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Un grupo de reclusos peligrosos se amotino en la Modelo y retuvo durante más de cuatro horas a tres funcionarios

Una sección de la Policía Nacional, armada con fusiles y toda clase de material antidisturbios, penetró ayer a las 21.30 horas en la prisión Modelo de Barcelona para reducir a un grupo de reclusos que se habían amotinado en la quinta galería de la prisión, donde se hallan ingresados los delincuentes más peligrosos del centro. Los amotinados, entre los que al parecer se encontraba el delincuente Pedro el loco, secuestraron a tres funcionarios y exigieron como condición para liberarles el cumplimiento de varias reivindicaciones que afectan a la Ley Penitenciaria. La acción policial no provocó heridos de importancia.

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El motín se había iniciado a las 17.15 horas, cuando tres reclusos de la quinta galería, que según informaciones oficiales eran Pedro Segura Oliva, alias Pedro el loco, Antonio Vázquez Sánchez, y otro preso apellidado Doña Belmonte, armados con cuchillos de fabricación casera abordaron a los funcionarios que custodian la galería. Estos guardianes, miembros de la última promoción, sorprendidos por el ataque, no pudieron dar la alarma. Los reclusos bloquearon las puertas y comunicaron a gritos que querían entrevistarse con el director de la prisión.En la primera conversación que mantuvo el director en funciones del centro, José María Nieto, con los tres amotinados iniciales y otros presos que se les unieron posteriormente, éstos plantearon la exigencia de que se personara el juez de vigilancia penitenciaria, Antonio Doñate. También comunicaron al director que para deponer su actitud y liberar a los tres funcionarios ponían las siguientes condiciones: una dulcificación de la Ley Penitenciaria; la creación de una zona adecuada para toxicómanos; que en las celdas no se ubicara a más de tres reclusos; derecho a una comunicación diaria para todos los presos; más tiempo de patio; mejor comida; trato sin discriminaciones respecto a los llamados presos de confianza; una entrevista con Xavier Hernández, director general de las penitenciarías catalanas, y autorización para celebrar allí mismo una conferencia de Prensa con representantes de los medios informativos barceloneses.

La exigencia de que se les dejara entrar en contacto con los periodistas fue- abortada inmediatamente. El juez de guardia ordenó al jefe superior de policía en funciones, Manuel García Linarejos, la detención de cualquier periodista que lograra comunicarse con los amotinados. El juez indicó que los informadores que hablaran con los presos serían acusados de "provocación para el delito", en este caso el de detención ilegal de los funcionarios.

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La orden del juez pretendía evitar una situación como la producida el pasado 13 de abril, cuando un grupo de presos encabezado por el apodado el Vaquilla se amotinó para conseguir dosis de heroína y una entrevista con la Prensa. La entrevista se realizó en presencia de equipos móviles de radio y televisión, y durante la misma varios reclusos se exhibieron inyectándose droga.

Poco después, cuando todavía existía la impresión de que no sería necesario recurrir a un asalto por la fuerza de la quinta galería, un inspector de la dirección general de Servicios Penitenciarios y de Rehabilitación de la Generalitat, Ángel Vicente, trató de convencer a los amotinados. Eran las 20.15 horas, y un testigo presencial de aquella gestión explicó a EL PAIS que, en su opinión, "se notaba que Pedro el Loco dominaba la situación a pesar de que se mantuvo entonces en un segundo plano". Otras fuentes no le atribuían protagonismo y señalaron que el amotinamiento fue tumultuoso por falta de un cabecilla concreto.

En el resto de las galerías, en aquel mismo momento, los reclusos se asomaron a las ventanas de sus celdas y comenzó un enorme griterío que contribuyó a incrementar el clima de tensión, lo que trascendió a la calle. Algunos presos gritaban "aquí nos torturan", mientras otros denunciaban que "no respetan nuestros derechos".

Un alto cargo de la policía solicitó, sobre las 20.30 horas, a la Guardia Urbana y a los bomberos que enviaran a la Modelo las ambulancias disponibles, en previsión de que hubiera un enfrentamiento sangriento en el momento del asalto a la galería. También fue alertado al personal del hospital Clínico. La policía temía que con la llegada de la noche, ya sin luz natural, los presos forzaran un corte del fluido eléctrico y se incrementara la tensión. Un grupo de especialistas de la Policía Nacional inspeccionó el alcantarillado y se reforzó la vigilancia exterior para prevenir posibles fugas.

Los primeros disparos con munición de goma se oyeron a las 21.30 horas. Era el anuncio de la ofensiva policial. La acción duró escasos minutos, y oficialmente no se produjeron heridos de importancia. Los tres funcionarios fueron liberados también sin daños. Hacía algo más de cuatro horas que había comenzado el motín en aquella galería que alberga a 154 presos.

Bien entrada la noche, en la Modelo aún no se había dado la orden de silencio, porque los funcionarios, custodiados esta vez por policías nacionales, iniciaron un severo registro y un recuento de presos. En la calle seguía la vigilancia de estos últimos días: dos coches patrullas y una furgoneta de la Policía Nacional, un total de seis agentes, en permanente contacto con la sala de operaciones del 091, intentaban evitar el lanzamiento de paquetes por encima de los muros.

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