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Reportaje:La tasa de paro insoportable/ 1

384.500 empleos destruidos durante los 18 primeros meses de gobierno socialista

El 19 de julio pasado, una agencia de Prensa transmitió la noticia sobre los últimos datos de población activa, parados y ocupados del segundo trimestre de este año. La interpretación de tales datos, atribuida al Ministerio de Economía y Hacienda, indicaba, en línea con el optimismo oficial, que, con los nuevos 5.100 parados, "prácticamente se había estabilizado el paro desde el pasado mes de marzo". Sin embargo, a la vista de los datos completos, se observa ahora que en ese mismo período se han destruido 82.500 puestos de trabajo.

Ahora, a la vista de estos datos globales y desagregados, salidos del ordenador del Instituto Nacional de Estadística (INE) y aún no publicados, se comprende el retraso en su distribución al público, precisamente cuando el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social el presidente del Gobierno iniciaban los contactos con empresarios y sindicatos para negociar un pacto social basado en las expectativas de creación de empleo. La cifra de población ocupada, que es la que refleja la situación del empleo en España, era, a 30 de junio de 1984, de 10.481.800 personas, lo que supone una destrucción de 82.500. empleos con respecto a la población ocupada el 30 de marzo de 1984, que era de 10.564.300 personas.Descenso inaudito de la población activa

Estadísticarnente, es cierto que el número de parados creció sólo en 5. 100 personas, pero ello no significa, según los especialistas consultados, que se haya estabilizado la tendencia, ya que el exiguo aumento del paro se debe a que, sorprendentemente, la población activa (personas en edad de trabajar que, tienen o buscan empleo y que es, por tanto, la suma de la población ocupada, cifra no publicada, y la población parada) descendió en 77.400 personas. En periodos semejantes, la población activa descendió en 23.800 (junio sobre marzo de 1982) y en 4.400 (junio sobre marzo de 1983). En media anual, fa población activa creció en 134.900 en 1982 con respecto a 1981 y en 122.300 en 1983 con respecto a 1981. Por ello resulta demográficamente tan extraña la disminución en 77.400 en el número de personas que tienen o buscan trabajo.

Una caída tan brutal en un solo trimestre no la comprenden fácilmente los estadísticos y demógrafos consultados, quienes argumentan que los cambios en la población activa suelen ser muy lentos a lo largo del tiempo, pues son fruto principalmente de la natalidad existente hace dieciséis años, de los fallecimientos, que suelen ser regulares, y de las jubilaciones anticipadas.

Al descender bruscamente la cifra de personas que se incorporan al mercado de trabajo, mientras se mantiene el ritmo de destrucción de empleos, desciende, naturalmente, la cifra de paro estadístico, pero permanece o se acrecienta la gravedad del problema económico que se centra en la constante: caída del número de puestos de trabajo que es capaz de ofrecer la economía española.

Durante el primer año de Gobierno socialista, de diciembre de 1982 a diciembre de 1983, la población activa -13,2 millones de personas en edad de trabajar- creció en 109.000 personas. Este incremento es la suma de la población ocupada, que descendió por la destrucción de 89.800 empleo, y de la población parada, que creció en 198.800 nuevos desempleados.

En los primeros quince meses del mismo Gobierno, la población activa creció sólo en 25.600 personas, debido a la tremenda e inexplicable caída de 77.400 activos en el segundo trimestre de este año. El incremento de la población activa, en estos quince meses, es la suma de la población ocupada, que descendió por la destrucción de 384.500 empleos, y de la población parada, que aumentó en 410.100 desempleados.

Ante el agravamiento incontrolado de la situación del empleo -objetivo ofrecido como prioritario en la campaña electoral del PSOE-, los portavoces económicos del Gobierno socialista y el propio ministro de Economía y Hacienda, Miguel Boyer están tratando ahora de resta importancia a las previsiones económicas sobre esta materia, discriminándolas y desacreditándolas tanto oficial como oficiosamente.

El pasado 2 de agosto, el Gobierno entregó a empresarios y sindicatos la documentación sobre sus previsiones enconómicas para el Acuerdo Económico y Social 1985-1986, en las que preveía la creación de 700.000 puestos de trabajo piara el resto de la legislatura (EL PAIS, 3 de agosto de 1984). Inmediatamente después de atabada la reunión con las fuerzas sociales, Miguel Boyer declaró a los periodistas que "toda previsión en creación de empleo es pura especulación". El ministro de Trabajo, Joaquín Almunia, se sumó a la campaña de autodescrédito de sus propias previsiones económicas sobre creación de empleo afirmando, al día siguiente, que tales cálculos gubernamentales eran "un simple ejercicio aritmético". Al ministro Almunia se le recuerda precisamente como inventor, desde la oposición, de la tasa de paro insoportable (TPI), como réplica jocosa a un portavoz del Gobierno de Unión de Centro Democrático (UCD), que trataba entonces de escurrir el. bulto del paro tras la llamada tasa de paro no aceleradora de inflación (TPNAI). Hoy, sin embargo, el ministro socialista parece escudarse tras la ya bautizada TPA (tasa de paro aritmético).

Tres previsiones a favor y una en contra

Varios profesores de economía consultados han coincidido en señalar que cualquier político o economista puede decidir no utilizar o estar en contra de las previsiones económicas, pero de todas o de ninguna. Lo que no les parece lícito, desde el punto de vista científico ni político, es que se apoyen triunfalmente en las previsiones que le son favorables (inflación, exportaciones, crecimiento), mientras niegan validez a aquellas que le perjudican, como es el caso de la creación de empleo para amortiguar el crecimiento del paro.

De esta forma, los asépticos tecnócratas que gobiernan hoy la economía española cuentan los resultados de su política monetarista (tres previsiones van bien y una va mal) como si estuvieran en un partido de fútbol, es decir, tres a uno.

Los tres goles a favor podrían ser la inflación, fácil de dominar a fuerza de cerrar el grifo de dinero del Banco de España y rebajar los salarios reales; las exportaciones, que crecen bastante bien amparadas por la caída de la peseta/dolar y por la caída de la demanda interior, y el crecimiento económico, impulsado cada vez por menos empleados más productivos.

Por otro lado, el uno en contra equivale a 2.644.900 parados de carne y hueso, lo que ya supone el 20,1% de la población activa. El uno equivale también a que uno y pico de cada cinco españoles en edad de trabajar no tiene empleo. El uno en contra -crear empleo- era, además, el objetivo prioritario del programa electoral con el que el PSOE ganó las elecciones generales en el último trimeste de 1982.

A los 18 meses de aquella victoria electoral, en España hay 410. 100 parados más que cuando los socialistas ocuparon el Gobierno con la promesa de crear empleo y mantener el poder adquisitivo de los salarios.

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