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El debate sobre la estrategia a seguir para desbancar al PSOE provoca fuertes tensiones en Alianza Popular

Las discusiones sobre la táctica y la estrategia que Alianza Popular debería seguir para poder desbancar a los socialistas en las próximas elecciones generales de 1986 están provocando ya fricciones en los órganos dirigentes del principal partido de la oposición, la mayor parte de cuyos vicepresidentes discrepa semipúblicamente de los más recientes pasos dados por el presidente, Manuel Fraga. La fallida incorporación de Carlos Ferrer Salat al partido, el por ahora también fallido -aunque no cerrado- intento de desembarco de Antonio Cortina, las discrepancias internas en Cataluña y las tentativas de algún sector de restar poderes al secretario general, Jorge Verstrynge, son algunos datos que ilustran la fluida situación que se vive en AP. Varios dirigentes del partido admitieron, en el curso de la pasada semana, hallarse "algo desconcertados" ante recientes decisiones de Fraga, y no ocultaron sus reticencias hacia la política de "crecimiento como sea" practicada por él. No obstante, nadie pone en duda la capacidad de liderazgo del presidente del partido, y todos mantienen que "es el único capaz de llevarnos a la victoria en 1986", aunque alguno añade que eso será "siempre que se oriente correctamente nuestra política de oposición".

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Todos los vicepresidentes de AP, comenzando por los influyentes Miguel Herrero, Jose María Ruiz Gallardón y Alfonso Osorio, se mostraron contra la incorporación del ex presidente de la CEOE, "al menos en los términos de delfinato como se presentaba". La excepción fue Abel Matutes, padrino de la operación. Esa oposición, y el escaso entusiasmo mostrado por la CEOE en torno a la operación Ferrer, acabaron por hacer que éste desistiera de sus planes. El fracaso de esta operación, que contaba con el pleno respaldo de Fraga, ha hecho que la distancia entre Matutes, presidente del poderoso comité electoral, y algún otro vicepresidente, señaladamente Alfonso Osorio, se incremente.

Sin embargo, incluso Matutes pareció mostrarse desconcertado cuando en el cuartel general de la madrileña calle de Génova comenzaron a tomar cuerpo los rumores que hablaban de un próximo desembarco, en calidad de coordinador general o similar, de Antonio Cortina, ligado a una empresa de seguridad y a otra de organización, y quien, ya en 1975, participara en la creación de GODSA, gabinete de estudios -que aún subsiste- que se convirtió en el embrión de Reforma Democrática primero; de Alianza Popular después, y cuyos hombres -Carlos Argos, entre ellos- parecen recobrar protagonismo en el partido.

Nadie, tal vez con excepción del propio Fraga -que ha minimizado la trascendencia del asunto Cortina-, parece conocer en qué consisten exactamente los informes elaborados por el recién llegado. Sin embargo, al menos cuatro coordinadores de área -José Ramón Calero, territorial; Rodrigo Rato, sectorial; Jose María Aznar, autonomías, y Javier Carabias, electoral- se sintieron inicialmente amenazados ante lo que se consideraba una entrada fuerte de Cortina en la escena aliancista, impulsado, se decía, por la patronal catalana, vía Manuel Millán, e, indirectamente, vía Alfredo Molinas, presidente de la patronal Fomento.

El propio Jose María Cuevas, presidente de la CEOE, podría, se afirmó, no ver con malos ojos el proyecto. Pese al desconocimiento de los términos exactos del papel que Cortina pueda haber presentado a Fraga, en la calle de Génova se cree saber que la proyectada reestructuración consistiría más bien en un reforzamiento del aparato del partido, sustituyendo a determinadas figuras clave.

Acoso a Verstrynge

Si los más estrechos colaboradores de Verstrynge fueron presa de la mayor inquietud, la sensación suscitada en el joven secretario general por la presencia de Cortina en los pasillos de la sede de la calle de Génova podría calificarse como de auténtica alarma. Hasta el punto de que los rumores, oficialmente desmentidos, llegaron a asegurar que Verstrynge había puesto su cargo a disposición de Fraga. Con mayor certeza puede afirmarse que se produjeron al menos dos encuentros entre Verstrynge y Cortina, tratando de llegar a algún tipo de colaboración, lo que no se ha logrado. Contra lo que en algún momento llegó a suponerse, incluso a nivel de dirigentes medios de AP, los intentos de incorporar a Cortina al aparato del partido, en algún puesto que no tuviera carácter orgánico, no estaban urdidos por ninguno de los diversos adversarios que, desde frentes igualmente diversos, conspiran contra los poderes de Verstrynge, a quien se achacan todos los errores a partir del descalabro en las pasadas elecciones autonómicas de Catalunya.

Las acusaciones, ya no tan veladas, de algún vicepresidente insisten en achacar a Verstrynge una cierta responsabilidad en conflictos provinciales como los surgidos en Málaga o Salamanca. En esta última provincia se celebra hoy un decisivo congreso. En los momentos actuales, la mayor parte de los vicepresidentes de AP se muestran favorables a un recorte de las atribuciones del secretario general, quien, pese a ello, y contando con un total apoyo de Fraga, mantiene un importante grado de control sobre el partido.

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