El Cesid espió a un coronel al que confundió con un asiduo visitante de la Embajada soviética
El Centro Superior de Información para la Defensa (Cesid), organismo que controla los servicios de espionaje y contraespionaje españoles, sometió a vigilancia, "por error y durante algún tiempo" al coronel de Infantería Miguel Vargas Morillo, a quien confundió con un ciudadano español, de características muy similares, que frecuentaba la embajada soviética en Madrid, según supo este periódico de fuentes militares de toda solvencia.
Del hecho, ocurrido meses atrás, y que ha trascendido ahora, llegó a tener conocimiento el propio afectado, a quien le fue presentado todo tipo de disculpas. El coronel Vargas Morillo, de 56 años, ostenta actualmente el mando de la Primera Circunscripción de la Policía Nacional, en Madrid, destino al que accedió, al ascender a su nuevo empleo, desde la Academia Especial de Oficiales de este cuerpo, con sede en la localidad de El Escorial. Pertenece a la 7ª Promoción del arma de Infantería y es jefe especialista en carros de combate, aunque desde hace tiempo presta sus servicios en la Policía Nacional.Las fuentes consultadas indicaron que el coronel Vargas "es un hombre de vida metódica y conducta intachable", y aún no comprenden como pudo ser confundido con otra persona y sometido a vigilancia por agentes del Cesid, órgano que, según la legislación vigente, tiene como misión "obtener, evaluar, interpretar y facilitar al ministro de Defensa cuanta información, sea necesaria e interese a la Defensa Nacional". El Cesid lo dirige, desde antes de la llegada de los socialistas al Gobierno, el general de brigada Emilio Alonso Manglano.
La vigilancia de militares por agentes del Cesid se está convirtiendo en "una práctica normal", según las fuentes consultadas. Recientemente, un grupo de jefes y oficiales del Ejército detectó la presencia de agentes de este organismo merodeando por una cafetería de la calle de Prim, en Madrid, justamente frente a una de las puertas de acceso al Cuartel General del Ejército.
Esta cafetería es frecuentada, en horas del aperitivo y del almuerzo, por numerosos jefes, oficiales y suboficiales del Ejército de Tierra, que suelen aprovechar sus horas Ubres de mediodía para reunirse entre ellos o mantener citas como amigos civiles. La cafetería a la que acuden los militares a mediodía es en horas de la noche un habitual lugar de reunión de homosexuales.
Las fuentes consultadas indicaron que esta sensación de seguimiento está extendida en algunos militares que tienen familiares directos o amigos vinculados a organizaciones de izquierda y colectivos pacifistas o anti OTAN. Éste parece ser el caso del profesor universitario segoviano Francisco Gozalo Viejo, cuyo caso, también por un error de los servicios secretos, salió recientemente a la luz.
Gozalo Viejo, que había residido en Polonia, es hijo de un militar fallecido y tiene un hermano en Madrid con el empleo de capitán de Artillería. El Cesid advertía su condición de hijo de militar y le acusaba de "antimilitarista".
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