El drama de Filipinas
Filipinas ha sido y es la gran olvidada de las colonias españolas. Sólo cuando surge un acontecimiento extraordinario en la perla del mar de Oriente, como la llamó Rizal, aparece su nombre en los periódicos. Desde hace unas semanas está de actualidad por el asesinato de Benigno Aquino, líder de la oposición. El abandono y la indiferencia en que se dejó a Filipinas durante la colonización española no fue sólo una consecuencia de la distancia, sino de la incuria y lo poco productivo del comercio, limitado a las especias y productos transportados por la Nao de Acapulco. El pueblo filipino era digno de mejor suerte, puesto que es muy dócil y extremadamente hospitalario, además de poseer una gran aptitud para incorporarse a la civilización. Con estas prendas, no es sorprendente el que Legazpi, fundador de Manila, en 1571, conquistase Luzón en brevísimo tiempo gracias a su tacto y dotes políticas. Pero el humano estilo legazpiano duró poco.Los frailes, no los curas, fueron llegando sucesivamente a Filipinas; agustinos, 1565; franciscanos, 1577; dominicos, 1587; jesuitas, 1581, y recoletos, 1606. Llegaron imbuidos de un espíritu misionero, dispuestos a resistir los riesgos inherentes a la evangelización y a la propagación de la fe entre los bosques, con un clima inhóspito para un español. La influencia de los religiosos en Filipinas se fue acrecentando, pero el respaldo político oficial no era suficiente; había que conjugarlo con el poderío económico, que al principio era nulo, y cuyas fuentes radicarían en las riquezas naturales del país y en el trabajo de los indígenas. Las órdenes religiosas tenían a su cargo la enseñanza de la religión y la del castellano, pero la oposición a que los indígenas lo aprendiesen fue irreductible. Los reyes, con todo el poder de la época, no pudieron hacerse obedecer, pues los religiosos generaron el concepto de que el día en que ellos perdiesen su influencia se perderían las Filipinas. Los frailes aprendieron los idiomas vernáculos a fin de poder ejercer su santa misión. De paso podían enterarse de lo que tramasen los indígenas, pero éstos no entendían lo que hablaban los españoles. Todos los intentos insurreccionales fueron descubiertos por los frailes.
Los encomenderos
Hoy, sólo el 9% de los filipinos habla el castellano, después de 333 años de dominación española, mientras el inglés lo, habla más del 40%, en sólo 48 años de dominio americano. Las Leyes de Indias confirman la resistencia a la enseñanza del castellano: Felipe IV, el 2 de enero de 1634, insiste, por incumplido en lo que ya habían ordenado sus antecesores. Otra ley, de Felipe III; protegía a los nativos en cuanto a los bienes y alhajas de los fallecidos, derivados por los doctrineros hacia. limosnas y sufragios. Fruto precioso el de las Leyes de Indias, en donde se cumplieron. Como ha dicho Menéndez Pidal: "El indio vive todavía donde estas leyes rigieron, y desapareció donde fueron desconocidas". Las órdenes religiosas fueron acrecentando su poder.' En 1872 poseían doble número de hectáreas que los particulares, según el informe Taft. Los indígenas cultivaban estas tierras y pagaban un canon anual, cuyo incremento periódico fue motivo de grandes desavenencias. Los obispos que intentaron, sujetarles a la disciplina fracasaron, e incluso los gobernadores, como Bustamante, que perdió la vida como consecuencia de un motín. El último capitán general nombrado por su intercesión fue el autoritario Polavieja, que firmó la sentencia de muerte de Rizal.
Los encomenderos, en la primera etapa -como los frailes-mantuvieron correctamente el vinculo jurídico que regulaba sus relaciones con los indios, pero poco a poco se fueron deteriorando debido a su superioridad y una cierta impunidad que conducía al abuso, aunque las Leyes de Indias no lo autorizasen.
Aunque en Filipinas existía un ansia de liberación, faltaba una conciencia popular y una cohesión, consecutivas a la ignorancia del pueblo. Sólo había un grupo social con una mayor preparación: los curas filipinos. Preteridos por los frailes españoles, sólo ocupaban cargos de coadjutores. Surgió una agria polémica entre ellos. En 1872, como consecuencia del motín de Cavite, se implicó a varios sacerdotes nativos, y tres de ellos sufrieron garrote vil. Negaron siempre su confabulación. En el Archivo Militar de Segovia he encontrado documentos que acusan irregularidades en los juicios de Cavite, según el Consejo Superior de Guerra.
