Otro Madrid y un camino diferente, pero la misma meta

Los dos últimos campeones de la Copa se verán las caras en la final de Gran Canaria. El Real Madrid se citó con el Unicaja este domingo (20.00, hora peninsular española; Movistar) en el lugar que acostumbra pisar, un partido por el título. Será la 11ª final copera para los blancos en las 12 últimas ediciones, al perderse solo la de 2023, ganada precisamente por los malagueños. El equipo de Chus Mateo se recuperó de un arranque flojo y tembloroso y dejó sin fiesta al anfitrión. Los 13 puntos y ocho asistencias de Campazzo y los 11 rebotes de Tavares (de vuelta al hogar en que debutó al llegar a España desde Cabo Verde) remacharon al grupo de Jaka Lakovic. Los madridistas jugarán por su 30ª Copa.

La primera bola suele jugársela Tavares. Es la carta de presentación del Madrid: aquí el gigante. Esta vez erró frente a Tobey cerca del aro igual que Albicy desde el perímetro ante Campazzo. Los fallos marcaron un inicio escuálido, un 2-2 hasta pasados casi cinco minutos de semifinal. Se sucedían los tiros desviados y las pérdidas de balón, incluso en manos de un seguro de vida como el Facu. El choque con Albicy apuntaba a ser un dolor de muelas para el argentino. Un bosque de brazos rodeaba al otro pilar blanco, Tavares, cuando recibía. No encontraba el Madrid la fluidez ni siquiera con la salida de Hezonja. Los hombres de Chus Mateo dejaron un registro raquítico: solo tres canastas en juego en el primer cuarto. El Gran Canaria aprovechó la alfombra y Pelos, Conditt y Homesley sumaron a la cesta: 16-10. Visto lo visto, el destrozo era menor para los blancos.

Cada canasta exigía litros de sudor. Tobey taponó a Bruno Fernando y el bloqueo le costó al angoleño un billete al banquillo. Regresó Tavares al ring en que se había convertido la pista. Ahí bailaban los amarillos, más ágiles de piernas y de mente. El Madrid recibía un golpe tras otro, desorientado: un triple de Shurna, una incursión de Homesley... Chus Mateo mandó parar cuando la herida sangraba (24-12). Un irreconocible Campazzo era la imagen de la impotencia. La rebelión era apenas asunto de Hezonja, reconvertido en líder. Con ese recurso de balones al croata y una serie, eso sí, de buenas defensas, el Madrid volvió a la vida (27-26). Al Gran Canaria se le habían apagado las luces en ataque: casi cuatro minutos sin anotar y un 0-11 de parcial. Campazzo gritó el primer triple convertido por los blancos tras 11 intentos y le imitó Musa. Los campeones se las arreglaron para disimular una versión gris y alcanzar el descanso en la pelea (31-30). Cuando no funcionaba la creación, buena era la demolición.

Campazzo no estaba dispuesto a dejar ese expediente. El base clavó dos triples seguidos y asistió en la carrera a Musa, Tavares codeó para rebotear y anotar, y Abalde entregó otro bingo exterior. Cuando quiso darse cuenta, el Gran Canaria había encajado un bofetón, un 0-13 que le empinaba la noche (35-43). Claro que tampoco era cuestión de bajar los brazos y con la misma rapidez con la que fue golpeado, golpeó: 7-0. Campazzo, Tobey y Hezonja intercambiaron aciertos lejanos. El tiroteo favorecía a los blancos, por delante en el resultado y con más munición: 47-55 al final del tercer cuarto.

La energía juvenil de Hugo González para recuperar un balón era la señal de que el Madrid desembarcaba en el desenlace con el juego y el ánimo a favor. Al novato le acompañó el capitán Llull para poner la puntilla (53-66). La defensa no aflojó hasta rendir a un agotado Gran Canaria y abultar el marcador.

“Esta temporada el camino será muy diferente”, había avisado Chus Mateo ante la renovación de la plantilla. Es cierto, así ha sido, pero la meta es la misma.