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CASTILLA Y LEÓN

Muere en Madrid uno de los heridos por la explosión de grisú en una mina de Fabero

Santiago Díaz Alba, herido grave en la explosión del pozo Río el pasado día 19, ha fallecido en la madrugada del jueves en la residencia sanitaria La Paz, de Madrid, como consecuencia de las múltiples quemaduras que sufrió en el 75% de su cuerpo. Con la muerte de Díaz Alba ascienden a cuatro los mineros fallecidos en el grave accidente laboral de la empresa Combustibles de Fabero, SA, según informó Marifé Moreno desde Ponferrada.Miembros de la consejería de Industria y Energía de la Junta de Castilla y León, al margen de las versiones de las dos centrales sindicales mayoritarias (CC OO y UGT), confirmaron a última hora del miércoles que el gas grisú provocó el accidente, sin explicarse en el informe técnico de la consejería las causas de la explosión. La lenta deflagración del aire con el grisú (el análisis efectuado tres horas después del accidente dio 100 partes de óxido de carbono por un millón y 2,5 por mil de grisú) en la galería 17 originó la detonación a 35 metros del arranque, momento éste coincidente con la entrada del primer turno de mineros.

El fuego se extendió a lo largo de 80 metros, subiendo en vertical hacia la galería taller y un corto tramo de ventilación, según las mismas fuentes. A pesar de la carencia del informe forense, el documento elaborado por el Gobierno autónomo apunta la muerte de los mineros por envenenamiento con óxido de carbono, ya que los cuerpos sin vida de los trabajadores presentaban los labios de color rosado, sin muestras de traumatismos ni violencia.

El director del equipo técnico que lleva a cabo la investigación de las causas del suceso, Juan Ignacio Fernández Villaverde, manifiesta que en el lugar de los hechos fue encontrado un paquete de tabaco negro y un encendedor, a pesar de la prohibición de la empresa de bajar al interior de la mina con cualquier material ignífero.

Por otra parte, y a pesar de que el equipo de arranque está concebido para trabajar en atmósferas con grisú y existen focos de alta seguridad en los talleres subterráneos, la instalación de luz eléctrica no goza de estas características, si bien en la jefatura provincial de Minas consta la inexistencia del gas mortal en el grupo minero accidentado.

La declaración del vigilante, recogida en el informe, señala que en el momento de la explosión se dirigía de la galería 18 a la 17, en donde se disponía a realizar la correspondiente medición de gases. En lo que se refiere a la ventilación, éste añade que a la hora de su marcha -a las siete de la mañana del domingo- permanecía conectado el grifo del aire comprimido y suspendido el suministro.

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