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Gobierno de coalición en Israel

Simón Peres se fija como objetivo la recuperación económica

El Gobierno de unión nacional Peres-Shamir nació, por fin, tras dos noches en blanco, hacia las cinco de la madrugada de ayer, jueves. A las cuatro de la tarde del mismo día (cinco de la tarde, hora peninsular española), el nuevo primer ministro, Simón Peres, presentó al Parlamento el programa de este Gobierno y a sus 25 ministros. El Gobierno obtuvo la confianza por 89 votos a favor contra 18 y una abstención. "La primera y principal tarea de mi Gobierno", declaró el nuevo jefe del Ejecutivo, "será enderezar la situación económica, de la cual depende todo el futuro del país".

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Composición del nuevo Gabinete

Victor Chemtov, líder del Partido Unido de los Trabajadores (Mapam), en nombre de la oposición de izquierda, expresó su desconfianza hacia este Gabinete, "cuyo primer ministro", dijo, "ni siquiera dispone de mayoría para desarrollar su política, y cuyo programa económico sigue siendo similar al del Likud, porque cualquier recuperación se conseguirá a costa de los trabajadores".En nombre de la oposición nacionalista, Geulah Cohen reprochó a los líderes del Likud que han "abdicado ante las exigencias laboristas y sacrificado, en la práctica, el programa israelí de colonización".

Los dos principales actores de este drama, Simón Peres e Isaac Shamir, parecen fatigados, incluso cansados, aunque se les ve serenos y satisfechos de haber llegado a este desenlace feliz.

La mayoría de los observadores políticos y periodísticos que han seguido de cerca el desarrollo de los acontecimientos desde sus comienzos conservan la clara impresión de que si la negociación hubiera sido conducida exclusivamente por Peres y Shamir el acuerdo de la coalición laboristas Likud se habría firmado en los primeros contactos.

Los primeros pasos

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Estos dos hombres parecen entenderse, en efecto, mucho mejor que sus colaboradores, y sin las oposiciones, rivalidades y descontentos que imperan en el seno de sus partidos respectivos su tarea habría sido mucho más sencilla."La democracia es la mejor de las esposas posibles, aunque a veces resulta caprichosa e imposible de satisfacer", se dice que murmuró Simón Peres hacia las tres de la madrugada del jueves.

Los primeros pasos del nuevo Gobierno israelí -basado en la paridad absoluta entre laboristas y el Likud-, que incluye nada menos que 25 ministros, recuerdan la evolución de una pirámide de acróbatas sobre la cuerda floja, y sin red. Todo el mundo contiene el aliento: unos, porque temen la caída, y otros, porque esperan que fracase pronto.

Jamás un Gabinete sostenido por una mayoría tan cómoda -más de las tres cuartas partes de los diputados de la Kneset (Parlamento israelí)- ha parecido tan débil, tan vulnerable. "Un monstruo de dos cabezas (Peres y Shamir) con el vientre hinchado (25 ministros y casi otros tantos viceministros), y cuyos brazos no tienen más que manos de... derechas", fustiga Victor Chemtov.

La vuelta al poder de Ariel Sharon -que será ministro de Comercio e Industria, pero también, y ello es más importante, miembro del Gabinete reseringido en el que se adoptarán las grandes decisiones políticas- simboliza, en opinión de la oposición de izquierda, el calibre de las concesiones hechas al Likud por los líderes laboristas. La primera consecuencia sociopolítica de la formación de este nuevo Gobierno -"sin precedentes en la historia de Israel", según se encargó de- subrayar el primer ministro Peres- será sin duda una reordenación de las líneas maestras del mapa político del Estado.

Se observa una aceleración del desplazamiento hacia la derecha del Partido Laborista. Con la salida de su ala izquierda (el Mapain, el diputado Yosi Sarid) y la neutralización de otros diputados de la izquierda laborista, los rasgos socialistas del partido obrero fundado por David Bien Gurion se esfuman progresivamente.

Sobre todo porque esta mutilación por la izquierda va acompañada de un reforzamiento del frente laborista por la derecha, plasmada en la inclusión de Ezer Weizman, antiguo ministro de Defensa de Begin; de Igal Horowitz, antiguo ministro de Finanzas de Begin, y de Amon Rubinstein, líder del Shinoy (partido liberal de centro), en el nuevo Gabinete.

Poco a poco, el partido de Simón Peres emerge como un nuevo partido de centro, que ha perdido un gran número de electores obreros durante los últimos años y que inspira más que nunca confianza a las clases medias. Dentro del Gobierno de unión nacional, el trabajo en equipo contribuirá, probablemente, a que los ministros liberales del Likud se acerquen a los laboristas, y esto acentuará todavía más la imagen centrista del partido de Simón Peres.

A la derecha queda el Tehiya, una parte militante del Likud, los duros del Heruth; una derecha populista, poujadista, calvinista.

A la izquierda, y por primera vez desde hace años, resurge un bloque socialista - sionista de 10 diputados (Mapam, más Ratz, más Yosi Sarid) que, aliado al movimiento Paz-Ahora, puede convertirse en un polo de atracción para los palomas israelíes y la izquierda.

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