De la retórica dura al 'deshielo' con la URSS
Los aspectos de la política internacional estadounidense afloran en la campaña electoral marcados por la radicalización de las relaciones exteriores de la Administración del presidente Ronald Reagan, mientras que las alternativas que ofrece el demócrata Walter Mondale arrastran, un poco, la imagen del pasado, cuando Mondale fue vicepresidente con la Administración Carter, a lo largo de toda la crisis de Irán.La política exterior, en sus grandes capítulos de relaciones con la Unión Soviética, situación en Centroamérica y crisis de Oriente Próximo, será objeto de polémica entre el presidente Reagan y el candidato demócrata, Mondale, en el debate del próximo domingo, en Kansas City (Misuri), al que se concede una importancia especial en un momento de baja en los sondeos de opinión para el presidente Reagan frente a Mondale.
En las relaciones bilaterales con la URSS, Reagan ha mantenido a lo largo de su primera Administración un lenguaje retórico y duro, acompañado de un pragmatismo no menos firme en materia de modernización del arsenal militar norteamericano. Reagan no ha llegado a ningún acuerdo importante con la URSS, a diferencia de las anteriores Administraciones. Nixon, Ford y Carter negociaron compromisos armamentísticos con los soviéticos y celebraron reuniones en la cumbre.
Ruptura del diálogo
A la intransigencia soviética de desmantelar parte de los -misiles de medio alcance SS-20, la Administración Reagan opuso las decisiones tomadas en el seno de la OTAN, en noviembre de 1979 (durante la Administración Carter), de instalar nuevos misiles de alcance medio en Europa occidental, hecho que provocó la ruptura a finales del pasado año del diálogo EE UU-URSS, en Ginebra, que ya había sido previamente envenenado por el derribo del avión surcoreano que violó el espacio aéreo soviético y por la invasión estadounidense de la isla de Granada. Sin embargo, de cara a una eventual segunda Administración Reagan, Estados Unidos adoptó un lenguaje más moderado a la hora de referirse a la Unión Soviética. Reagan propuso reuniones periódicas a alto nivel entre los dos países durante el discurso que pronunció ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, en Nueva York, el pasado 25 de septiembre. Dos días después, el ministro soviético de Asuntos Exteriores, Andrei Gromiko, respondió con una retórica dura a las ofertas de Reagan, lo que no impidió la celebración del histórico encuentro Reagan-Gromiko el 28 de septiembre en la Casa Blanca.Ese acercamiento entre la Administración Reagan y los dirigentes soviéticos se vio confirmado, como tendencia, con las nuevas ofertas de negociaciones lanzadas por el premier soviético, Konstantín Chernenko, en una entrevista al diario The Washington Post. Todos estos detalles constituyeron los principales síntomas de que algo está cambiando en el ambiente de las relaciones EE UU-URSS, prometiendo una vuelta al redil de las negociaciones.
Desde un punto de vista electoral, el giro de Moscú favorece más a Reagan que a Mondale. Sobre todo teniendo en cuenta que una de las grandes bazas electorales de los demócratas era que Reagan ignoraba a los soviéticos y no estaba dispuesto al diálogo. Actualmente, a menos de tres semanas de la elección presidencial en EE UU, Moscú parece haber decidido anticipadamente su voto, con vistas a una eventual acomodación con la continuidad del equipo republicano Reagan-Bush. Para Reagan, Estados Unidos se "desarmó un¡lateralmente" durante la Administración Carter-Mondale, entre 1977 y 1981), facilitando el rearme de la URSS. Reagan ha cubierto el lapsus, argumentan en la Casa Blanca, y "estamos mejor preparados para el diálogo". También consideran en Washington que bajo el mando de Reagan han mejorado las relaciones con los aliados de la OTAN.
Otro de los capítulos decisivos de la política exterior -tema en el que Reagan no puede sumar ningún éxito espectacular a su favor, pero tampoco puede achacársele ninguna crisis decisiva- versa alrededor de Oriente Próximo. Reagan propuso un plan de paz para Oriente Próximo, en septiembre de 1982, basado en la creación de un Estado palestino en Cisjordania asociado a Jordania. La idea no prosperó. La radicalización de la guerra de Líbano dio paso a la creación de una fuerza multinacional pacificadora inspirada por Washington. Reagan tuvo que dar marcha atrás ante las críticas recibidas en el Congreso y la opinión pública por la presencia de mar¡nes en Líbano. Tuvo que afrontar, igualmente, los tres atentados mortales (con más de 300 muertos) que han sufrido los estadounidenses en Líbano.
La crisis centroamericana
En Centroamérica, la Administración Reagan ha lanzado al primer plano la situación en El Salvador y Nicaragua, recordando que bajo la presidencia Reagan "ningún otro país ha caído bajo la influencia del comunismo, y hemos devuelto la libertad a la isla de Granada". Tanto Reagan como su vicepresidente George Bush no ocultan que una segunda Administración republicana continuará apoyando, a través de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), las acciones de la guerrilla antisandinista, al tiempo que EE UU rechaza los compromisos de paz del Grupo de Contadora y critica a Mondale por no haber denunciado el viaje que realizó a Cuba Jesse Jackson, que fue aspirante en el Partido Demócrata a la designación de de candidato presidencial.Mondale defiende las soluciones políticas para Centroamérica, pero sin excluir acciones de boicoteo contra Nicaragua, o incluso el uso de la fuerza militar, aunque .corno último extremo". Tanto republicanos como demócratas temen, en definitiva, una revolución centroamericana que pueda contagiar al gran vecino mexicano.
En otros foros de relaciones exteriores, Reagan reafirmó el interés de EE UU por China, con el viaje a Pekín en primavera de este año, sigllendo los pasos del presidente republicano Richard Nixon, que hace poco más de una década restableció las relaciones entre China y Estados Unidos. En el continente africano, la política de la Administración Reagan ha sido de acercamiento a África del Sur, desmantelando los esfuerzos de la Administración Carter, que intentó aislar al régimen de discriminación racial de Johanesburgo.
Por último, en las instituciones internacionales de orden político o económico, desde la Unesco al Fondo Monetario Internacional o al Tribunal Internacional de Justicia (TIJ), la Administración Reagan ha ganado puntos al imponer sus criterios o, simplemente, re.chazar argumentos internacionalistas cuando, por ejemplo, el TIJ condenó a EE UU por el minado de los puertos nicaragüenses.
En definitiva, en relaciones exteriores, Ronald Reagan se encuentra, para la mayoría de los norteamericanos, en un momento de auge nacionalista, y es el líder que ha recuperado el prestigio de EE UU en la escena internacional, sin que parezcan confiar demasiado en que Mondale, vicepresidente durante la crisis de Irán, pueda hacerlo mejor en el futuro.
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