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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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El dólar y la economía de EE UU

En la presente ocasión quisiéramos analizar a fondo el más importante de los mencionados factores, que es el económico, y a través de él intentaremos clarificar, dentro de lo posible, el comportamiento actual y futuro de la divisa norteamericana. Con ello no pretendemos sugerir que los otros factores que influyeron decisivamente en el valor del dólar no son, importantes, sino que, posiblemente, en la actualidad han perdido gran parte de su influencia.En efecto, los factores de tipo psicológico y político están ampliamente reflejados en el valor de mercado del dólar: hace ya muchos meses que la divisa norteamericana atrae capitales de todo el mundo en busca de un valor refugio que permita a sus dueños dormir con tranquilidad. Por otro lado, el poderío político de EE UU no es puesto en duda por nadie y el american way of life ha vuelto, después de una corta pausa, a ejercer su poder de fascinación sobre el resto del mundo.

El dólar fluctuará próximamente en función de los logros exclusivos de la economía que representa y en relación a los diferenciales de tipos de interés real entre EE UU y el resto de las economías occidentales. Es, pues, conveniente, para intentar el incierto y difícil ejercicio de predecir lo que puede suceder con la cotización de una moneda, situarla dentro de un cuadro macroeconómico lo más racional posible.

Ralentización de la expansión

La economía norteamericana está entrando en una fase expansiva más moderada, después del tremendo despegue alcista de los primeros meses del año. Es muy probable que el producto nacional bruto aumente este año, en términos reales, un 6,9%, lo cual representa un crecimiento más que respetable, que se reducirá posiblemente a la mitad el año próximo.

Esta contracción de la actividad económica no será ni muchos menos repentina, sino el producto de una sana evolución gracias a la cual posiblemente puedan evitarse brotes inflacionistas y sus perniciosas consecuencias. El PNB creció cerca del 9% en el primer trimestre de 1984, un 7,9% en el segundo, un 2,8% en el tercero y, como mencionábamos más arriba, un muy probable 3% durante los últimos tres meses de este año. Constatamos, pues, este mismo año una clara deceleración.

Por otro lado, la economía de EE UU está funcionando casi a plena capacidad, y es evidente que no es posible sostener el mismo ritmo de expansión de los seis primeros meses sin provocar profundos desajustes en la estructura de precios del país. La reducción en la actividad era, pues, deseada y esperada. Un ejemplo ilustrativo podría ser la debilidad del sector consumo. En efecto, la reducción de la actividad económica durante el tercer trimestre ha sido fundamentalmente causada por el retraimiento de los consumidores y su mayor tendencia de ahorrar.

Sin embargo, felizmente, el sector industrial ha tomado el relevo durante el tercer trimestre, cristalizándose en un aumento sustancial de las inversiones en bienes de equipo. El significado de estas cifras es sencillo: Estados Unidos seguirá creciendo, pero más moderadamente.

Si se confirma esta tendencia matriz de la economía americana, se puede vaticinar que el coste del dinero podría bajar, al no tener que aplicar la Reserva Federal el férreo control monetario que tantos éxitos le ha proporcionado en su despiadada lucha contra la inflación. Al ofrecer tipos de interés menos altos, el dólar podría ceder posiciones y mejorar a medio plazo su desastrosa balanza comercial, que posiblemente termine el año con cifras cercanas a los 130.000 millones de dólares.

Si bien el mencionado déficit es el fiel reflejo y consecuencia de la fortaleza del dólar, también tiene su lado positivo: al tener que competir con productos importados baratos, los fabricantes norteamericanos tienen que controlar minuciosamente sus precios y mejorar la competitividad y calidad de sus productos para no perder cotas de su propio mercado. Esta situación produce, paradójicamente, efectos antiinflacionistas, que a su vez permitirán, en una fase más avanzada del ciclo económico, que el dólar ceda posiciones y se reequilibre paulatinamente la balanza comercial.

Desequilibrio presupuestario

La realidad económica del gigante americano apunta, pues, a un crecimiento más moderado, y en términos de dólar significa, sin duda, que las próximas oscilaciones deberían ser de signo bajista. La situación, desgraciadamente, no es tan meridianamente sencilla, ya que subsiste el gran problema del desequilibrio presupuestario. En efecto, el Tesoro cerrará el presente ejercicio con un desequilibrio próximo a los 200.000 millones de dólares. Para financiarlo, las autoridades monetarias del país tienen que ofrecer a sus ahorradores y a los del resto del mundo tipos de interés atractivos. Consecuentemente, desde ese punto de vista, el dólar seguirá siendo una divisa apoyada por una demanda constante.,

Como cualquier otro producto del mundo occidental, el dólar se rige por la ley de la oferta y la demanda. La conclusión de lo anteriormente expuesto es que si bien la divisa americana puede tender a ceder posiciones ante un crecimiento económico más pausado, el espinoso problema del desequilibrio de las finanzas públicas surte efectos totalmente opuestos. La triste realidad es que la situación no puede mejorar a corto plazo, ya que el país y el Congreso necesitarían más de un año para implementar medidas que modifiquen de forma consistente la composición del presupuesto. Más aún, reducirlo parece todavía más difícil si se tiene en cuenta que algunos sectores interpretan la reducción de la actividad económica como una señal de que se va a entrar en un período marcadamente recesivo.

