Douglas Hurd
El nuevo ministro británico para Asuntos de Irlanda del Norte ha escrito novelas sobre el terrorismo del IRA
"Ya sé que es un trabajo dificil" confiesa Hurd, "pero en muchas profesiones el hecho de que te encomienden tareas difíciles es un cumplido y creo que este juicio es válido también en política". La cartera para Irlanda del Norte está considerada en Londres como una maldición que entierra carreras y ambiciones. Sin embargo, algunos piensan que Hurd será capaz de, superarla, como ha sido capaz de pasar por el Ministerio de Asuntos Exteriores sin que le salpicara la guerra de las Malvinas o por el Ministerio del Interior sin ser el centro de los ataques de la oposición o de los sindicatos. También es verdad que hasta ahora siempre ha sido número dos y que como ministro estará mucho más expuesto en una vitrina de cristal.
'Poca personalidad'
"Douglas sabe sus limitaciones esa es su mayor virtud", comentan irónicos algunos de sus antiguos colegas, tal vez envidiosos de su extraña y espectacular carrera. Todo el mundo coincide en que tiene poca personalidad, hasta el extremo de que el Financial Times recogía anteayer un comentario poco halagador procedente, curiosamente, del entorno de la primera ministra: "Hurd es un buen adorno en cualquier gabinete". Lo que parece claro es que el nuevo y flamante ministro posee las condiciones que más valora Margaret Thatcher: acepta sin discusión que la primera ministra imponga directamente las líneas a seguir por su departamento, al contrario que sucedía con su predecesor, James Prior, empeñado en mantener sus ideas.Hurd tiene un aspecto aristocrático -de hecho es el hijo pequeño de un barón- y un currículo típico de político conservador: estudió en Eton y en el Trinity College, de Cambridge. Alto y con el pelo blanco, pese a sus años, tiene fama de poco apasionado y de fluido conversador. Como diplomático, estuvo destinado en China, Italia y las Naciones Unidas antes de dedicarse activamente a la política y convertirse en diputado tory.
Su vocación literaria se despertó en los años setenta, y desde entonces ha dado a la imprenta regularmente varias novelas. La más conocida fue publicada en 1975 y se llama Vote to kill. La trama no puede ser más propicia para un ministro encargado de Irlanda del Norte: un simpatizante del IRA se infiltra entre el personal del número 10 de Downing Street, residencia del Gobierno. En otra de sus novelas, el primer ministro se ve obligado a convocar elecciones anticipadas por culpa de su política en el Ulster. "Douglas ha imaginado casi todas las situaciQnes dramáticas posibles en relación con el IRA. Ahora sólo tiene que aplicar las medidas necesarias para que nada de lo que ha imaginado se produzúa en la realidad", comentó al conocer el nombramiento uno de sus colegas en el Ministerio de Asuntos Exteriores. De momento tendrá que conseguir que los presos protestantes abandonen su huelga de hambre. Afortunadamente para él, los unionistas tienen menos vocación suicída que los militantes del IRA, y nadie cree que lleven su protesta hasta el final, como hicieron en 1981, precisamente cuando acababa de tomar posesión James Prior, varios presos católicos.
Protegido de Edward Heath
"El caso de Hurd es ejemplar", comentaba un líder del grupo conservador moderado, al que pertenece el n uevo ministro: "fue protegido de Edward Heath, actual enemigo de Margaret Thatcher; está considerado como un negociador poco espectacular, y pese a todo, la primera ministra ha confiado en él para uno de los puestos más dificiles del Gabinete. Algo tendrá". Lo importante, aseguran los políticos de Irlanda del Norte, es saber si Margaret Thatcher le respalda al 100%. El apoyo parece asegurado porque, además, Hurd se ha apresurado a nombrar como número dos a un íntimo de la primera minístra, Rhodes Boyson, calificado de duro y thatcherista hasta la médula. "Lo más incómodo del cargo es la continua protección policial a que tendré que estar sometido, tanto yo como mi familia", reconoce Hurd. El nuevo ministro se casó en segundas nupcias con la antigua secretaria del ministro de Asuntos Exteriores, una mujer veinte años más joven que él, y tiene un hijo que nació justamente la noche de las últimas elecciones generales, en junio de 1983.
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