Concursos en Euskadi: lo importante es la apuesta
La anteiglesia de Cortezubi, término municipal de Gernika (Vizcaya), que cuenta con 430 habitantes, ha resaltado en los últimos meses sobre las demás localidades vascas por la peculiaridad de sus concursos. En menos de un año su alcalde pedáneo, José Antonio Basteguieta, del PNV, ha organizado dos competiciones de cabezones, una de barrigones y otra de mutilzarras (solteros viejos), sin contar aquella otra frustrada de pechos, prevista para la primavera de este año, sobre la que surgieron numerosas críticas que hicieron desconvocarla.La última competición entre los solteros viejos de Cortezubi, celebrada el pasado 25 de julio -coincidiendo con las fiestas. locales- proclamó como mutilzarra del alío a Jesús Minozguren, un soltero de 76 años, que recibió su txapela de honor, un ramo de flores y dos botellas de champaña. Antes de que fuera proclamado soltero de honor por segundo año consecutivo, Jesús Muniozguren deleitó con sus danzas a los paisanos que, apostados en corro en la plaza del pueblo, le animaban a bailar. Mientras un trío de personas vestidas con trajes típicos entonaban la trikitrisa (danza popular vasca), Muniozguren hizo gala de su soltería y bromeó al precisar sus preferencias hacia las que sólo hubieran cumplido los 18.
Unas semanas antes, el 16 de junio de este año José Antonio Basteguieta, conocido en todo el País Vasco con el sobrenombre de Marko, entregó en la plaza de su pueblo otra txapela y 20.000 pesetas más al vasco que goza hoy de mayores dimensiones en su cabeza y barriga. El ganador, Carlos Bilbao, un busturiano de 26 años, alcanzó los 144,5 centímetros de doble circunferencia en su cabeza y los 140 de barriga y confesó, satisfecho, que su triunfo se debía a los bocadillos de 17 huevos que comía cuando volvía de su trabajo, así como a las raciones de arroz con leche -su plato favorito-, que degustaba a diario.
La competición se realizaba, según las palabras de Marko, "con el fin de que quien tenga una cabeza hermosa pueda ir sin complejos por la calle".
El concurso de pechos
Pero, sin duda, el más célebre del año pasado fue el concurso frustrado de pechos, al que el alcalde pedáneo de Cortezubi invitó a participar a todas las mujeres de la geografía española. Por diversos medios de comunicación, Marko anunció su concurso, diciendo: "Quiero que vengan a mi pueblo las mejores tetas de Euskadi y de todo el Estado". Para el acto, que se iba a celebrar en primavera, "porque es cuando todo florece", estaba previsto un premio de 100.000 pesetas para la ganadora, así como un sujetador de honor.Grupos de mujeres feministas criticaron severamente a José Antonio Basteguieta, y pidieron su destitución a la Corporación de Gernika. El alcalde pedáneo defendió su idea explicando que su concurso "no era antifeminista", porque, en su opinión, estaba destinado "a enseñar una de las partes más bellas de la anatomía femenina". Finalmente, Basteguieta pidió disculpas "por si alguien se había sentido herido", y lo retiró.
Pero Cortezubi no ha sido la única localidad vasca de los concursos insólitos. También se han dado, por ejemplo, algunos de feos en Erandio -municipio vecino a Bilbao-, de narigudos en la localidad vasco-navarra de Vera de Bidasoa, y en Guipúzcoa, de donde cuentan, de generación en generación, el hecho increíble de que alguien llegó a comer 80 chuletas tras una competición gastronómica.
Julio Caro Baroja reseña lo peculiar de la competición en Euskadi, que "ya en los juegos antiguos se observa ese exceso de la energía del ahorro campesino". Pero, para el antropólogo, "la verdadera protagonista de la competición vasca, tanto en el monte como en la llana o el mar, es la apuesta", que se observa especialmente en todos los deportes clásicos del país, salvo en el juego de la pelota. "El vasco", opina Caro Baroja, "tiene tendencia a apostar con motivo de la fiesta, hasta el punto de que la apuesta en sí es más importante que la calidad de la competición".
En opinión de Julio Caro Baroja, se ha dado una exageración en los últimos años, "ya que la apuesta de comer huevos fritos o tener la cabeza más gorda puede tener un lado humorista, pero también denota un cierto amaneramiento mental y hasta una cierta grosería". Añade Julio Caro que "se puede hablar incluso de un fondo de sadismo en estas apuestas, que, en principio, tienen cierta gracia, pero que, en la práctica, si no hay nada más que resaltar -belleza o espectáculo-, se observa un cierto tipo de resentimiento colectivo: en definitiva, un gusto por la fealdad ajena".
José María Busca Isusi, experto en gastronomía vasca, piensa que "algunos concursos están aldeanizando el país". En su opinión, no tiene sentido apostar por quién hace la tortilla más grande, sino por quién ofrece el plato más sabroso en menos tiempo y más barato, para que sea asequible a todo el mundo. Su crítica se basa, fundamentalmente, en que la mayoría de los concursos gastronómicos no tienen un fin didáctico, y así adquieren, dice, "un carácter bromatológico cuando alguien se expone a reventar después de comerse unas docenas de huevos. No se trata de hacer lo más grande, sino lo mejor", insiste Busca Isusi.
De otro lado, advierte el peligro de considerar este arte como "la cultura", cuando, dice, "de ésta es sólo una parte muy pequeña". Caro Baroja apoya esta idea, ya que, "puesto que en la interpretación de la cultura existen términos universales, entre los que está la filosofía, la ciencia y también la gastronomía, no debemos comenzar necesariamente por abajo".
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