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Crítica:MÚSICA CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La fantasía de Bach y la pasión de Brahms

Recital de Luis Miguel Correa y Susana Marín

Obras de Brahms, Schumann, Falla, Fauré y Cassadó.Ciclo Bach, por Gonçal Comellas y Pablo Cano. Sonatas para violín y clave.

Fundación Juan March. Madrid, 29 y 31 de octubre.

Continuando sus ciclos Conciertos del Mediodía y La música para cuerda de Juan Sebastián Bach, la Fundación March ha presentado al violonchelista Luis Miguel Correa con la pianista Susana Marín, y al violinista Gonçal Comellas con el clavecinista Pablo Cano.

Correa, hijo de otro gran violonchelista, y como él profundamente formado en España y fuera de ella, tocó muy bien la Sonata en mi menor de Brahms. Él y su colaboradora la abordaron con pasión y sin reserva, y al mismo tiempo desde una seguridad de concepto y una voluntad lírica admirables. Actitud que, lógicamente, serviría para exponer las maravillosas Piezas de fantasía, op. 75, de Robert Schumann, para servir a otro ideal sonoro y una distinta remansada forma de cantar en la Elegía de Gabriel Fauré. Nunca estuvo la música tan confundida con la poesía. y no en vano un poeta / músico grande como Gerardo Diego tuvo para el maestro francés ideas y versos bien significativos.

La Suite popular española, de Falla -o sea, la transcripción para cello de seis de las siete canciones populares realizada por Marechal a partir de la versión violinística de Kochanski, con el consentimiento y la revisión de don Manuel- y los brillantes y garbosos Requiebros, de Gaspar Cassadó, abuelo musical de Luis Miguel Correa, completaron un recital de gran categoría. Todas las salas disponibles de la Fundación March estuvieron llenas de un público que, muy justificadamente, aplaudió a Correa y a Susana Marín.

Tenemos la suerte en Madrid de contar con la presencia del violinista gerundense Gonçal Comellas, y me parece que no la estamos estimando y aprovechando como sería debido.

Comellas es artista de una pieza, y su lugar en la violinística española es muy alto desde los primeros días de su carrera. Está dotado y sabe; tiene instinto y uso artístico de la razón. Su afinación, su sensibilidad sonora, extremadamente refinada, la nobleza y gracia de su fraseo y la estabilidad de s ritmo interior nos vencen y con vencen.

El Bach de Comellas

Todo ello quedó bien demostrado en las Sonatas para violín y clave números 1, 3 y 6, en si menor, mi mayor y sol menor, respectivamente, de Juan Sebastián Bach. Asombrosas creaciones que nos descubren a cada paso la imagen de un Bach diferente y, por supuesto, mucho más innovador y perdurable del que por un momento pensó su hijo Felipe Manuel. Álvaro Marías, en el agudo y excelente trabajo escrito que acompaña el programa, se interna con afán sintético por la selva espléndida de Juan Sebastián para subrayar todos los mundos de su obra: estructurales y plásticos, rigurosos y plenos de fantasía. ¡Qué hallazgo toda la sexta sonata en su misma formulación!

Sin beatería ni concesiones, el Bach de Comellas resulta enorme mente atractivo: vivo, coloreado, estructurado con naturalidad. La colaboración del clavecinista barcelonés Pablo Cano fue, como es habitual en él, brillante, imaginativa y tocada de cierta taquicardia no por pasajera y leve menos advertible.

Siempre que escuchamos a Cano nos da la impresión de que, paradójicamente, su lucha es contra su enorme facilidad, su desbordada dotación. Una cosa es cierta: el dúo Comellas/Cano consigue un Bach palpitante, vivo, por cuyo pentagramas ni siquiera llega a in tuirse la amenaza tan frecuente todavía de lo museal.

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