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La canción poética de Amancio Prada en Italia

En la institución universitaria Leone Magno, de Roma, y en el Piccolo Teatro, de Milán, se ha presentado Amancio Prada con su más reciente creación poético-musical, agrupada bajo el título De la mano del aire e incluida en el ciclo Músicos Españoles en Italia, iniciado por el Ministerio de Cultura.Este cantante y autor de El Bierzo se resiste, por naturaleza, a cualquier clasificación convencional. El estilo de Amancio Prada posee unos rasgos tan personales que no llegan a modificar ciertas influencias recibidas, desde la lírica galaico-portuguesa medieval a la reciente poética de Agustín García Calvo; desde el madrigalismo renacentista al folclor de las riberas e islas mediterráneas; desde García Lorca, Juan Ramón Jiménez y Rosalía de Castro hasta Ataualpa Yupanqui. El resultado, si lo consideramos objetivamente, asume y se desliga, a la vez, de antecedentes, referencias y coincidencias.

La voz de Amancio Prada, como escribe Manuel Vicent, "hace manar la melodía de una forma silábica y cristalina". La actitud creativa es la de tomar como algo propio y natural toda una historia y a continuación ponerse a cantar, asimilando con la misma espontaneidad, como algo que está al alcance de nuestra mano y nuestra sensibilidad, lo que cuenta seis siglos y lo nacido ayer.

¿Es Amancio Prada un cantor de su música (deliberadamente rechazo el término cantautor) de tipo popular? Sí, con la condición de que desnudemos el concepto tanto de vulgaridad como de cualquier erudición repetitiva. Prada, en todo caso, sería un inventor de música popular, y como cuantos contribuyeron a fabricar el patrimonio de la música tradicional, no puede ni quiere partir de cero. Observa, en cambio, una línea de autenticidad fortalecida por la ausencia de componentes extranjeros en su música.

Si en algunos casos parece haberlos, no es otra cosa que el resultado de ascendencias culturales comunes o de determinaciones geográficas: el Mediterráneo, la montaña, la soledad, pueden acercar la canción de Prada a la serenidad de la prealpina italiana o al misterio insondable de las viejas tonadas sardas o ibicencas.

Una voz natural pura, sin asomo de impostación pero de gran igualdad en todos los registros, resulta vehículo ideal para las canciones culto / populares de quien, además, entona con sutil perfección los melismas, tan frecuentes en tanto cantar mediterráneo. Lo hace a modo de leve alusión, igual que mide el conato andalucista para García Lorca en La guitarra o hace sonar la zanfona en el viejo romance.

Datos históricos estilistas que se tornan tan evocativos del sonar de la vieja España como pueden serlo de la escultura musical del maestro Mateo en el pórtico de Compostela.

El arte y la invención de Amancio Prada, con su aire de naturaleza abierta y de viejas cosas renovadas, llegó a todos, y tanto entusiasmó al gran público juvenil del auditorio romano cuanto al más minoritario y variopinto del Piccolo Teatro, uno de los centros más interesantes e inquietos, como es sabido, de la creatividad escénica y artística de los milaneses.

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