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Crítica:BIENAL DE FLAMENCO DE SEVILLA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Baile de Mario Maya para los versos de Lorca

El estreno de Amargo, poema dramático original de Mario Maya sobre textos de García Lorca, constituyó la primera jornada real de la III Bienal de Flamenco, que se celebra estos días en Sevilla. Con este estreno comenzaba el miércoles por la noche el ciclo De la música y la danza en el claustro del monasterio de San Jerónimo. Mario Maya y su compañía de baile hicieron un espectáculo que impresionó mucho a un público que no se cansaba de aplaudir, pese a lo poco dados a ello que suelen ser los asistentes a reuniones flamencas. Brillaron en la noche las dos promesas del baile Pepa Herrera y Juana Amaya.

En la primera parte del espectáculo se representó un poema dramático de teatro flamenco titulado Amargo, basado en textos de Federico García Lorca. Mario Maya ha tenido un buen acuerdo al escoger el Romance de El Emplazado como hilo dramático de su poema bailado; Lorca hace aflorar en él con inimitable arte su patética visión del sino del gitano conocido por El Amargo, que no puede (o no quiere) evitar la fatal maldición que aplaza su muerte a fecha fija ("pide luces y campanas y aprende a cruzar las manos porque dentro de dos meses / yacerás amortajado").Mario Maya, que encarnó el papel de Amargo con una soltura y autenticidad admirables, demostró sus facetas de bailaor, coreógrafo y director, aunque quedó de nuevo evidente que, por encima de todo, su capacidad de comunicación se basa en su personalidad bailaora; el baile de Mario Maya fue de esa perfección técnica que llega a pasar desapercibida, a fuerza de hacer fáciles los movimientos. Mezcló con sabiduría las vetas del baile tradicional con lo que podemos llamar gestos revolucionarios o coreografía atrevida, como la fiesta de boda inicial y las escenas finales con el extraño personaje Jinete-Caballo, respectivamente.

Hay que resaltar además, como aspectos positivos, la habilidad de Mario como maestro de baile y su prudencia a la hora de chupar proscenio.

Una escenografía y luminotecnia un tanto sucintas acompañaron la actuación de este verdadero ballet flamenco; tampoco ha sido adecuada la elección de los cantaores, aunque sólo fuera por sus timbres agudos, ineficaces en varios de los clímax dramáticos del espectáculo.

Bailes convencionales

La segunda parte consistió en una suerte de bailes convencionales, tal como ocurre normalmente en los festivales flamencos. La compañía completa bailó por fandangos de Huelva y por alegrías, manifestándose como un elenco bien conjuntado.Comentario aparte merecen las actuaciones de Pepa Herrera, que ejecutó un baile por soleá con una finura exquisita, y la de Juana Amaya, que bordó unos tarantos, aunque este baile no constituya uno de sus palos fuertes. Estas dos bailaoras supusieron un contraste que llenó de interés esta segunda parte: la una, menudita y con un compás ajustadísimo; la otra, toda brío y gitanería (no es posible olvidar que pertenece a una de las auténticas cepas del arte flamenco, con nombres tan inmediatos como Joselero de Morón o Diego del Gastor).

Mario Maya ha sabido escoger bien su grupo de baile, al que además está instruyendo y profesionalizando, como puede comprobarse en sus coordinadas actuaciones comunes, con la sabia particularidad de que permite -o más bien fomenta- que cada uno de sus componentes desarrolle su propia personalidad bailaora y encuentre su sitio propio en el escenario.

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