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Una polémica entre intelectuales revela la existencia de diferencias en la dirección del comunismo soviético

Pilar Bonet

Una polémica entre dos intelectuales soviéticos bien situados, aparecida recientemente en sendas revistas teóricas de la URSS, ha permitido vislumbrar un enconado enfrentamiento de posiciones en los ámbitos dirigentes del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS). La discusión ha sido seguida con interés en los países del Este europeo, especialmente en Polonia, Hungría y la República Democrática Alemana (RDA).

El enfrentamiento, que dedica especial atención a la crisis polaca de 1980-1981, se ha presentado bajo una forma científica y se ha centrado en la conveniencia o no de aplicar las lecciones de la sublevación en 1921 de los marinos de Kronstadt contra el poder soviético a las "crisis sociopolíticas" ocurridas en los últimos años en los países socialistas. Lectores atentos del debate, conocedores de algunas de sus circunstancias, opinan que en él se ventila en realidad un choque entre los partidarios de abordar con mayor valentía las crisis dentro del socialismo, aceptar responsabilidades por ellas y combatirlas audazmente, y los defensores de posturas más rígidas y refractarias, dispuestos a achacarle a la contrarrevolución instigada desde el exterior la mayoría de los males que afligen a la sociedad en el Este de Europa.Por laberínticos caminos y de forma distorsionada, como suele ser habitual cuando se plantean cuestiones espinosas en la URSS, E. A. Ambarzumov, el autor del artículo iniciador del debate, aparecido en la revista Cuestiones de Historia, plantea la necesidad de reformas económicas profundas con concesiones a la iniciativa privada en los países socialistas.

Ambarzumov, jefe de la sección de problemas políticos del Instituto de Economía del Sistema Socialista Mundial, es un pensador muy conocido en círculos sociológicos y políticos. Quien le ha replicado está bien protegido, ya que E. Bugaev pertenece al consejo de redacción de la revista Kommunist y ha utilizado las páginas de esta publicación -la revista teórica y política del Comité Central- para proceder a un violento ataque de las posiciones de aquél, a quien acusa de subjetivismo y de citar mal a Lenin, sacándolo del contexto.

Ambarzumov ha sido privado de la posibilidad de aparecer en dos programas de televisión y ha sufrido un ataque público del secretario del Comité Central M. Simianin. Ambarzumov, señalan, se encuentra en la corriente de pensamiento económico-política que medios soviéticos definen como liberal y en la que parecen encontrarse políticos como Mijail Gorbachov -sucesor más probable de Konstantín Chernenko- y los secretarios del Comité Central Dolquij y Rijkov, así como el economista Abel Agambegian, director del Instituto de Economía de Novosibirsk y conocido por su defensa de las reformas económicas.

La reacción interior al artículo de Ambarzumov ha ido acompañada de otra exterior. En septiembre, el órgano del partido comunista polaco Tribuna Ludu publicó una síntesis del mismo. A su vez, una revista de circulación interna para los cuadros del partido húngaro reprodujo ambos artículos sin comentarios en un número monográfico.

En ambientes académicos de la República Democrática Alemana las tesis de Ambarzumov han provocado también discusiones.

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El modelo chino

En su artículo, Ambarzumov analiza la revuelta duramente reprimida de los marineros de Kronstadt y la considera como uno de los factores desencadenantes principales de la Nueva Política Económica (NEP), la forma de economía mixta que sustituyó al rígido comunismo de guerra en 1921 y que se prolongó hasta 1929. Durante esa época se legalizó el comercio privado, la agricultura funcionaba mayoritariamente sobre esa base y se permitía también la pequeña industria privada.La NEP constituye hoy un modelo que inspira nostalgias en algunos ámbitos económicos soviéticos. "No necesitamos leer polémicas", comentaba airado un técnico de alta cualificación soviético, "para mí está claro que la solución está en la vuelta al NEP y al modelo chino".

Ambarzurnov intercala el análisis de la NEP con referencias a las crisis de la RDA en 1953, de Hungría y Polonia en 1956, de Checoslovaquia en 1968-1969 y en Polonia en 1970 y en 1980-1981 y señala que no existe una obra generalizadora en la URSS sobre las causas de la crisis en el socialismo y los caminos para superarlas.

En el caso de la crisis polaca, la dirección del Partido Obrero Unificado Polaco (POUP) actuó de manera "indecisa y ambigua", señala Ambarzumov, que renuncia a echar la culpa de la crisis a la estructura de pequeña propiedad de la tierra, ya que, según afirma, la "colectivización total no consiguió evitar la crisis en Checoslovaquia en 1968". Ya Lenin, ¡dice, vio en la economía las raíces más profundas de la crisis de Kronstadt y en ésta una expresión política de un desorden económico.

En su contestación desde Kommunist, Bugaev acusa a Ambarzumov de olvidar que el capitalismo apoyó las "actuaciones antisocialistas de Hungría, Checoslovaquia y Polonia". Según Bugaev, Ambarzumov concentra la atención en las "faltas subjetivas de la dirección y en las contradicciones entre dirigentes y dirigidos" e idealiza la actividad de los pequeños propietarios.

En opinión de un atento observador, tanto Ambarzumov como Bugaev defienden en realidad corrientes que llegan hasta las más altas esferas del poder. En el caso de Ambarzumov sus manifestaciones acarrean un mayor grado de riesgo, pero nadie se expresa en una revista teórica oficial -donde los textos son cuidadosamente revisados- si no cuenta con apoyos. "La clave de la cuestión", señala un observador político en Moscú, "es saber qué reformas económicas pueden llevarse a cabo sin atentar contra la base teórica marxistaleninista que conforma todas las decisiones de poder y sin que escape de las manos de los actuales dirigentes el control de los acontecimientos".

Tres tendencias

Según medios intelectuales soviéticos, en estos momentos existen tres plataformas distintas en el seno del partido, sin que se pueda trazar una división rígida entre ellas, ya que una misma figura puede actuar de un modo en una determinada circunstancia y de otro distinto en otra. Aparte de los partidarios de medidas liberalizadoras, que defienden un nuevo mecanismo de precios sin llegar a plantear abiertamente la necesidad de un mercado libre, está la plataforma de quienes ponen el énfasis en la disciplina y la centralización auténtica, y otra tendencia de carácter híbrido. En este tercer grupo, señalan los medios, pudiera situarse a Konstantín Chernenko.El compromiso que implica esta posición explicaría el inmovilismo resultante, y ello, a su vez, daría la clave de la situación actual, caracterizada por una correlación de fuerzas muy ajustada en el Politburó del Partido Comunista de la Unión Soviética.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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