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Los ocho 'etarras' confinados en Panamá desconocen su próximo destino

Los ocho etarras confinados en Panamá desconocen cuál va a ser su destino inmediato. Los jefes militares panameños han insistido siempre en que el asilo concedido a los activistas de ETA es provisional, una especie de escala técnica hasta que otro gobierno los acoja de forma más estable. Así sucedió con los siete primeros expulsados de Francia en enero, que a finales de abril serían trasladados a La Habana. Pero estos estuvieron más o menos al tanto de las negociaciones que se llevaban a cabo con los cubanos, mientras que el grupo actual no tiene ninguna información al respecto.Dos de los refugiados pertenecen a los Comandos Autónomos Anticapitalistas, José Antonio Zurutuza y Juan Luis Zufuarregui, y los otros seis a ETA Militar: Juan Carlos Arriarán, José Ignacio Otaegui, José Angel Urtiaga, Ascensión María Arrate, Juan José Aristizábal y Julián Terta. Este último permaneció internado por varias semanas en la sección militar del hospital Santo Tomás, en la capital panameña, a causa de unas cavernas pulmonares de pronóstico grave. Los demás estuvieron durante un mes recluidos en el cuartel general de la Guardia Nacional, situado en Tinajitas.

A comienzos de julio, poco después de que el diario Egin se hiciera eco de sus quejas porque recibían una dieta cuartelera, compuesta casi exclusivamente de arroz, fueron trasladados a Playa Gorgona, una urbanización de tipo medio a orillas del Pacífico, 80 kilómetros al oeste de la capital.

En ese lugar ocupan un chalé cuyo alquiler diario viene a Costar, según aseguran varios vecinos, del orden de 1.000 dólares (unas 160.000 pesetas). No se especifica si esa suma incluye también la alimentación, pero es seguro que no cubre las llamadas telefónicas, que cuestan a unas 1.800 pesetas por cada tres minutos de conversación con cualquier punto de España. En esta casa ha sido instalado un teféfono, aunque al parecer no tiene línea todavía, ya que habitualmente suelen acudir al hotel Gorgona Hayes para pedir sus conferencias. Fuentes panameñas aseguran que estos gastos corren por cuenta del Gobierno español.

Ningún equipo policial ronda la casa, aunque el destacamento de la guardia existente en la vecina población de Chame conoce al dedillo sus andanzas. Si no fuera por la barba que gastan al menos dos, se diría que pueden pasar por turistas americanos. Con sus shorts y el pelo casi rapado al cero podrían incluso ser confundidos con los marines acantonados en las bases del canal.

Su presencia en Playa Gorgona fue acogida al principio con relativa indiferencia, aunque algunos vecinos han empezado a preocuparse durante los últimos días porque les han llegado rumores de que se trata de gente peligrosa, "capaz de fabricar una bomba con una simple caja de cerillas". Alguien llegó a decir que incluso le habían hablado de que son "unos violadores y asesinos".

Los etarras gozan de una libertad de movimientos prácticamente total, que les permite incluso viajar a la capital sin escoltas policíales. A cambio de esta movilidad tienen instrucciones muy específicas de la guardia de no efectuar ninguna declaración.

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