Frialdad en la apertura de negociaciones para la retirada israelí de Líbano
Las negociaciones entre representantes de los Gobiernos de Beirut y Tel Aviv sobre la retirada del Ejército israelí del sur de Líbano comezaron ayer por la mañana en Nakura, en un ambiente de gran frialdad, en el que las dos delegaciones omitieron saludarse y no se dirigieron, al principio, directamente la palabra. Patrocinada por la Organización de las Naciones Unidas, la sesión de apertura de la negociación se produjo en el cuartel general de los cascos azules de la ONU, situado en territorio libanés, a escasa distancia de la frontera israelí, en medio de estrictas medidas de seguridad para evitar un eventual atentado de la temible! organización terrorista Jihad Islámica (Guerra Santa Islámica), que proclamó su oposición a cualquier tipo de diálogo con Israel.
Al contingente de Ghana, que habitualmente protege la sede de la Finul, se sumaron ayer tropas de Noruega, Islas Fidji y, sobre todo, Francia, que a primera hora de la mañana rastrearon el edificio en busca de explosivos, mientras la Marina y helicópteros israelíes patrullaban por la zona.A las 10.30 horas, ambas delegaciones militares, presididas por los generales Mohamed Haj, gobernador militar de Beirut, y Amós Gilboa, director adjunto del Departamento de Planificación del Ejército judío, se sentaron sin ni siquiera darse la mano en torno a la mesa triangular, en la que también tomó asiento el comandante en jefe de la Finul, el general irlandés William Callaghan, que actuó de intermediario entre libaneses e israelíes hasta que, después de almorzar, se dirigieron, por fin, directamente la palabra. A partir del próximo lunes, libaneses e israelíes se reunirán en Nakura tres veces por semana.
A pesar de los síntomas de tensión que salpicaron la primera sesión, el portavoz de la parte israelí, teniente general Yonah Gazit, no dudó en afirmar que las conversaciones se inauguraron en medio de un "ambiente tranquilo y relajado".
La frialdad del encuentro refleja las profundas divergencias entre los representantes de ambos países, enfrentados después de que el presidente libanés, Amín Gemnayel, abrogase en marzo, presionado militarmente por su oposición prosiria, un primer acuerdo sobre la evacuación israelí concluido en mayo de 1983.
Ahora libaneses e israelíes no están ni siquiera de acuerdo sobre el marco jurídico en el que se desarrolla la negociación, en la que Israel parece más interesado que las autoridades del país ocupado, al haber perdido el pasado miércoles a un soldado más -que hace el número 601 desde que se inició la invasión hace casi dos años y medio-, muerto durante un ataque llevado a cabo en Sidón por elementos de la denominada resistencia nacional.
Mientras los libaneses mantienen que las conversaciones de ayer constituyen una prolongación de las reuniones de la comisión del armisticio líbano-israelí de 1949 -denunciado por Israel en 1967-, los israelíes aseguran que se trata de un encuentro auspiciado por las Naciones Unidas. Las modalidades de la retirada -por etapas, como lo desea Israel, o de una sola vez, como lo pide Líbano- constituyen una segunda divergencia.
Pero el gran escollo de la negociación que salió ya ayer a relucir es el papel que jugará, una vez acabado el repliegue de las tropas judías, la milicia proisraelí del Ejército del sur de Líbano (ESL). Tel Aviv pretende que custodie la franja fronteriza, desde el lado libanés,mientras Beirut sostiene que reconocer a este "grupo de mercenarios" sería una renuncia inaceptable de su soberanía sobre parte de su territorio meridional, que debe controlar totalmente su Ejército, según indicó un portavoz libanés.
El general Antoine Lahad, jefe de esta fuerza, esencialmente compuesta por combatientes cristianos, se mostró ayer "muy poco esperanzado" sobre el éxito del díálogo de Nakura.
Al norte de esta franja que controlaría el ESL, ambas capitales podrían, en cambio, ponerse de acuerdo para que el Ejército libanés, secundado por la Finul, cuyos efectivos serían duplicados hasta alcanzar los 12.000 hombres, se. haga cargo de la seguridad. Israel pidió justamente ayer, en Nakura, una ampliación del mandato de los cascos azules para que puedan detener a los palestinos que efectúen operaciones antisraelíes.
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