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Entrevista:El congreso constituyente del Partido Reformista Democrático

Miquel Roca: "Estoy en condiciones de asegurar que no haremos un pacto electoral con Coalición Popular"

FERNANDO JÁUREGUI Cuando alguien le dice, si no le preocupa, a él, que militó en el Frente de Liberación Popular, llegar a convertirse en cabeza de la alternativa conservadora al Gobierno socialista, responde que no se puede ser más conservador que la propia política socialista, en cuanto que es insensible al paro, a la pérdida de capacidad adquisitiva de las pensiones o a las consecuencias de la reconversión industrial tal como la plantea... Así que no me vengan con alternativas conservadoras. Mi trayectoria e coherente, a partir del momento en que uno se da cuenta de que la utopía revolucionaria es inviable, de que lo más revolucionario es la defensa de las libertades".

Es ya casi un tópico decir que Miquel Roca es un político europeo. Lo que no se ve muy bien es cuál es el modelo de político europeo que sigue: ¿es un modelo Barre, un modelo. David Owen Genscher, o el radical italiano Panella? "Genscher", responde, "no es un modelo, con todos los respe tos para él, porque da una imagen de partido bisagra que no me gusta. Hay un modelo Barre, que me parece correcto; hay un modelo Owen, también correcto. Pero, so bre todo, hay un modelo europeo que me parece mucho más correc to, que es la resultante de lo que es la política europea en la actuali dad, manden unos u otros: la vo luntad de avanzar con realismo en lo económico y, en cambio, desde lo polémico y lo dinámico en lo re ferente a la libertad y a la cultura". Pregunta. ¿Admite Miquel Roca que puede convertirse en cabeza de la alternativa al socialismo?

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Respuesta. Sí. Por una razón: porque no creo que la derecha conservadora sea, en sí misma, una alternativa. Por tanto, puede ser que exista sólo una alternativa frente al socialismo, pero no por esto tiene que ser la alternativa conservadora, sino, simplemente, la no socialista. Lo cual es diferente de la alternativa de derecha.

P. ¿Eso implica la idea de que paulatinamente irá desapareciendo Coalición Popular?

R. Yo creo que sería bueno que no desapareciese, que se quedase, que fuese fuerte, porque necesitamos tener una derecha democrática fuerte. Lo único que ocurre es que, sociológicamente, al menos durante muchos años, la estructura sociológica española no pasa porque la opción de recambio sea la derecha conservadora. Esto es un hecho aceptado; la teoría del techo de AP empieza a ser un valor aceptado desde cualquier análisis político. Estoy absolutamente en condiciones de poder asegurar que no haremos un pacto preelectoral con Coalición Popular. En cuanto a coaliciones poselectorales, no se puede excluir nada, porque hay que empezar a comprender, en la política española, que lo importante es el propio programa, cumplirlo, y cualquier coalición de Gobierno tiene que hacerse sobre la base de respeto al propio programa. A partir de ese momento, nadie puede acusarte de haber traicionado nada. Y si resulta que tu programa queda condicionado por tu participación en una coalición, lo que tienes que hacer es no entrar en esa coalición, y quedarte en la oposición. Yo siempre he sostenido que desde la oposición también se puede gobernar.

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P. El carácter de periférico en un aspirante a la Presidencia del Gobierno de la nación, ¿puede signifi car una ayuda en el diálogo que lleva a la consolidación del Estado de las autonomías, en el sentido, por ejemplo, de que un catalán pueda tener mayor capacidad de hacerse entender en el País Vasco? ¿O no será toda esta operación re formista, simplemente, una operación Pujol?

R. No acepto la formulación en cuanto a mi persona como candidato a la Presidencia del Gobierno; lo importante ahora es la crea ción de un espacio que pueda dar respuesta a un vacío político; lo demás, ya vendrá. Hacer afirma ciones de candidaturas está aún desfasado en el tiempo. Lo que sí es evidente es que el Estado de las autonomías comporta una nueva organización de partidos políticos; no se puede pensar que va a ser la misma que en un Estado centralista. Por ello creo absolutamente imprescindible para la vida política española que desde la periferiase protagonice una participación mucho más activa en la vida del país. En último término, quiero decir que esto no es una operación Pujol, como no es una operación Roca ni una operación Convergència; es la decisión que tiene Convergéncia Democrática de Catalunya de ayudar, a través de su participación en la política española, a vertebrar este espacio. No es una operación en el sentido interesado del término, sino la culminación de todo un proceso.

P. ¿Sería usted partidario de un Estado federal, como lo son la mayoría de las naciones occidentales?

R. Yo creo que debe completarse el proceso autonómico en una línea de progresiva federalización, pero desde el desarrollo autonómico. Por ejemplo, si hoy intentásemos aplicar algunas de las medidas de la RFA en España, la gente se quedaría viendo visiones; porque allí, pongamos por caso, la Administración central no tiene ninguna presencia en los lánder, donde Bonn tiene, como si dijésemos, embajadas, y no creo que la RFA sea ningún modelo de rompimiento del Estado. En España hemos de tener el coraje de adoptar mecanismos y políticas cuasi federales. Así, ante el próximo ingreso en la CEE, tenemos que ver de qué manera las comunidades autónomas participan más en la propia política general del Estado, al tener que supeditar por otro lado sus propias políticas a las decisiones comunitarias.

P. Tras las próximas elecciones generales, ¿qué tipo de relaciones existirán entre Convergència i Unió, el PRD y, en su caso, Coálición Galega?

