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"Intento sacarle el máximo partido al organismo con el mínimo daño"

Francisco Albertos Constan, médico internista y neurofisiólogo, es el director del Instituto de Medicina Integral, un centro que reúne la mayor parte de las técnicas con que cuenta actualmente la medicina alternativa para el diagnóstico y tratamiento, y que él querría orientar hacia la medicina preventiva, pese a que reconoce que quienes acuden con más frecuencia a su consulta son entusiastas de la medicina natural y enfermos desesperados, casos no resueltos por la medicina oficial. Actualmente prepara un tratado de medicina integral en 18 tomos.Pregunta. ¿Cuál ha sido su evolución profesional hasta desembocar en las medicinas alternativas?

Respuesta. Comencé a trabajar como neuropsiquiatra en el hospital de la Cruz Roja, en los años sesenta. Sin dejar de hacer medicina interna, en seguida me interesó la psicosomática, y a finales de esa década me puse en contacto con la acupuntura, todavía incipiente en España en aquellos momentos. Y a partir de una visión humanista de la enfermedad y del enfermo y una concepción artesanal del arte de curar empiezo a hacer una medicina de las que se llaman naturales y que básicamente responde a dos leyes: respetar el organismo y trabajar sobre la idea de que tiene mecanismos internos que le permiten recuperar el equilibrio si se le ayuda.

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P. ¿De qué manera entra en contacto con las terapias reflexológicas?

R. Llegué a las reflexoterapias a través del corticovisceralismo -que se basa en la idea de que el cerebro preside todas las funciones del organismo- en un momento en que era la medicina triunfante en la URSS y también en Norteamérica en otra versión. Esta medicina de reflejos milenaria tiene experiencias acuñadas durante decenas de centenares de años, como ocurre con la acupuntura, que promueve reflejos curativos a través de unas zonas determinadas.

P. ¿Cuál es su concepción de la medicina integral?

R. Para definirla yo pongo en el centro al hombre. No hay enfermedades, sino enfermos, y por eso hay que enfrentarse con el paciente individual. Ese concepto me lleva a la idea más vieja de la medicina occidental, la hipocrática. No es el microbio lo que importa, sino el terreno biológico, proclive o no a los desarrollos patológicos en el momento de la agresión. Concibo el organismo como un sistema cibernético, y eso significa que cualquier cosa que afecte a una parte repercutirá en el resto. No puedo introducir en él una sustancia química y pretender que sólo tenga una acción beneficiosa, porque de alguna manera repercutirá en otros órganos. Y a partir de la idea de que hay que evitar el abuso de medicamentos aparece una medicina en pesquisa constante de lo natural, en la convicción de la validez de los recursos naturales, tradicionalmente utilizados por los médicos naturistas, dieta, vida al aire libre, lucha contra la contaminación física y psíquica y la búsqueda del equilibrio interno a través del sentimiento de solidaridad o de amor en alguna de sus variadas formas.

Pero lo fundamental es que el organismo es un sistema que se automantiene. En la posición favorable, en una presión parcial de oxígeno adecuada y con una alimentación y un entorno moral equilibrados, hace maravillas sin que generalmente necesite recurrir a otros medios.

Medicinas 'blandas'

P. ¿En su concepción de la medicina integral, ésta constituye realmente una alternativa a la medicina convencional o tan sólo una aportación más?R. Realmente se puede decir que es una alternativa frente a la medicina positivista, que define al paciente como un número. Por el contrario, mi enfermo tiene nombre y apellidos, unas características biológicas y un entorno social. Yo utilizo tres conceptos claves en el manejo de la medicina integral: constitución, temperamento y diatesis (estado de terreno biológico, es decir, el modo de reaccionar en la actualidad del paciente). Hago un diagnóstico biotipológico, temperamental y diatésico. Parto de la estructura general y del estado reaccional, y sólo desde ahí concreto el problema dinámico que está soportando el enfermo. Para mí existen las enfermedades de la medicina positivista, pero no aisladas, sino en un contexto, concretadas y encarnadas en cada paciente.

P. Sin embargo, tradicionalmente se considera que las medicinas alternativas son blandas y, por tanto, insuficientes en muchos casos.

R. En esta clínica hay 10 técnicas importantes, todas ellas de medicinas suaves, no agresivas, pero es que yo recurro al radiólogo o al traumatólogo cuando los necesito, y lo que he procurado es tener aquí lo que no había fuera. No renuncio en absoluto a lo que pueda aportarme la medicina tradicional, y si un paciente tiene una crisis asmática grave cada cuatro días, ni me arriesgo ni lo arriesgo a prescindir de la medicación esperando que una hierba actúe en tres meses. No. Lo que intento es controlar la situación y reducir una medicación que es agresiva.

P. ¿Podría resumirse diciendo que las posibilidades terapéuticas de las técnicas que utilizan son limitadas, frente a la amplitud de las diagnósticas?

R. Así es. El diagnóstico decididamente tiene una vocación funcionalista. Nosotros recurrimos preferentemente a la organometría funcional, frente a la biopsia, por ejemplo. En cambio, en el tratamiento, si creemos que el paciente necesita una técnica quirúrgica o de inmunoterapia, se la propondremos. No nos adscribimos a técnicas suaves ni duras, sino a sacarle el máximo partido al organismo con el mínimo daño.

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