Los estudiantes filipinos desplazados a España, encabezados por Rizal, fueron el fermento que movilizó laconciencia filipina, al principio tan modestamente que sólo aspiraban a la asimilación con España, es decir, a que los filipinos tuviesen los mismos derechos que los españoles. Los agravios de los filipinos, van sumándose. Oficialmente son españoles, pero en la práctica son ciudadanos de segunda categoría, que en la milicia o en la Administración cobran menos que los peninsulares. Además, Filipinas tuvo representación en las Cortes españolas durante cortos períodos. Las polémicas entre frailes españoles y curas filipinos tenían que públicarse en La Discusión, de Madrid, debido a la censura. Las prometidas reformas nunca se cumplían.
A finips de 1896 surge la insurrección del Katipunan (abreviatura de "Soberana y muy venerable asociación de los hijos del pueblo"), que fue descubierta por un fraile. Pronto la encabeza Aguinaldo, que no es un intelectual pacifista como Rizal, pero también es un patriota. Lucha en su provincia natal de Cavite y, acosado, lleva a sus fuerzas en retirada hasta el norte de Luzón. Las dificultades del terreno y el clima deciden al capitán general Fernando Primo de Rivera a firmar, con Aguinaldo, la paz de Biac-na-Bató. Éste se trasladaria a Hong Kong con los jefes insurrectos, pero acompañados en el mismo barco, a modo de rehén, por el teniente coronel Miguel Primo de Rivera, sobrino del primer marqués de Estella, hecho poco conocido. Al dejar la tierra filipina se pronuncian palabras de paz por Aguinaldo, que se repetirían en Hong Kong cuando regresó Primo de Rivera. El acuerdo implicaba el pago de 800.000 pesos, la nuitad contra un banco de Hong Kong, y el resto, aplazado. Poco después ya habían elaborado los yanquis su plan lleno de falsedades para desposeernos de todas nuestras colonias.
El 15 de febrero de 1898 sobrevino la explosión del Maine, atribuida, falsamente, a España. Hoy sabemos que antes de esa explosión se produjeron 13: siete en el Indiana y una en cada uno de los siguientes: Nueva York, Filadelfia, Boston, Cincinnati, Atlanta y Oregón. El plan americano comprendía la intriga cautelosa contra los filipinos.El cónsul americano en Singapur entró en relación con Aguinaldo a fin de, según su opinión, liberar a Filipinas del yugo español y lograr la independencia. Aguinaldo fue transportado desde Hond Kong a Cavite a bordo del Mae Culloch. Fue recibido por el almirante americano Dewey en el Olympia con honores de general. Dewey le confirmó que habían ido a Filipinas a liberarles del yugo español, que eran un país rico que no necesitaba colonias y que reconocerían la independencia de Filipinas. El almirante americano pidió la colaboración de Aguinaldo y sus fuerzas para luchar contra los españoles, pero se negó a firmar un documento con sus promesas, porque su palabra, decía, valía más. Aguinaldo insistió machaconamente sin resultado. Comenzaron las acciones militares de filipinos y americanos, y cuando las fuerzas españolas estaban muy debilitadas y los americanos, con el concurso de Aguinaldo, tomaron Manila, empezaron a poner obstáculos a los filipinos, provocándoles y humillándoles. Dignamente, Aguinaldo no tuvo más remedio -era una causa perdida- que entrar en guerra. Cayó prisionero, no en una lucha abierta, sino mediante una artimaña con falsos uniformes.
Los salvadores americanos
El dominio político-económico de los salvadores americanos duró hasta 1946, para continuar con el económico. Disponen de la base aérea de Clark y la naval de Subic. Mantienen en Filipinas 13.000 soldados y 48 aviones de combate. La respuesta del pueblo al asesinato de Aquino ha sido muy superior a lo que éste representaba. En realidad, se ha aprovechado la oportunidad para manifestar de una forma pública lo que se pensaba privadamente. La inflación se eleva al 40%.
El 14 de mayo tuvieron lugar las elecciones, con gran participación. Marcos se mostró satisfecho por el resultado, pese a reconocer que había perdido en las ciudades. La historia demuestra que el triunfo rural se suele traducir en fraude. Ya en 1872,ante un resultado electoral semejante, el marqués de Albaida dijo en las Cortes: "El rey que traigáis no se podrá llamar rey de las ciudades, pero sí rey de las selvas". Y Alfonso XIII abandonó el trono por las mismas razones en 1931.
El 21 de agosto ha tenido lugar en Manila y otras ciudades la manifestación en homenaje a Aquino. El Tribunal Supremo, rectificando a las autoridades, autorizó el acto, en el que participó un millón de personas, que, en el fondo, expresaban-así su repudio al régimen de Marcos.
La Iglesia católica apoya el tránsito hacia la democracia. Esperemos que el pueblo filipino alcance pronto la plenitud de sus derechos a través de la vía democrática.
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