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Ideas opuestas respecto a la solución del problema

Aunque las posiciones española y británica en torno al tema de Gibraltar se han acercado considerablemente en lo accesorio en los últimos tiempos, el meollo de la cuestión gira en torno a la diferente interpretación del verbo resolver que cada una de las partes ofrece.Mientras que para Madrid la solución del tema de Gibraltar no es otra que la recuperación de la soberanía sobre la colonia británica y el restablecimiento de la integridad territorial española, para Londres la solución inmediata supone el restablecimiento total de las comunicaciones y el respeto de los deseos de la población gibraltareña.

En los instantes actuales el reloj trabaja en contra de España porque, de acuerdo con la legislación comunitaria, el Gobierno español tendrá que abrir la frontera en el momento del acceso de España al Mercado Común con acuerdo con Londres sobre Gibraltar o sin él. Por eso no debe subestimarse la disposición británica a adelantar la puesta en vigor de la Declaración de Lisboa de abril de 1980 antes de que España se convierta en un miembro más de la CEE.

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Lo importante del acuerdo de Lisboa, alcanzado por los entonces ministros de Asuntos Exteriores, Marcelino Oreja y lord Carrington, es que por primera vez los dos Gobiernos se comprometen al inicio de negociaciones y no de conversaciones, como hasta ahora, sobre todos los temas de la colonia británica, incluida la cuestión de la soberanía, a cambio del restablecimiento de las comunicaciones y de la reciprocidad en el trato de españoles en Gibraltar y gibraltareños en España.

La diplomacia británica parece dispuesta por primera vez a hacer un esfuerzo serio en un intento de convencer a los miembros clave del Gobierno Thatcher, incluida la primera ministra, de la necesidad de llegar a un acuerdo con España en el tema de Gibraltar; una necesidad que no está basada precisamente en el altruismo, sino en el pragmatismo. Evidentemente, el Gobierno británico no estaría en una situación cómoda con una colonia situada en el territorio de otro país comunitario.

Pero el asunto de la soberanía no parece estar todavía maduro en la mente de Margaret Thatcher, que no sólo metió a su país en una guerra por la ocupación argentina de las Malvinas, sino que la ganó. De ahí que el tema clave no aparezca reflejado en papeles o comunicados y su mención se haga siempre en privado,

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Sin embargo, el clima es indiscutiblemente más favorable a un entendimiento que lo ha sido en otras ocasiones. Una de las causas radica en el hecho de que el secretario del Foreign Office, sir Geoffrey Howe, y el ministro Fernando Morán -"dos impenitentes fumadores", en opinión de un diplomático británico- se entienden perfectamente, lo que ha creado un acercamiento inexistente anteriormente. Morán pronunció una conferencia en Oxford a finales de octubre, que recibió una atención preferente en los diarios The Times y The Guardian, en la que manifestó la disposición de España "a garantizar -en las negociaciones previstas en la Declaración de Lisboa- las necesidades militares del Reino Unido y las responsabilidades defensivas de la comunidad occidental", una obvia referencia a la continuidad del papel de la Roca en la OTAN, incluso después de la posible recuperación de la soberanía española.

Morán aseguró que "en ningún momento España tenía intención de anexionarse, absorber o subyugar a la población de Gibraltar, por la que sentía el mayor de los respetos". El mensaje de Morán y sus implicaciones no sólo recibieron un tratamiento favorable por parte de la Prensa británica, sino que fue recordado en las conversaciones que la pasada semana mantuvo en el Foreign Office el ministro principal de Gibraltar, sir Joshua Hassan.

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