Asesinado el cura polaco secuestrado, según el ministro del Interior
El ministro del Interior polaco, general Czeslaw Kiszczak, anunció anoche en la televisión polaca que un capitán, funcionario del Ministerio del Interior, Grzegorz Piotrovski, de 33 años, confesó haber matado al sacerdote Jerzy Popieluszko, de 37 años, que el viernes 19 de octubre había sido secuestrado en las proximidades de Torun, ciudad situada a 220 kilómetros al norte de Varsovia.
El capitán mató al sacerdote, famoso por su postura de oposición radical al régimen, con la complicidad de otros dos tenientes del Ministerio del Interior que todavía no han confesado su delito. Kiszczak se presentó ante las cámaras de televisión vestido de uniforme, leyó con gesto grave su alocución y dijo que las autoridades todavía no han encontrado al secuestrado porque las declaraciones de los de tenidos se contradicen y además dieron pistas falsas para confundir a la policía. Sin embargo, el capitán Piotrovski confesó que mató al sacerdote.Las investigaciones policiales en el lugar del secuestro no dieron resultado. Además del capitán Piotrovski, un matemático que trabajaba desde hace ocho años en el Ministerio del Interior, los otros detenidos implicados en el caso son los tenientes Waldemar Cheielevski, de 29 años y siete de servicio, y el experto en electrónica Leszek Pekala, de 32 años y siete de servicio. Los dos tenientes declararon que habían actuado en cumplimiento de las órdenes recibidas del capitán.
Uno de ellos declaró que abandonaron al sacerdote en las proximidades de Torun, pero la policía no encontró ni rastro del secuestrado, y fue, casi con seguridad, asesinado.
El ministro del Interior dijo que el autor del crimen afirmó haber procedido por motivos políticos porque las autoridades no intervinieron con energía suficiente contra los sermones del sacerdote Popieluszko se había distinguido por su oposición al régimen. En la iglesia de San Estanislao de Kostka, donde ejercía de coadjutor, organizó ya en febrero de 1982, tan sólo dos meses después de la declaración de la ley marcial, las llamadas misas patrióticas, que se celebraban el último domingo de cada mes. En las misas patrióticas se congregaban miles de personas que escuchaban poesías contra la opresión y rezaban para pedir la libertad de los presos políticos y de la patria oprimida.
Contra Popieluszko se abrió un sumario judicial por sus actividades, y las autoridades le acusaron de ocultar, en una vivienda no registrada a su nombre en Varsovia, propaganda subversiva e incluso explosivos, lo que nunca se demostró claramente. Tras interrogarle la policía, el sacerdote quedó en libertad y mantuvo su actividad contra el régimen. El 22 de julio, su sumario quedó sobreseído, al concederse la amnistía en Polonia con motivo de los 40 años de implantación de la república popular.
El general Kiszczak dijo, en su alocución televisiva, que "todos los autores tienen que ser conscientes de que les amenaza la pena de muerte si el tribunal les considera culpables". El ministro advirtió también a los "enemigos del Estado para que no intenten sacar capital de la tragedia humana ocurrida y que no intenten aprovecharse de la emoción popular para provocar hechos de consecuencias imprevisibles".
La hipótesis más coherente sobre el acto criminal apunta a un sector de los servicios secretos que parece trata de provocar una situación delicada para el general Wojciech Jaruzelski y su equipo, a los que consideran excesivamente blandos. El crimen ha ocurrido cuando las tensiones sociales habían aminorado en Polonia y el país atravesaba una fase de tranquilidad.
En Varsovia concluyó ayer el 17º pleno del Comité Central del Partido Obrero Unificado de Polonia (POUP, comunista), que aprobó una resolución de ocho puntos en la que se reconocía -hecho insólito en un país del llamado socialismo real- la intervención en el secuestro de Popieluszko de elementos "que utilizan medios ajenos a la ideología leninista" y cometen "actos de bandidaje y terrorismo".
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