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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La ambigüedad de unas entrevistas

LAS ENTREVISTAS celebradas por Andrei Gromiko en Washington con el presidente Reagan y el secretario de Estado Shultz han dado lugar a dos presentaciones totalmente divergentes: una versión norteamericana optimista, expresada incluso personalmente por Ronald Reagan, insistiendo en que inician un acercamiento, una mejoría de las relaciones. Y una versión soviética pesimista, aireada por la agencia Tass, diciendo grosso modo que Andrei Gromiko no ha encontrado nada nuevo en las posiciones de EE UU, y reiterando las duras acusaciones de Moscú sobre las responsabilidades de Washington por la agravación de las tensiones, la carrera de armamentos y la ruptura de las conversaciones de Ginebra.Cabría deducir que Gromiko ha hecho un regalo a Reagan en plena campaña electoral; que la URSS ha cometido un error grueso, pues tenía la esperanza de lograr con la visita a la Casa Blanca algo que luego no ha encontrado. Tal interpretación es absurda: Gromiko sabía de antemano, más o menos, lo que iba a escuchar en sus entrevistas; su viaje ha sido el resultado de una decisión del Gobierno de la URSS, que, modificando un criterio anterior, consideró conveniente aceptar la invitación de Reagan a una conversación de alto nivel. Tal decisión sería incomprensible si el Gobierno soviético no hubiese llegado a la conclusión de que Reagan seguirá en la Casa Blanca en los próximos cuatro años. Pero considerar sólo el aspecto electoral no permite llegar al fondo de la cuestión. En un mundo bipolar, con las terribles acumulaciones de armas nucleares, el intercambio, el diálogo entre las dos superpotencias es una necesidad objetiva, a la que ninguna de ellas puede sustraerse. Incluso en un clima de máxima frialdad, de tensión, de invectivas, la URSS y EE UU necesitan mantener abierto el camino del diálogo. Ello explica, al menos en parte, que la URSS decidiera aprovechar el cambio de tono que apareció en la actitud de Reagan después de los anatemas antisoviéticos de la convención de Dalias, y dar una respuesta no totalmente negativa a las ofertas más o menos sonrientes que partían de la Casa Blanca. La URSS sabía que ayudaba con ello al candidato Reagan, e intentó rebajar los efectos de esa ayuda con los comentarios negativos de Tass que siguieron a las entrevistas Reagan-Gromiko. Pero estaba dispuesta a todas luces a pagar ese precio. Se trataba principalmente de reafirmar la idea básica del diálogo entre las dos superpotencias.

Por otra parte, si se analizan no ya las grandes frases propagandísticas, sino ciertos párrafos más precisos, y más modestos, de los recientes discursos y declaraciones, soviéticos y norteamericanos, aparecen novedades que no son sólo de matiz. Hablar de aproximaciones sería exagerado; a lo sumo se trata de tanteos, pero que podrían ser recogidos en ulteriores negociaciones. Se pueden subrayar tres puntos de cierta relevancia: Gromiko no reiteró en su discurso ante la ONU la permanente exigencia soviética de una retirada de Europa de los Pershing II y de los misiles antes de cualquier reanudación de las negociaciones sobre armas nucleares; Reagan no ha rechazado de modo formal la demanda soviética de una moratoria en el inicio eventual dé una negociación sobre la prohibición de la militarización del espacio; la agencia Tass, en su comentario muy negativo sobre las entrevistas de Washington, indica no obstante la posibilidad de nuevas entrevistas sobre temas como "la situación en algunas regiones del mundo, particularmente Europa, Oriente Próximo, Extremo Oriente". En el clima que ha predominado en las relaciones Moscú-Washington era inimaginable que Gromiko hubiese salido de la Casa Blanca sonriendo y anunciando que las cosas iban a mejorar. El proceso posible para una reanudación de las negociaciones será el de los pequeños pasos, con tanteos y aproximaciones sobre unos u otros puntos específicos, por vías diplomáticas y mediante entrevistas de alto nivel, como las de la semana pasada, aunque siga predominando, al menos por ahora, un ambiente tenso, sobre todo en la presentación hecha por la parte soviética, que no está sometida a los imperativos electorales, tan decisivos hoy en la conducta del candidato y presidente Ronald Reagan.

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