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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Libertad para Abouchar

EL CASO Abouchar -el periodista francés condenado en Afganistán a 18 años de prisión- levanta de nuevo el tema de la zona donde la URSS se empantana en una situación sin salida. Se está produciendo en torno a esta barbarie un movimiento de solidaridad de los periodistas que trata de defender una profesión obligada a acudir a los puntos de litigio, pero también y sobre todo de defender la libertad de información como derecho de los ciudadanos de este mundo. Por lo demás, la propia agresión a la libertad de informar y a las libertades todas que el caso pone de relieve, no hace sino resaltar la dureza soviética, sin consideración siquiera de su propia conveniencia, cuando se encuentra en una situación embarazosa.En Afganistán, un cuerpo expedicionario que se evalúa entre 100.000 y 200.000 hombres, no han bastado para sofocar la oposición al régimen, alentada por los Estados Unidos y armada desde Pakistán; los esfuerzos diplomáticos por llegar a unos compromisos con dicho país que suprimieran ese territorio como santuario de los rebeldes, campo de rearme y adiestramiento, no han dad.o ningún resultado real. Pakistán tiene su propio mie lo y en algún punto se emparenta con el soviético: el del integrismo musulmán y la exportación de la revolución chiita que hace Irán. Lo que hizo la URSS en Afganistán fue algo más que apoyar un Gobierno comunista: fue tratar de establecer un dique en su frontera, la cual para muchos habitantes de la zona no existe, frente a la expansión jomeinista del islamismo.

Ahora, cada día parece más claro que la URSS no puede quedarse en Afganistán, pero tampoco marcharse. Si retira sus tropas, el Gobierno fantasma caerá inmediatamente. Pero mientras tanto la presencia soviética ha conseguido una mayor unidad entre los diversos movimientos políticos afganos: es unánimemente detestada. Apenas ha conseguido poner el filtro par a que el mal islámico no penetre en su territorio (sólo está realmente contenido por la fuerza y el espionaje interiores) y, en cambio, ha hecho perder a la URSS adhesiones, credibilidad y apoyos en el Tercer Mundo, y no sólo entre los musulmanes. Para su desgracia, el Partido Islámico afgano de Golbodin Hekmatyar sí va recibiendo apoyos y posibilidades de llegar a ostentar una representación global de la resistencia: está en vías de llegar a ser el grupo -o la cabeza de coalición- que llegara a ofrecer un Gobierno alternativo al prosoviético actual. En resumen, todo un desastre para Moscú.

La detención, juicio sumario y condena del periodista frarcés Abouchar parece demostrar que la URSS reduce por el momento la posibilidad de una salida negocia day elige una forma, cuya espectacularidad conoce, de maitifestar la persistencia de su ocupación y su decisión de elevar la represión hasta el límite. No es, naturalmente, un acto instintivo, ni mucho menos se puede achacar a la. crudeza sola del Gobierno afgano. Desde la detención a la condena ha habido tiempo de rectificar o de encontrar una salida.

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La agitación mundial en torno al caso Aboluchar tiende lo mismo, a obtener la liberación del periodista que a llamar la atención sobre las agresiones a la libertad de expresión. Es curioso que la condena del reportero se produce en un contexto en el que la URSS viene apoyando las tesis corporativistas que bajo el pretexto de la protección de los periodistas tratan de recortar la capacidad informativa mediante la expedición incluso de una especie de carnet internacional de periodista. La condena del reportero pone una vez más de relieve los deseos de control que los gobiernos expresan sobre toda actividad informativa y la reluctancia -incluso con métodos crueles- de los países del bloque socialista a facilitar el libre tránsito de corresponsales. La solidaridad con Aboluchar no responde solo a un movimiento gremial. La defensa de la libertad de informar es básica a la noción de la democracia. La resistencia del director de los servicios informativos de RTVE a expresar esta solidaridad, solicitada oficialmente por los compañeros de Abouchar, habla bien a las claras del miserable concepto que de la libertad se practica en la televisión de Calviño. Exigir la libertad de Abouchar es clamar por la libertad de todos.

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