_
_
_
_
41ª Mostra de Cine de Venecia

Un total de 25 películas italianas participan en las distintas secciones del festival

Mostra de VenecIa se inicio ayer objetivo claro: promocionar el cine italiano. Entre las distintas secciones se alcanza la cifra de 25 películas dirigidas por émulos de Fellini. Es un número considerable para una cinematografía que atraviesa una crisis profunda, económica y de ideas. Pero la 41ª edición de la Mostra veneciana se propone acabar con el pesimismo y dar una imagen eufórica. La edición de este año dedica una retrospectiva al cineasta Luis Buñuel, que falleció en julio del año pasado. Será proyectada toda la filmografía del director de Un perro andaluz y El ángel exterminador.

En la sección De Sica son 11 las películas italianas presentes. Algunos comentaristas, ante la benevolencia de los criterios que rigen entre los responsables de la sección, hablan de que el gran Vittorio de Sica, más que el patrón laico de la cinematografía transalpina, corre el riesgo de transformarse en el beato Cottolengo. Tal es el grado de miseria intelectual o artística de alguno de los filmes que se acoge a su demasiado ancho abrazo.El resultado de la maniobra está por ver, y es mejor no precipitarse al valorarla, aunque no está de más recordar los peligros que corre un festival internacional cuando se utiliza demasiado abiertamente para practicar el chovinismo. El caso de San Sebastián, con su nula repercusión de cara al exterior, es ejemplar. Aquí, de momento, la película que ha abierto el fuego es La neve nel bicchiere, de Florestano Vancini, que corresponde a ese tipo de cine ilustrativo que surge de la colaboración con los poderes públicos -en este caso, la RAI y de lo conveniente que resulta para éstos llevar a la pantalla novelas conocidas, que eviten el tener que leer e interpretar guiones originales. La neve nel bicchiere se basa en la obra de Nerino Rossi y narra las dificultades y esperanzas que atraviesa una familia de campesinos. Desde la miseria más absoluta hasta la implantación del fascismo hay un largo camino que recorrer, que incluye luchas sindicales, mejoras tecnológicas, revoluciones frustradas, cambios ideológicos, y también, en la esfera de lo privado, partos, bautizos, bodas y entierros, peleas y reconciliaciones.

María's lovers es justo lo contrario de la película italiana. Dirigida por el soviético Andrej Michalkov KoncaloVk¡j, esta producción americana es de un romanticismo desaforado, oscilando entre lo sublime y lo ridículo. Los riesgos corridos por el director y su guionista -Gerard Brache, habitual colaborador de Polanski- son enormes, atreviéndose a construir su filme sobre la crisis de impotencia en que se ve sumido John Savage a partir del momento en que se casa con Nastassja Kiriski, la mujer con la que ha soñado mientras era prisionero de los japoneses durante la segunda guerra mundial. Tanto deseo sublimado, hacen inviables las relaciones sexuales de la pareja.

Maria's lovers es una obra sobre el amor y la muerte, que no duda en hablar abiertamente de susvinculos, que busca -y muy a menudo encuentra- la manera de poetizar una realidad brutal y sórdida, en la que no faltan borracheras, trabajos durísimos o sórdidos, como el de matarife, y en el que la historia contada transcurre de acuerdo con los ciclos de la naturaleza, en una metáfora cara a los cineastas soviéticos. Una buena parte de los desequilibrios de la apuesta de Koncalovskij viene propiciada por su excesiva dependencia de sus pasiones de cinéfilo. El director se inspira demasiado en El cazador y Las puertas del cielo cuando recrea los Estados Unidos de 1045, en Tess cuando decide de qué manera la Kinski ha de comer fruta, etcétera. El resultado son repetidas fracturas en la verosimilitud del filme, muy especialmente en la interpretación de ella, que nunca llega a parecer una modesta y virginal enfermera, ansiosa de vicaría, para poder disfrutar del matrimonio. En cualquier caso, la Kinski y su retoño -el auténtico, no el de Maria's lovers- están en Venecia y son las estrellas de este festival poco amante del divismo.

Capítulo aparte merece la fotografía de Maria's lovers. Si ya es de por sí excelente y digna de mención, más razones hay aún para fijarse en ella desde el momento en que la firma Juan Ruiz Anchía, el responsable de la imagen de Soldados o Renacer, por citar dos trabajos hechos con cineastas españoles. En María's lovers, con mayor presupuesto y mejores servicios técnicos, Ruíz Anchía inventa una imagen lírica, con un clima de luz que sabe pasar sin dificultad del onirismo al tono crudo que corresponde a decorados y, situaciones deprimentes. Algunos de sus planos merecerían figurar en la antología de los hallazgos visuales.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_