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Reportaje:

Un persistente olor a quemado

Si se mantiene la actual proporción de incendios forestales, en Galicia puede arder cada 30 años un equivalente a su superficie

Manuel Rivas

Una parte equivalente a todo el territorio de Galicia puede haberse quemado entre 1970 y el año 2000 sí se mantienen las proporciones actuales de incendios en esta comunidad autónoma. En lo que va de año se han registrado 2.300 incendios forestales, estimándose que un 90% de los mismos es provocado por la mano del hombre, intencionadamente o por imprudencia. En este mismo período únicamente han pasado a disposición judicial 20 presuntos incendiarios, sin que su detención haya aclarado las grandes incógnitas que planean sobre esta plaga, que amenaza con degradar irreversiblemente el ecosistema gallego.

"Por más que le damos la vuelta todos, no encontramos absolutamente ninguna causa", decía con voz apesumbrada en conferencia de prensa el conselleiro de Agricultura de la Xunta, Fernando Garrido, antes de que le fuera planteada por enésima vez la. pregunta de quién quema el monte en Galicia. La Administración se ha visto desbordada. Como ilustrando el encuentro informativo con Garrido, la noche anterior, sólo en la provincia de Pontevedra se habían levantado 25 puntos de fuego. También en los gobiernos civiles confiesan que las llamas Ies han quitado el sueño" este verano.

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Las lluvias caídas en la última recta de agosto van disipando el olor a quemado que impregnó día tras día la costa atlántica. A medida que se apagan los rescoldos, las estadísticas vuelven a presentar este año una dimensión catastrófica, tras el relativo paréntesis de 1983, debido a factores climáticos, recrudeciéndose la escalada incendiaria que desde finales de los sesenta asola Galicia, donde se produce casi el 50%, de los sucesos de este tipo en España.

Sensación de impotencia

De un total de 2.300 incendios forestales de cierta proporción, Pontevedra se lleva la palma más siniestra, con 1.124, seguida de La Coruña, 627; Orense, 345, y Lugo, 204, según datos de los servicios forestales de la Xunta. También en la contabilidad de incendios existen discrepancias entre la Administración autonómica y la central, que da una cifra menor, ya que en los datos se remite a los partes aportados por la Guardia Civil.Ante los negros presagios con que se presentaba 1984 -en la primera decena de marzo hubo más incendios que en todo 1983- se reforzaron los esfuerzos preventivos y los niveles de coordinación, ensayándose lo que un experto definió como esquema de guerra de guerrillas, creándose una red de puestos de vigilancia y formándose 500 grupos de pronto auxilio. La Xunta destinó para este plan de prevención 950 millones de pesetas. En los momentos álgidos, con las llamas cabalgando por doquier, toda la estrategia pareció desmoronarse, y en los despachos logísticos cundía el desánimo y una sensación de impotencia. Ni siquiera la ayuda de los bomberos del aire, con los hidroaviones Canadair descargando continuamente, hizo remitir la oleada. Únicamente un aspecto positivo que demuestra mayor nivel de eficacia: se mantiene la media de incendios, pero disminuye la de hectáreas quemadas.

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"Es como luchar contra un enemigo misterioso", decía un responsable de Protección Civil, "en un territorio impasible". A veces, el enemigo no sólo quiere despejar el matorral o dañar la arboleda. En la parroquia de Amil, en Moaña (Pontevedra), dos guardias forestales que acudieron a un incendio se encontraron de súbito rodeados por puntos de fuego a todas luces intencionados. Escucharon voces e hicieron uso de sus armas, pudiendo finalmente salir del círculo de llamas. Según el conselleiro Garrido, alguien pretendió que "murieran asados".

Tratamiento de emergencia

Pese al mayor despliegue preventivo, la actuación de la Administración ha sido duramente criticada por los grupos ecologistas gallegos, para quienes los incendios forestales constituyen "el problema más grave que actualmente sufre Galicia", lo que, en su opinión, exige un tratamiento de emergencia. En un informe entregado al presidente de la Xunta, la asociación ADEGA, la de mayor implantación entre los defensores del medio ambiente, señalaba que "la actuación de los responsables de acabar con este problema no está a la altura de las circunstancias y es escandalosamente ridícula y culpable". Para los ecologistas, que equiparan los daños producidos por el fuego en Galicia a los causados ' por las inundaciones en el País Vasco o Levante, no existe correspondencia entre la dimensión del problema y los fondos y medios destinados a combatirlo."Cuanto más dinero, más eficacia frente al incendio", asiente parcialmente Ángel Romero, jefe del servicio forestal de la Xunta," pero la única forma de acabar con los incendios es detener a los incendiarios, y hasta ahora no han, sido detenidos". Detenidos ha habido algunos, y expedientes sancionadores, bastantes más. Por lo menos, 20 presuntos incendiarios han sido presentados ante los jueces. Son casos aparentemente anecdóticos, que no prueban la conspiración de intereses que parece encontrarse detrás de la plaga.

"Las autoridades asistentes al acto pusieron de manifiesto que un gran número de los incendios provocados podría deberse a causas relacionadas con los intereses madereros, con los de ciertos ganaderos que mantienen a los animales no estabulados y con el fenómeno del contrabando". Así, en el lenguaje de la nota oficial, fue una de las conclusiones de la cumbre celebrada en Noia, en el epicentro de una de las zonas, junto al Morrazo pontevedrés, más azotada por los incendios, y en la que participaron los alcaldes de la comarca, representantes de la Xunta, Gobierno Civil y fuerzas de seguridad.

¿Madereros? Estos industriales han puesto el grito en el cielo. Los de Lugo incluso han pedido la aplicación de la ley antiterrista para los incendiarios. En Galicia se produce el 25% de la madera de toda España, y puede ser una de las principales reservas forestales de una Europa altamente deficitaria. La pista podría llevar a intermediarios sin escrúpulos. "Sería absurdo que arruináramos nuestro propio negocio", apuntan los madereros.

Hipótesis aventurada

Los indicios parecen más probables en el caso de los propietarios de ganado no estabulado, que se cría en el monte, más interesados en la pradería de la primavera siguiente que en evitar la desertización a medio plazo que supone el incendio continuado. En el tercer supuesto, el del contrabando, se trataría de distraer fuerzas para facilitar los desembarcos. Se da la circunstancia de que las comarcas más afectadas este año, Morrazo y Barbanza, son, en su parte costera, preferentemente teatro de operaciones de los contrabandistas. Para otros expertos no deja de ser una hipótesis aventurada. "Sería como matar moscas a cañonazos".Para intentar poner en orden la casuística, el Gobierno Civil de Pontevedra contrató un equipo de expertos agrícolas con la única misión de elaborar un informe fiable y actualizado. Tras las estadísticas y los cuadros sinópticos emerge la complejidad sociológica de un país que asiste impasible a la destrucción de sus bosques. La descomposición del medio rural está en la raíz del fenómeno y, sobre todo, explica la inhibición a la hora de colaborar tanto en la prevención como en la extinción. Ni una sola denuncia. Pero Galicia puede arder cada 30 años.

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