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El primer ministro sueco, en Madrid

Olof Palme inicia hoy su primera visita oficial a España

El primer ministro sueco, Olof Palme, Inicia hoy su primera visita oficial a España, país al que ha viajado en diversas ocasiones privadamente o como dirigente de la Internacional Socialista (IS). Palme, que llegó el domingo a Mojácar (Almería) para unas breves vacaciones, aterrizará esta tarde a las cinco en el helipuerto del palacio de la Moncloa para iniciar sus contactos oficiales que concluirán el viernes. Posteriormente viajará a Toledo, nuevamente en visita privada.

Durante las 45 horas de su estancia oficial en Madrid, Palme mantendrá tres reuniones de trabajó con su homólogo Felipe Gonzáilez, además de una cena de gala, esta noche, en la que ambos pronunciarán discursos. Palme y González, además de una vieja amistad, comparten el hecho de ser vicepresidentes de la IS.El primer ministro sueco, tras visitar el museo del Prado, asistirá mañana a un almuerzo privado al que le ha invitado el Rey.Juan Carlos, posteriormente inaugurará en el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid la exposición "Mirando al Norte: nueve artistas suecos" y se encontrará en la sede central de EL PAIS con diversos representantes de la cultura española.

El viernes, Palme visitará el Congreso de los Diputados y asistirá a una última reunión plenaria de las delegaciones española y sueca, ofreciendo posteriormemte una conferencia de prensa en la Moncloa junto a su homólogo Felipe González.

Las conversaciones de la delegación sueca que visita Madrid se centrarán en Iberoamérica, el África Austral -tema éste que Palme supervisa en la IS- el problema del desarme, Oriente Próximo, la guerra Irán-Irak y el desarrollo de la Conferencia de Estocolmo. Fuentes diplomáticas españolas y suecas coinciden en creer que la entrada de España en la CEE, no sólo no perjudicará, sino que incluso puede beneficiar a las relaciones económicas bilaterales, porque, aunque Suecia no pertenece a la CEE, tiene firmado un acuerdo, con ésta. Además de Palme, componen esta delegación el secretario de Estado de Asuntos Exteriores, Pierre Schori, el asesor Hans Dahlgern y el jefe de prensa del primer ministro sueco, Kjell Lindstrom.

La visita oficial que por invitación del presidente del Gobierno de España, Felipe González, realiza el primer ministro de Suecia, Olof Palme, marca un momento de excepción en las relaciones entre ambos países. Estas relaciones tuvieron un prolongado período de congelamiento durante la época del franquismo, que alcanzó su cota más baja cuando las últimas ejecuciones en 1975.

La posición del Gobierno sueco, y especialmente la difundida fotografía de Olof Palme en las calles de Estocolmo recolectando fondos para las víctimas de la represión, resultaban inaceptables para el régimen de entonces en España.

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Pero pese al alejamiento geográfico y a las diferencias culturales, las relaciones entre ambos pueblos habían vivido experiencias significativas. Imposible omitir la referencia al casi medio millar de voluntarios si1eco.s que se enrolaron en los ejércitos de la República durante la guerra civil. Un monumento en una plaza de Estocolmo y la memoria de algunos supervivientes han quedado como testimonio, de esa muestra inequívoca de solidaridad de los suecos para con el pueblo español.

Vinieron después los exiliados, que pudieron rehacer su vida en una tierra en muchos sentidos tan distinta, pero siempre dispuesta a la ayuda.

Emigrantes al sol

A partir de los años sesenta comienza la corriente, que irá engrosando con el tiempo, de los suecos que emigran cada año en busca del sol de España. No obstante su localización geográfica, limitada fundamentalmente a las zonas costeras e isleñas y al carácter superficial del turismo masivo, igualmente ha cumplido una función de acercamiento.

A pesar de estos hechos positivos falta aún un esfuerzo por parte de España para potenciar una mayor presencia española en Suecia. Así piensa el embajador Máximo Cajal, quien reseñó para EL PAIS el proceso de esas relaciones.

A partir de 1976 comienzan una serie de contactos a nivel oficial, entre los que menciona las visitas de los entonces ministros Karin, Soder y Ola Ullsten. Posteriormente el intercambio de visitas entre los reyes de ambos países marca un momento de contactos al más alto nivel.

El proceso se va acentuando a medida que España transita hacia la institucionalizacióti de la democracia. Como hitos de ese proceso, Máximo Cajal enumera el Gobierno de Adolfo Suárez, la aprobación de la Constitución, el intento golpista del 23 de febrero y la actitud del rey Juan Carlos en esa ocasión. Por último, las elecciones en las que resulta electo un Gobierno socialista en mayoría.

Todos esos factores, dice Cajal, llevan a un reconocimiento internacional de nuestra democracia y en el acercamiento al más alto nivel entre Suecia y España.

No obstante ello, Cajal entiende que ha existido una especie de inercia que ha obstaculizado la recuperación del tiempo perdido. En el plano económico hay un desequilibrio desfavorable a España, difícil de modificar por el diferente grado dedesarrollo de ambos países. De los casi 70.000 millones de pesetas de intercambio comercial en 1983, más de 48.430 corresponden a las exportaciones suecas y menos de 21.000 a las españolas. Esto se compensa en parte por el turismo, pero éste es difícil de cuantificar.

Ni empresas ni bancos

Cerca de un centenar de empresas suecas, en algunos casos de propiedad compartida, incluidos algunos bancos, están establecidas en España y tienen peso en la vida económica de¡ país. En Suecia, en cambio, no hay empresas ni bancos españoles.

Esta presencia o.su ausencia no debe medirse solamente en términos económicos, agrega Cajal, porque ella proporciona el entramado. social para un mejor conocimiento recíproco. De ahí que la visión que el sueco medio tiene de España sea una visión periférica y estereotipada pese a los 500.000 suecos que viajan cada verano a nuestro país.

Si las relaciones oficiales son excelentes, y ahora aún más por la identidad ideológica y la amistad entre Olof Palme y Felipe González, sigue faltando, agrega el embajador, la trama social que sustenta y enriquece esas relaciones.

Potenciar nuestra presencia en el terreno económico es más difícil y depende de factores más complejos, pero son más claras nuestras posibilidades en el plano cultural. Se han alzando metas en ese sentido, pero hace falta institucionalizar esos intercambios de manera que adquieran una dinámica propia.

Las embajadas, sobre todo, si no cuentan con muchos recursos, no pueden suplir más que.parcialmente esas carencias. Según muchos observadores, el Estado debe crear las condiciones para que luego las diversas instituciones, universidades, centros culturales comerciales, etéletera, puedan establecer relaciones directas con sus similares suecos. Así se crearán las condiciones para un conocimiento más profundo y duradero.

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