos sectores del PNV ponen de relieve la persistencia de una actitud, común a otros partidos vascos, que, en época de crisis interna, consiste en juzgar al "enemigo interior" con la misma o mayor dureza que al "enemigo exterior".

Las críticas se extienden a la nueva clase dirigente vasca que ha surgido en los últimos años, al amparo de las instituciones vascas, desde la Administración de Vitoria hasta las cajas de ahorros, pasando por las diputaciones.

"Se han encontrado con unos buenos puestos y ahora quieren otros mejores, y empiezan a conspirar", comentarios que pueden resultar irrelevantes pero que, en todo caso, apuntan a un hecho evidente: el traspaso de poder a la comunidad autónoma vasca ha creado una nueva clase dirigente y ha activado lógicamente los mecanismos de competencia y ambición políticas.

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