100 ministros y 15 jefes de Estado asisten a las sesiones de la Asamblea de la ONU

La 39ª Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas inició ayer en Nueva York sus sesiones de trabajo, que reunirán a 100 ministros de Asuntos Exteriores y a 15 jefes de Estado y de Gobierno, aunque hasta la próxima semana los pesos pesados de la política mundial no entrarán en juego. Ayer, el diario soviético Pravda señaló, en una clara alusión a Estados Unidos, que "quienes cierran los ojos y callan desde dónde parte la amenaza para la paz están contribuyendo a que dicha amenaza aumente desmesuradamente".El trabajo de los delegados consistirá principalmente en mantener contactos bilaterales para resolver cuestiones de orden menor. Según algunos diplomáticos, sólo los discursos del presidente norteamericano, Ronald Reagan, y del ministro soviético de Asuntos Exteriores, Andrei Gromiko, llenarán el salón de sesiones de la ONU.

El control de armas será, sin duda, uno de los temas que más se debatirá entre los delegados. Las intenciones de la Unión Soviética quedaron plasmadas ayer en un comentario del diario Pravda, en el que acusaba a Washington de haber impulsado otra fase de la carrera de armamentos en la tierra y proponerse extenderla ahora al cosmos. "El terrorismo de Estado" y el llevar adelante "guerras no declaradas" son, según el organo oficial del Kremlin, los modos de actuar de EE UU.

Andrei Gromiko se dirigirá a la Asamblea el día 25, con intenciones, según Pravda, de lograr un compromiso de los delegados asistentes sobre la congelación de los arsenales atómicos y un acuerdo para establecer normas de actuación de las potencias nucleares.

En una conferencia de prensa celebrada el lunes, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuéllar, se mostró prudente sobre los resultados que esperaba de las conversaciones entre Andrei Grorniko y el jefe de la diplomacia norteamericana, George Shultz, y sobre los posteriores encuentros con Walter Mondale y con Ronald Reagan. Sobre la carrera armamentística, Pérez de Cuéllar señaló que era una pesadilla y que todos los países "tendrían que hacer algo para frenar este terrible proceso, que puede tener graves consecuencias para todo el mundo".