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Los espías clásicos no han desaparecido, según el libro de dos ex agentes del MI-5

Los tiempos de los espías a lo James Bond están muy lejos de haber acabado, aunque exista una tecnología electrónica muy avanzada, según se desprende de la lectura del Diccionario del espionaje, recién publicado en el Reino Unido por dos antiguos espías británicos Christopher Dobson y Ronald Payne, que pertenecieron al MI-5, columna vertebral del sistema espionaje británico.Sobre la posible sustitución de los espías de carne y hueso por la utilización de técnicas avanzadas, Dobson y Payne recuerdan que ningún satélite pudo detectar las intenciones argentinas en la guerra de las Malvinas, aunque señalan que lo que más ha cambiado ha sido el estilo de los nuevos agentes de inteligencia.

Ahora la carrera de espía es una verdadera profesión, en la que hombres y mujeres forman parte de una estructura en la que no existen muchas diferencias entre los miembros. "Ahora", se dice en el libro, "los agentes soviéticos aparecen elegantemente vestidos y son tan inteligentes y persuasivos como los occidentales".

El libro descubre también que dentro de la actividad del espía los chantajes sexuales, trampas de miel en su argot, son un método habitual, como sucedía en tiempos de la mítica Mata Hari.

Uno de los temas tratados en el Diccionario es el de las presuntas implicaciones de sir Roger Hollis -que fue director del MI-5 de 1956 a 1965- con la red de espionaje de Moscú. Para Dobson y Payne, Hollis estuvo muy relacionado con conocidos comunistas cuando era estudiante, y más tarde, trabajó en ghanghai y en Oxford con un conocido agente comunista. Según el libro, los propios miembros del equipo de Hollis criticaban el poco Vigor de sus investigaciones cuando se trataba de descubrir a un topo.

Irritación de Thatcher

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La primera ministra, Margaret Tliatcher, se encuentra muy irritada, según varios dominicales británicos, de ver como los asuntos internos de los servicios secretos aparecen cada vez más frecuentemente a la luz pública. Thatcher ha llegado a intervenir personalmente para evitar que se conceda inmunidad a quienes Violen la ley de secretos de estado. Esta actitud podría aplicarse, específicamente, a Peter Wright, antiguo responsable del MI-5, que ha elaborado un amplio informe sobre la penetración soviética en los servicios de información británicos tras la Segunda Guerra Mundial. Concretamente, asegura que Hollis, ya fallecido, fue agente de Moscú.

El Diccionario recoge también los casos que en la actualidad están ocupando primeras páginas en los grandes diarios del Reino Unido, como el de los diplomáticos británicos Guy Burgess y Donald MacLean, pasados en 1950 a los servicios secretos soviéticos, o el del maestro de espías Harold Kim Philby, en tos años sesenta.

No sólo aparecen los ejemplos de los espías soviéticos infiltrados en el MI-5, sino también los éxitos occidentales, como el del topo Oleg Penkovsky, coronel del Ejército soviético que prestó una vital ayuda a Estados Unidos durante la crisis de los misiles de 1962, y que fue descubierto y ejecutado.

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