En este contexto no se podrán posiblemente tomar decisiones a corto plazo: será necesario negociar un consenso poselectoral entre republicanos y demócratas para aplicar un plan que posiblemente será el siguiente: aumentar los impuestos, reducir los gastos que no sean de defensa y frenar el crecimiento del presupuesto militar. Todos los analistas coinciden en que existe un acuerdo tácito entre las dos fuerzas políticas para articular un plan en tomo a las medidas recién mencionadas. Sin embargo, insistimos, se necesitará tiempo.

Constatamos, pues, que el dólar tiene componentes bajistas (crecimiento moderado) y alcistas (déficit presupuestarios). De la relación entre estas fuerzas opuestas nacerá un equilibrio que determine en gran parte el valor de la divisa norteamericana. La cuestión sería relativamente sencilla si se pudiese plantear en términos tan elementales y con unas variables estáticas. El problema es que estas dos componentes pueden variar considerablemente según evolucione la economía de EE UU. Hoy no queda más remedio que asumir una cierta dosis de incertidumbre, que, dicho sea de paso, es perfectamente reflejada por los vaivenes y nerviosismo de los mercados de divisas.

Sin embargo, nuestro propósito es, una vez planteado el problema, diseñar un marco lo más lógico posible para poder sacar una conclusión sobre el comportamiento futuro del dólar. Usaremos, pues, el siguiente cuadro macroeconómico para 1985: crecimiento moderado en torno al 3%, basado en el sector industrial; inflación del 5%; tasa de desempleo de 6,5%, con moderación salarial; fuertes necesidades de financiación del Tesoro americano y aumento de la capacidad de ahorro. En este entorno el dólar debería ir cediendo posiciones a medio plazo. ¿Por qué?

No debemos olvidar que todas las noticias alcistas, para la divisa norteamericana han sido ampliamente comentadas y digeridas por el mercado: déficit presupuestario con altos tipos de interés, valor refugio, estabilidad política y fuerte crecimiento económico. Cualquier dato de signo contrario sería, pues, una sorpresa para los money managers internacionales, y una gran masa de dinero caliente podría trasvasarse a otras divisas" invirtiéndose la tendencia de los últimos dos años.

Remedios del capitalismo moderno

Como la inflación es baja en EE UU, todo el mundo está de acuerdo en admitir que el déficit presupuestario es el principal responsable de los altos tipos de interés. Pues bien, es difícil creer que durante su segundo mandato una Administración conservadora republicana va a permitir que el desequilibrio de las finanzas del Estado se acentúe o incluso deje como herencia, al final de su mandato, déficit públicos de más de 200.000 millones de dólares...

El presidente Reagan no se ha caracterizado hasta ahora por tomar decisiones sorprendentes o imprevisibles. Parece más bien asesorado por un grupo de fríos tecnócratas y excelentes profesionales del capitalismo moderno, que saben muy bien qué remedios aplicar para mantener el poderío de su economía y el valor de su divisa. Sin embargo, como comentábamos anteriormente, Reagan no podrá incrementar los ingresos del Estado vía aumento de impuestos durante el ejercicio 1985, ya que los pr9supuestos han sido ya ratificados por ambas cámaras.

Por tanto, la cotización del dólar en el próximo trimestre va a depender muy mucho de la evolución de los tipos de interés en EE UU, y éstos, a su vez, reflejarán la capacidad de ahorro de los agentes económicos. Si, como está sucediendo en los últimos meses, seguimos asistiendo a un incremento de las tasas de, ahorro de los particulares, el choque entre la demanda de dinero público y privado será menos fuerte y permitirá reducciones del coste del dinero. Si, por el contrario, los americanos vuelven a su tendencia de gastar del primer trimestre de este año, o los capitales extranjeros se sienten menos atraídos por el paraíso norteamericano, podríamos asistir a nuevos repuntes de tipos de interés y con ello a nuevos altos de la divisa americana antes de fin de año. En conclusión, si bien la situación a corto plazo sigue siendo incierta, las tendencias básicas de la economía norteamericana apuntan, gracias a la moderación económica, a un recorte del valor del dólar.

Ahora bien, el ejercicio más complejo y arriesgado consiste, en función de lo anteriormente expuesto, predecir el Comportamiento de los mercados de divisas, y es que si los tipos de interés, posiblemente dentro de varios meses, tienden a ceder posiciones, el dólar habrá para entonces bajado más de las tres cuartas partes de su retroceso teórico. En efecto, todos los profesionales saben que los mercados tienden a anticipar eventos futuros. El dólar, con su vertiginosa carrera ascendente, ha digerido ya casi todos sus componentes alcistas. ¿Cuándo puede invertirse la tendencia? Nadie puede saberlo a ciencia cierta. Por ello, los que han tenido la suerte de estar subidos al tren del dólar deberían reflexionar, permitir que otros ganen los últimos céntimos y empezar a diseñar estrategias a medio plazo que les permitan conservar posiciones más equilibradas.

Carlo Ali Snurmacher y Salomon Benatar son licenciados en Ciencias Económicas por las universidades de Lausana y París, respectivamente, y ejecutivos de Shearson Lehman / American Express, Inc., Nueva York.

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