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Reportaje:

El duro oficio de ser alcaldesa

42 mujeres de las 172 que gobiernan ayuntamientos se reúnen en Salamanca

Ser pocas les abre mejor las puertas de los despachos de presidentes de diputaciones o gobiernos civiles. En eso coinciden, pero cada una lo interpreta de una forma: Matilde de Múgica ("Me conocen en casi todo Madrid como Matilde Thatcher"), de Boadilla del Monte, vicepresidenta regional de AP, opina que "iBendito sea el presidente de diputación que todavía es educado!" mientras Rosa Miguélez, socialista de Ares (La Coruña) ha comentado estos días con sus compañeras "lo ridículo que resulta llegar a un despacho y ver que el primer cuarto de hora te miran como un objeto folklórico, casi te miran las piernas..., tienes que acostumbrarte los primeros seis meses". La mayoría ha superado ya esa fase porque este es su segundo mandato: una buena proporción ha resultado reelegida en las últimas elecciones. Luego, todas coinciden: "Te abren las puertas de los despachos y te pasan la primera, pero luego no te dan más para tu pueblo por el hecho de ser mujer".Buena parte de las mujeres que presiden las corporaciones locales, reunidas este fin de semana bajo los arcos platerescos del Ayuntamiento de Salamanca, tienen varios puntos en común: son jóvenes, de 25 a 40 años, cultas, con títulos superiores, activas, muy decididas, exigentes, ofrecen una imagen de mujer dura, pero mantienen contactos directos con sus pueblos. Su condición femenina no les ha granjeado mayores inconvenientes. Algunas se han visto obligadas a reforzar su rostro autoritario; otras han influido para relajar y distendir las relaciones de sus convecinos. Muchas no tienen ya otra dedicación que la alcaldía y alguna considera su trabajo como una vocación casi sacerdotal. Las del PSOE generalmente llegaron a la alcaldía después de una militancia en partidos o asociaciones. Muchas de AP fueron llamadas para encabezar las candidaturas. En total son 172, 57 socialistas, 51 de AP, 5 del PCE y PDL y tres del PNV y CDS. Otras 30 mujeres encabezaron candidaturas independientes.

Aún son minoría

"No somos duras, a pesar de la fama que nos hemos ganado algunas", puntualiza una alcaldesa con voz firme. "Y estoy convencida, además, de que ciertas cualidades que se nos atribuyen a las mujeres, como la intuición, la organización, la improvisación, la resolución o la tenacidad, nos sitúan en mejores condiciones para gobernar que los hombres". La realidad no respalda esta opinión; de las 8.000 alcaldías habilitadas en España, solo 172 están ocupadas por alcaldesas.

Por ello, la reunión de Salamanca, donde se han encontrado 40 alcaldesas durante tres jornadas, ha centrado los debates y discusiones en una doble temática: la escasa participación de la mujer en la vida política y el poco dinero que tienen los pueblos que gobiernan. Atrás quedaron muy pronto las primeras horas de reunión, que estuvieron a punto de convertir el encuentro en un acto de exaltación de las virtudes femeninas. No sin ciertas reticencias por parte de las más conservadoras, la femineidad de las reunidas encontró otro rumbo más seguro. Y en todo caso, se puso de manifiesto que los problemas de las alcaldesas catalanas o de algún municipio madrileño eran cuestiones nimias en comparación con los de las alcaldesas de pueblos con apenas dos o tres centenares de habitantes. Cifras cantan: la mayoría de las alcaldesas se encuentran al frente de corporaciones pequeñas de pueblos agrícolas en Castilla y León, 113 lo son de municipios con menos de 2.000 habitantes. Sólo seis localidades con más de 40.000 personas tienen una mujer al frente de la corporación.

Están convencidas de su capacidad para llevar adelante el gobierno municipal, "se entregan de lleno, lo que no quiere decir que los hombres no lo hagan, pero creo que estadísticamente se podría demostrar", explicaba el único varón presente en la reunión, el director del Centro de Cooperación Intermunicipal, Julián Carrasco. Este hombre, sin el menor atisbo de sonrojo por el sexo uniforme y contrapuesto de su auditorio, no ahorraba elogios, no se sabe con qué intención. "Tienen más imaginación" decía, "y ante los mismos problemas encuentran soluciones diferentes". " Para presentarse a cargos políticos, la mujer debe hacer una demostración constante de su preparación. La sociedad no permite una alcaldesa que no sea competente; en cambio, hay muchos hombres incompetentes "Creo que las mujeres habrán alcanzado la igualdad cuando haya alcaldesas incompetentes, igual que alcaldes", decía Rosa Martí de Parets del Vallés (Barcelona), licenciada en químicas y a punto de terminar derecho. Lo uno por lo otro.

