Casta de noviIlero antiguo
JOAQUÍN VIDALJuan Rivera y Jorge Manrique tienen casta de novilleros antiguos, aquellos que salían a triunfar, allá penas el toro. El toro importaba poco, o por lo menos ninguno ponía freno a su hambre de gloria. Si era güeno, le daban fiesta; si malo, pelea, a ver quién podía con quién.
Los tiempos que corren, por el contrario, demandan cuidar a los novilleros. Sus mentores les cuidan tanto, que les dan el biberón del torito tonto, y así no hay manera de conocer las capacidades reales de cada cual. A Jaime Malaver, por la isidrada, le dieron el biberón de un torito tonto con el que bordó el toreo, faltaría más, y cuando después hubo de digerir más fuertes platos, le entraban náuseas.
Plaza de Las Ventas
17 de septiembre. última de feria.Novillos de Daniel Ruiz, con trapío y casta. Jaime Malaver, silencio en ambos. Jorge Manrique, aviso y ovación; aplausos. Juan Rivera, oreja; dos avisos y vuelta por su cuenta.
Los novillos serios y encastados de ayer se le indigestaron a Jaime Malaver: no le pedía el cuerpo quedarse quieto. En cambio, sus compañeros se los querían comer con patatas. No siempre fue posible y hubo veces en que los comidos con patatas estuvieron a punto de ser ellos. Pero la determinación de triunfar o sucumbir en el empeño ya era suficiente prueba de aptitud.
Tienen defectos técnicos, como es lógico en novilleros. No importa, pues ya aprenderán la teoría y las clases prácticas harán el resto, en cada corrida. Juan Rivera tuvo ayer una que sólo la habrían podido superar doctores en tauromaquia: la de un toro serio, bien armado, fuerte, manso y con genio, que se queda sin picar por culpa de la incompetencia supina del presidente.
Igual que si ese novillo fuera pastueño, Rivera pretendió torearle de frente, abierto el compás, aguantando la embestida, y sufrió un volteretón impresionante. Salió maltrecho y con el vestido destrozado, pero nada descompuesto, y volvió al toro con el mismo coraje, que antes de la cogida. Por supuesto que no pudo haber más que sorda pelea, muchos malos tragos para matar, dos avisos. Lo cual no restó, en absoluto, los méritos del novillero, que dejó patente su pundonor y torería.
A su anterior novillo, de condición boyante, le había hecho una bonita faena de corte clásico, aderezada con espléndidos muletazos de recurso y adornos oportunos. También Jorge Manrique lució buen corte de torero a lo largo de sus faenas, en una de las cuales sufrió otra seria voltereta. Este torero ofrecía la novedad de que mata con la izquierda, sencillamente porque es zurdo, y se vio que lo hace con la misma mediocridad de sus colegas diestros.
Mientras en el ruedo se producía la emoción de una lidia a la antigua, en el palco un funcionario presidía a la moderna, que no es presidir. Presidente y asesores, en Las Ventas, son el circo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.