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La calle del jazmín

Rosa Montero

Antes fue Vicálvaro, y el polígono Actur de Zaragoza. Ahora es la madrileña calle del Jazmín. Barriadas enteras en pie de guerra contra los gitanos. Una lucha fatal que a veces pasa por la quema de chabolas, piras reales o simbólicas en las que abrasar al pueblo oscuro. Los vecinos de la calle del Jazmín llevan desde febrero sin calefacción ni agua caliente, sin iluminación en las aceras, sin recogida de basuras. Ahora se han unido para impedir la entrada de gitanos en el barrio: no quieren concederles ni el precario privilegio de vivir en los mismos pisos de protección oficial en que ellos viven, o sea, en esa calamidad urbana e infrahabi table.Junto a mi casa hay un asentamiento de gitanos. Chabolas tambaleantes, uralitas y cartones de color polvo, de color barro o de color nieve, dependiendo de las condiciones climatológicas El otro día me crucé con un par de adolescentes del poblado. Eran unos zangolotinos de carnes escuetas, con ropa a la moda y un ritmo travoltiano en las caderas. Tan coquetos y graciosos como cualquier quinceañero del país, como estudiantes de BUP de piel bronceada. Tan iguales y sin embargo tan distintos. Porque se acercaron a mí y me enseñaron una hojita inipresa: "Oye, ¿nos puedes decir qué pone aquí, por fávor? Es que no sabemos leer". Era la letra de una canción cualquiera, un te quiero, me quieres, duduá, una necedad de grupo moderno y superventas. "¿Ves? Te dije que era una poesía", comentó uno de los chavales. Y se marcharon cimbreantes y contentos, desesperadamente analfabetos, condenados.

En un país en crisis como-el nuestro en el que hasta los ingenieros están en paro, estos muchachos ciegos a las letras no tienen más futuro que el atraco. Atrincherados en su hoyo sin luz, sin calefacción ni agua, los vecinos de la calle del Jazmín se niegan a concederles un lugar en el mundo. En esto los vecinos son sin duda racistas e inhumanos, pero'también son víctimas. No es de ellos la culpa de este largo olvido, del exilio colosal de los gitanos.

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