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Ana Obregón

Primero, segundo, tercer encuentro con Ana Obregón en Zalacaín. Cada amistad tiene su decorado, como cada amor -ay- tiene su argumento. Tanto o más que la persona, importa el mundo al que nos remite esa persona. Para un degustador de climas, como Maurois, para un recreador de climas, como Carpentier, para el sencillo cronista/memorialista, una persona es un clima, su clima. Hollywood Bolero, 10, Zalacaín, Los Angeles, Madrid, nuestra vieja amistad, Madrid.

Ay, tarde de lluvia llena de spleen de Madrid. Ay, 1980, qué lejos ya estás de mí, todo acabó como una luz que yo apagué ya. Juan Carlos 1 volvía de los toros, Plácido Domingo cantaba en el Real, y todo yo temblé de amor, mi bien, al verte tan bonita, pasando junto a mí. Lo cual que Ana llega con impermeable para la lluvia, oliendo a otoño y plexiglás. "Verás, Paco, he estado grabando una cosa con Plácido Domingo, nadie se atrevía, claro, yo me he limitado a recitar, no sé cómo habrá quedado, ¿qué te parece?, a lo mejor he hecho el ridículo, no sé, a Plácido lo conocí hace tiempo, está muy gordo, sí, ahora usa faja, cuéntame cómo es Carmen, él no es nada actor, claro, pero la voz, su voz, ¿cuatro horas de película?, qué coñazo". Ana de negro, Ana de prisa, Ana de Ana. Almuerza cosas ligeras. Pide Winston largo, no toma alcohol. "Ya lo sabes, Paco, yo andaba por Hollywood llamando de puerta en puerta, yo me he preparado, yo he trabajado mucho, lo que no quería era quedarme en una estrella del Hola. Hice Bolero, con la Derek (él les cae muy mal a los críticos, a él lo ponen a parir), estoy haciendo una seriee de televisión en América, he salido en programas muy importantes, donde a Julito Iglesias le costó cuatro años salir. Cuando le dije que salía yo, es que no se lo creía, Julito ha estado quince años trabajándose el mercado americano, y ahora ocupa un lugar que estaba vacante, el lugar del cantante sentimental que gusta a las señoras. Crosby o Sinatra. América ya no da eso, América da el rockero. Por eso Julio ha encontrado su sitio. Yo llevé a unos cuantos amigos americanos a un recital de Julio y se salieron a la mitad: mira, rica, éste será muy amigo tuyo, y compatriota, pero aburre a las culebras. La juventud americana pasa de Julio, es un cantante, para señoras, ya te digo, ahora están en Michael Jackson, todo menos Julito". Las verduras, los mariscos, el pescado a la plancha, el agua mineral, todo lo que puede decepcionar a los grandes maitres. Ni Ana ni yo vamos de gastrónomos. Sólo al final de la comida pediré una wodka con alcanfor de hielo. "Al cabo me pregunto si vale la pena, Paco, tú me comprendes, tú siempre me has comprendido bien: América es horrible. Te invitan a una cena de gala, donde todas las señoras están vestidas maravillosas, y donde te encuentras a los grandes monstruos del cine, por ejemplo, a Paul Newman con un efebo de quince años, porque parece que es lo que le gusta, y la gente, vestida de largo, elegantísima, epatante, en una casa que fue de Rita Hayworth en sus buenos tiempos, comiendo hamburguesas de pie". Le cuento que las hamburguesas se hacen, en Estados Unidos, con unas lombrices de tierra, especialmente cultivadas, que son pura proteína, y muy baratas.-No me digas eso, por favor, que tengo que volver allí. Me han ofrecido ser una chica/ Bond, pero yo eso para nada.

Empezamos a reírnos un poco.

-¿Y por qué no van a ser buenas -las lombrices, Ana?

-Tienes razón, Paco, pero me dan asco. Allí la comida es de plástico, y cuando un compañero te invita a una pizza, se supone que vas a pasar la noche con él. Se lo dije a uno: "Mira, amor, puesta a venderme, no me voy a dar a un tío por una pizza". No entendía nada, claro. Lo, he dicho por la televisión americana, en el programa de mayor audiencia: jamás tendría un amante americano, porque allí los hombres son computadoras. Y encima se ríen, les hace gracia, les parece bien. Cuánto echo de menos las viejas artes de seducción latinas. Lo ignoran todo de España. Creen que Don Quijote era un guerrero francés.

Ana está saludable y esbelta, acelerada y lírica.

-Hacía un año que no veníamos a Zalacaín, Paco.

-Tú has aprovechado ese año y yo lo he perdido, amor.

-No creas. Estoy un poco cansada de América. No comen más que plástico y los productores dan por supuesto que, porque cenas con ellos, te vas a acostar con ellos. A mí me llaman la española estrecha. Y no es estrechez. Es que los yanquis no me gustan. Sólo les interesa la cama, y de una manera mecánica.

-¿Vale la pena triunfar en Hollywood?

-No sé si vale la pena. Paco, yo soy un pájaro sin patas. O vuelo o me caigo. No puedo tomar tierra. Esta es mi tragedia.

-El pelo.