R. Eso, en estos momentos, es aún pronto para decirlo. Pero lo que sí se puede decir es que los partidos CDC y PRD lo que harán es acordar un programa común entre sus respectivas fuerzas parlamentarias desde su propia soberanía. Acerca del papel que en todo eso pueda jugar Coalición Galega, respecto de cuya integración en el reformismo yo tengo deseos de la máxima flexibilidad, porque en definitiva está en un proceso de estrategia electoral que nos obliga a todos a ayudarles, eso es algo que ya se verá en el futuro.

'P. La impresión que da, ahora que habla de que "ya se verá en el futuro" el status de Coalición Galega, es que se dejan demasiados problemas jurídicos un tanto en el aire. La vertebración del PRD con Coalición Galega podría ser uno de estos problemas jurídicos; su propia participación a la cabeza de toda la operación, sin llegar a militar en el PRD, podría ser otro.

R. Yo me quejo de que se quiera presentar una imagen de que existen demasiados problemas jurídicos. Esto no es verdad. En España existe una cosa que se llama Coalición Popular, por ejemplo, donde coexisten no ya AP, el PDP o UL, sino partidos como UPN o el PAR. Si esto se ha hecho desde una opción política menos sensible a lo que es la dimensión autonómica del Estado, cabe perfectamente que la opción reformista lo haga con unos matices, digamos, más singulares. En cuanto a mi participación, el tema queda muy claro: si existe un acuerdo político entre Convergéncia y el PR, no hay ningún obstáculo para que estos dos partidos decidan un liderazgo político común. Esto ocurre en Francia y en Alemania, no tiene ninguna dificultad. Lo que ocurre es que el hecho de que el liderazgo aquí lo asuma un catalán despierta una serie de recelos viscerales, preguntándose cuál será la última intención de esa operación. Y yo, desde mi condición de catalán, reclamo el mismo respeto que cualquier otro ciudadano del Estado, porque, si no, sería practicar unas discriminaciones de las que habría que sacar consecuencias no precisamente positivas.

P. De todas formas, me permitirá que le haga una pregunta que está en la mente de no pocos: ¿quién nos garantiza a los españoles que Miquel Roca, al frente del Gobierno estatal, no intentará primar los intereses de Cataluña, como antes se han venido primando los intereses de Madrid o los del País Vasco, por ejemplo?

R. Hay dos garantías: una, siete años de trayectoria política. Ya dirán si algo han visto en mi actuación que atente contra los intereses generales de España. En segundo lugar, pese a que sea Roca quien lo lidera, no creo que, los diputados del grupo reformista vayan a sacrificar sus intereses, los intereses que cada uno de ellos representa, a los intereses que pueda tener un señor en particular. Bien se cuidarán ellos de hacer compatible la defensa de todos los intereses.

P. Quisiera que me hiciese un bosquejo de lo que, según usted, puede ser el mapa político a mitad de la próxima legislatura.

R. Pueden existir tres fuerzas de magnitudes similares, en las que el socialismo sería la más importante numéricamente, con una derecha conservadora y con un reformismo cuyo orden de magnitudes puede ser parecido en cuanto a número de votos, y con un partido comunista más dimensionado de lo que lo está actualmente, pero evidentemente en un plano más discreto de participación. Si los socialistas reconocen que, desde el centro, ellos han recibido tres millones de votos, más dos millones y pico de votos que tuvo el centrismo en las elecciones de 1982, en superior momento, quiere decir que tenemos un conglomerado de votos del orden de cinco millones, que nos darían tres fuerzas de una dimensión parecida.

P. ¿Existe la posibilidad real de un centro político, o el centro acaba representando a la derecha sociológica?

R. Acepto que esa pregunta puede responder a un planteamiento real. Si lo que es el centro, el reformismo, alcanza la condición de voto útil, puede ser que acaben subiéndose a este carro electores procedentes de otros espectros ideológicos. Pero esto ocurre siempre en democracia: la gente vota a veces en función de una ideología y otras en función de valores negativos: "Yo voto esto para que no ganen estos otros". Es inevitable.

P. Se ha dicho que, en el pasado debate sobre el estado de la nación, Felipe González dio, de alguna manera, la alternativa a Miquel Roca.

R. No. Yo creo que esto ha sido una valoración excesiva. Minutos después de que Felipe González dijera esto, salía Guerra por los pasillos diciendo que todo esto no era más que el programa de un nacionalista catalán, queriendo desvalorizar mi intervención. A González le fue bien en ese momento la. táctica que siempre ha intentado, diciendo que el bueno es éste y no el otro. Lo que pasa es que Fraga y los demás se equivocaron tomándoselo en serio.

P. Teniendo en cuenta que las elecciones son en 1986, ¿no existe una cierta falta de tiempo para construir el PRD?

R. Ciertamente, no sobra tiempo. Desde ese punto de vista, el PRD sale con desventaja respecto de otros partidos. Pero tiene otra ventaja: de los que están implantados, uno se ha desgastado desde su acción de gobierno, no exitosa precisamente, y otro se ha desgastado en la medida en que ha sido incapaz de poder ofrecer una alternativa bien construida frente al socialismo. Por eso podemos llegar a un punto de salida en igualdad de condiciones. Yo digo que en las elecciones del 86 habrá tres tipos de votos: el masoquista, el perdedor y el que va a una tercera fuerza "a ver si con esto podemos hacer algo positivo".

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