A propósito de expedientes, el inevitable cotejo con los de sus homólogos varones arroja un saldo demodelor en favor de las alcaldesas. Recopilando los de las que se han encontrado en Salamanca podrían reunir decenas de títulos. "Ocurre lo mismo que a la mujer del César: además de estar preparadas, se nos exige que lo refrendemos con títulos", decía Rosa Miguélez, alcaldesa de Ares, licenciada en filología románica y estudiante de gallego-portugués. Ejemplos abundan. Encarnación Montejo, la joven alcaldesa de San Pedro del Valle (Salamanca), que finaliza su carrera de medicina, o la más antigua de España, Laurentina Alonso, de Blascomillán (Ávila), con trece años al pie del cañón, que dejó su trabajo de maestra y no tiene reparos en proclamar: "Fui alcaldesa con Franco porque era delegada de la Sección Femenina y me nombró un gobernador; luego continué con Suárez y ahora con AP. En todos los casos lo único que he persequido es el bien de mi pueblo". Manuela Frutos, socialista de Valverde de Mérida (Badajoz), es también profesora de EGB; María Dolors Oms, de Blanes (Gerona), que ha presidido el encuentro por dirigir el ayuntamiento más grande, es asistente social y finaliza derecho. Otras alcaldesas no han podido asistir al congreso porque simultanean su actividad política con la enseñanza.

No existe unanimidad en cuanto a la dedicación que prestan al municipio, aunque una parte de ellas son solteras o están casadas sin hijos, o los tienen ya mayores. Algunas, con marido e hijos, consultaron a la familia antes de lanzarse a la vida pública. La política afectó de forma decisiva la vida de María Dolors Oms hace años: "Fui siempre rebelde, pero no empecé en política hasta que fui mayor. Entonces estaba casada y mi marido no lo entendía, hasta que me separé y me metí de lleno en la vida política. Me divorcié, tengo dos hijos, y ahora, mi segundo marido, lo comprende y me ha acompañado a esta reunión". También Dolors Oms se sometió al consejo familiar antes de aspirar a la alcaldía hace cinco años.

'Las de Requena'

Las de Requena (Palencia) son un caso especial: cinco mujeres forman el ayuntamiento. "A veces vamos a Palencia las cinco. A ver a nuestra gobernadora. Antes hacíamos lo que en todos los pueblos: ir a la iglesia. Al principio nuestros maridos se lo tomaron un poco a chunga, pero tuvimos más votos que la otra candidatura de hombres", explica Lucidia Herreros, la alcaldesa. Algunas, como Encarnación Montejo, llegaron a la alcaldía hace más de cinco años, a los 23, o como Rosa Martí, a los 27. A otras les ha cambiado también la vida, pero en otro sentido: "Cada día soy más dura, menos tratable, porque en los pueblos no podemos ser amables sin perder el respeto, y eso me ha hecho quedarme en casa", explicaba Virtudes González, de Roperuelos de Páramo (León).

En general, todas consideran que la incorporación de la mujer a la vida política puede influir mucho en la marcha de la vida de una población, pero creen que es más difícil ser alcaldesa en un pueblo pequeño que en uno grande. Que no se trata de falta de preparación ni de miedo al ridículo, desconocimiento del mecanismo político ni de que en los pueblos las mujeres están más preparadas, "pero en las grandes ciudades las mujeres son más cómodas, les gusta ser la mujer o ir de escaparates", según Matilde Thatcher. A pesar de ello, y según Julián Carrasco, las corporaciones actuales han aumentado el número de mujeres en su plantilla, de 760 concejalas en 1979 a 904 en 1982. Estas cifras, pese a su contundencia, esconden otro argumento que las cuestiona: hay más mujeres, sí, pero se las ha relegado a puestos secundarios, lo que contradice los programas electorales de todos los partidos que se manifiestan favorables a promocionar a la mujer.

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