-Me peino como me da la gana, y vuelvo la espalda a los grandes productores, en una fiesta. No sé si así se hace carrera. Escribo mi diario desde los trece años. Ahora tengo veinticinco. Me han pasado muchas cosas, en toda Europa y toda América. Escribo fatal, pero si yo publicase algo de lo escrito, temblaría el mundo. Sí. A mí ha querido llevarme a la cama la gente más importante de la política, el cine y el dinero, en todas partes. Yo estudié periodismo, como sabes, pero no hago periodismo, y me indigna que, ahora, a la Preysler, le paguen millones por unas entrevistas que le escribe alguien. ¿Qué sentido tiene eso?

-Tus desnudos en Interviú.

-Pertenecen a un porno del que yo taché esas escenas. Alguien ha robado los fotogramas y se los ha vendido a Interviú en dos millones, mucho más de lo que yo cobré por aquel papel siniestro. Me niego al desnudo, por el que siempre me ofrecen millones, no por prejuicios ni por nada, sino porque no me apetece. No me gusta. En Hollywood, las chicas empiezan acostándose con el director de la Paramount y acaban con los que ponen los focos. Luego desaparecen. O sea, que eso no les conduce a nada. A Ingrid Bergman, por ejemplo, Hollywood no la sometió a ninguna humillación.

-¿Cómo es hoy Hollywood?-Hollywood, más que los estudios, son los restaurantes. Hay que hacer muchos restaurantes. O sea, hacer pasarela, como dirías tú. Yo he pasado por eso. Hace falta que la vean a una, que se fijen en una. Afortunadamente, ya lo tengo superado. -Julio Iglesias.-Antes de los grandes programas de televisión, te hacen una entrevista previa, a ver si vales. Julio fue rechazado la primera vez, y sólo aceptado dos años más tarde. Yo pasé el examen a la primera.-Estás a punto de conquistar Hollywood.-Quizá. Pero ahora no me interesa. Estoy cansada, decepcionada, aburrida. Siempre circulo por Sunset Bulevard con Paco de Lucía en la radio del coche. Necesito oír y sentir España continuamente. Temo quedarme sin raíces. Ser una apátrida. Vengo aquí y encuentro caras nuevas en las revistas, chicas que no son nadie y se han hecho famosas por un día. En América, la gente se prepara concienzudamente, en el anonimato, hacen muchas horas de estudio y de ballet, nadie piensa en llegar en un día.-¿Por qué ha vuelto a ganar Reagan?

-El país le adora. Son así.-¿Es cierto que hay una vuelta al puritanismo en la sociedad americana?

-Bueno, a mí me han llamado la atención por llevar bikini, y un bikini muy pequeño, en una playa. Todas las mujeres iban de bañador. Pero esto es convencional. La familia americana no existe, los padres se divorcian varias veces, los hijos se emancipan a los quince años, mientras que yo no puedo pasar cuatro días sin llamar a mi madre, aquí a España. Son hipócritas, sí, manejan una doble moral. Bañador completo en las playas, pero luego, en las cenas, la quieren ligar a una delante de la esposa, sin ningún recato. Se llega a añorar la gracia, el rodeo y el protocolo sentimental del hombre latino. Con aquellos ti pos no hay más que el sí o no.

- Rindamos tributo a la Prensa del corazón, Ana. ¿Quién es hoy tu amante?

-Ya te digo que los americanos, en general, no tienen ningún interés. Hay alguno que pasa los domingos en mi apartamento, con más fantasía, pero nos limitamos a tocar el piano.

Lleva gafas negras para la miopía, con cordoncito negro, lleva unas como cañerías delgadas a modo de collares y pulse ras, lleva un vestido negro, y en la velocidad de su vida, en la trepidación de su edad -25 años-, en el vértigo de su carrera, hay una quietud interior, una losa de tiempo y miedo que lo justifica todo. No toma sal, no toma carne, no toma postre, no toma nada, ejerce la autodisciplina sobre su cuerpo disciplinado. Es un tornado de juventud y perfume, de voluntad y belleza, que no se sabe muy bien adónde va.

-A veces me paro a pensar, Paco, qué he hecho en los últimos quince días, y me asombro de haber hecho tantas cosas y ninguna. ¿Por qué esta marcha? ¿Adónde voy yo? ¿De verdad me interesa lo que hago? Ahora admiro y envidio a actrices que he respetado siempre, como Charo López, por ejemplo. Ha sabido quedarse en su sitio, ser ella, insistir en lo mismo, hasta que la han reconocido. Qué nervios, trabajar con esa mujer maravillosa. Una vez me tocó ha cerlo. Quizá sea mejor su camino que el mío. Quizá haya que que darse en el sitio y esperar.

-El futuro.

-Volver a España y fundar una gran academia de baile.

-Tu gran nostalgia española.

-Los huevos fritos con chorizo.

-Plácido Domingo, aparte de la faja.

-Le han ofrecido hacer de Gayarre en una película, pero se niega porque, al parecer, Gayarre era homosexual.

-Los Ángeles.

-Una horterada.

-Bolero.

-Una mierda que está dando millones.

Y se la lleva la velocidad, esa urgencia de su vida, sobre la natural urgencia juvenil, que ni ella misma ha comprendido muy bien, nunca. Ahora comienza a preguntarse adónde va. "En todo caso, me traeré a España una experiencia de pro fesionalidad y rigor". Madrid bajo la lluvia y el paraguas. Pese a las gafas negras, los camioneros la reconocen y le dicen cosas. Es una esbelta fuerza desatada que no va a ningún sitio. Todo su encanto es su velocidad.

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