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Un comando iraní asalta el aerobús secuestrado en Teherán, reduce a los terroristas y libera a los rehenes

Un comando especializado del Sepah Pasdarán, ejército de los Guardianes de la Revolución iraní, puso fin ayer en el aeropuerto de Teherán a seis días de secuestro de un aerobús kuwaití capturado, con 160 pasajeros, el martes, a punta de pistola, por cuatro árabes que dieron muerte a varios pasajeros y liberaron en sucesivas tandas a la mayoría del pasaje. El comando asaltó el avión, redujo a los secuestradores y liberó a los siete rehenes que quedaban, uno de ellos gravemente herido por los disparos de los piratas del aire.

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Seis días de tensión

La angustia fue ayer la principal protagonista en el aeropuerto de Teherán, tras las amenazas de los secuestradores de hacer volar con explosivos el aerobús kuwaití, en el que permanecían aún 14 rehenes. Fue una jornada de tensión extrema, en la que se temió lo peor en numerosas ocasiones, si bien los secuestradores liberaron a otras siete personas, egipcias, libanesas y jordanas, que permanecían aterrados en el interior del avión. Dentro quedaron aún siete rehenes, dos norteamericanos, un británico, el comandante de la nave, Harry Clark, y cuatro funcionarios kuwaitíes.Alrededor del aparato, un comando especializado de guardianes revolucionarios iraníes permanecía discretamente al acecho por si las autoridades de Teherán decidían, como hicieron al filo de la medianoche de Teherán, (21.30 hora peninsular española), el asalto del avión y el desalojo de los secuestradores por las armas. Así lo había anunciado el sábado el ministro iraní de Asuntos Exteriores, el pediatra Alí Akbar Velayati, quien señaló que Irán condenó desde el principio y sin palitivos el secuestro.

La acción del comando especializado fue desplegada velozmente, aprovechando la desmoralización de los piratas aéreos a consecuencia de la frustación de su esperanza de conseguir la liberación de sus compañeros activistas condenados a graves penas en Kuwait.

Los cuatro secuestradores, palestinos y libaneses, de los que se desconoce cualquier otro detalle, iniciaron la jornada de ayer con un airado ultimátum. Por la radio interior del avión, leyeron a la torre de control del aeropuerto teheraní un mensaje que ellos consideraron su testamento.

En el mensaje anunciaban que los explosivos colocados dentro del aerobús serían detonados inmediatamente si no obtenían una respuesta clara de las autoridades kuwaitíes para la satisfacción de sus exigencias. Seis días antes, el episodio se iniciaba cuando, a punta de pistola, los cuatro terroristas, desviaron el avión, con unos 160 pasajeros a bordo, de la ruta Dubai-Karachi y le hicieron poner rumbo a Teherán.

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Los piratas exigían a Kuwait la liberación de 17 presuntos terroristas, juzgados y condenados a muerte o altas penas de prisión por su supuesta intervención en varios atentados con explosivos que costaron la vida de seis personas y heridas a 86 más en diciembre de 1983.

Sin embargo, los secuestradores desconocían que la delegación oficial kuwaití presente en el aeropuerto teheraní de Mehrabad desde el martes había abandonado por la mañana de ayer el lugar. El Parlamento de Kuwait decidió la retirada de sus representantes, que intentaron previamente y por todos los medios ganar tiempo para facilitar la liberación de los rehenes.

Los secuestradores rechazaron admitir los alimentos y bebidas que las autoridades del aeropuerto les ofrecieron. Por la radio rezaron sus plegarias islámicas y acto seguido cortaron todo contacto con la torre de control.

Todos los observadores consideraron entonces posible un final rápido y sangriento. Con los secuestradores, los últimos siete rehenes temieron lo peor. Los explosivos estaban listos para estallar.

Las últimas esperanzas de salir con vida de allí se desvanecieron para los rehenes. Acababa de fallar un intento de continuar viaje a bordo del aerobús, en dirección desconocida. Numerosas ventanas del avión habían saltado hechas añicos cuando, días antes, los piratas tirotearon a los pasajeros que en medio de una situación de histeria generalizada, intentaron sin éxito abalanzarse contra los secuestradores para arrebatarles sus armas. Ello imposibilitaba cualquier vuelo ulterior. Además, los secuestradores no veían con buenos ojos cambiar de avión, por temor a que un asalto armado desde fuera les arrancase sus rehenes.

Un ciudadano kuwaití permaneció toda la jornada de ayer en el interior del aparato gravemente herido y con graves hemorragias. Los secuestradores no permitieron su salida del avión, pero autorizaron a un médico para que entrara en el aerobús.

"Puede morir en las próximas horas", dijo el médico al salir del aparato, donde reinaba un ambiente lúgubre. Fuera, decenas de delegaciones de diplomáticos árabes, periodistas y curiosos seguían con atención uno de los secuestros aéreos más tensos de los últimos años.

Velayati dijo que Irán impidió al avión aterrizar hasta que el capitán del aerobús kuwaití, Harry Clark, lo exigió urgentemente cuando el avión agotó sus depósitos de carburante.

Entre tanto, dos aviones sirios aterrizaban en el aeropuerto de Teherán, en lo que una cadena de televisión norteamericana señalaba como una iniciativa mediadora siria.

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