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Elecciones en Israel

Elevada participación global en los comicios israelíes pese al alto índice de abstención de la población árabe

ENVIADO ESPECIALCerca de dos millones y medio de israelíes votaron ayer en las elecciones legislatIvas de las que habrá de surgir el nuevo Parlamento unicameral (Kneset) de 120 miembros, en una jornada festiva que los ciudadanos de a pie aprovecharon para bañarse en las playas antes o después de depositar su papeleta en las urnas de los 4.859 colegios electorales. El caluroso tiempo veraniego no provocó, sin embargo, ninguna disminución sensible en el índice de participación de la población judía, que fue muy alto, pero a última hora de la tarde, el número de árabes con derecho a voto que se había desplazado hasta los colegios electorales parecía inferior al de años anteriores, a pesar de la aparición de la lista mixta de candidatos judío-palestinos susceptible de atraer sus sufragios, según informó la radio nacional.

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Como era de prever, la participación fue mínima entre los pocos palestinos de Jerusalén Este, los drusos del Golán sirio, territorios. ambos anexionados por el actual Gobierno del Likud, que ofreció a sus habitantes la nacionalidad israelí, a la que sólo aspiraron unos pocos que ni siquiera se tomaron la molestia de votar.

Hasta el último momento las dos grandes coaliciones enfrentadas no escatimaron medios para tratar de conquistar unos sufragios decisivos en estos comicios tan reñidos, y numerosos israelíes se encontraron, al salir por la mañana de sus domicilios, con pegatinas y cartelitos en los que se les deseaban los buenos días y se les vaticinaban "otros cuatro buenos años con el Likud" o se les invitaba a "abrir su puerta hacia cuatro años felices de poder laborista".

Propaganda de última hora

Aunque oficialmente la campaña electoral finalizó el domingo a las siete de la tarde -seis de la tarde hora peninsular española-, durante toda la noche nu merosos vehículos de las princi pales formaciones políticas recorrieron las calles difundiendo con megáfonos los eslóganes inu sicales pegadizos que todos los israelíes canturrean: "El pueblo quiere Likud" o "Los laboristas son la única esperanza".

El número de israelíes que salió ayer del país por el aeropuerto fue, sin embargo, inferior a lo habitual en esta temporada, según informaron las autoridades de la Aviación Civil, que achacaron esta disminución no sólo al deseo de los ciudadanos de votar sino al de enterarse ayer por la noche de los resultados.

Tanto Peres como Shamir fueron madrugadores a la hora de ir a votar, pero, lejos de retirarse después a sus casas para descansar al término de una agotadora campaña electoral, ambos citaron a sus seguidores encargados de facilitar el transporte de todos los ciudadanos suceptibles de enútir sufragios que engruesen el número de sus diputados en la Kneset.

Con menos tradición militante que la izquierda socialdemócrata, la derecha nacionalista sólo logró reunir a unos 50.000 voluntarios que disponían a su vez de unos 15.000 vehículos para ir a la caza de votos.

La ausencia de Beguin

Tal y como anunció la Prensa hebrea, el gran ausente de la jornada electoral fue nuevamente el ex primer ministro y jefe histórico de la derecha nacionalista, Menájem Beguin, que no acudió a votar al colegio electoral de Tel Aviv donde está inscrito. La emisora de radio del Ejército israelí confirmó a media tarde que se abstendría por "razones personales".

En plena depresión desde que presentó su dimisión hace 10 meses, Beguin no quiso, probablemente, ser visto en público más demacrado y envejecido aun que cuando pudo ser fotografiado por última vez al mudarse, el otoño- pasado, de su residencia oficial a su actual domicilio.

Algunos de sus ex compañeros de partido expresaron ayer, por primera vez, en privado, su disgusto por la negativa del vetera no líder a hacer una simple declaración para pedir el voto para el Likud. Las frecuentes alusiones de Shamir a una probable intervención pública de Beguin han resultado, de hecho, contraproducentes al no hacer éste su ansiado llamamiento.

En un país, como Israel, en plena crisis económica, la organización de estas elecciones generáles anticipadas le ha costado al contribuyente israelí 417 millones de dólares (66.700 millones de pesetas), es decir unos 100 dólares por habitante (16.000 pesetas) o 157 dólares (25.000 pesetas) por ciudadano con derecho a voto.

Si sólo se toman en cuenta los gastos meramente electorales -ayuda a los partidos, impresión de papeletas, etcétera- la organización de los comicios cuesta tan sólo algo más de 15 millones de dólares (2.420 millones de pesetas), equivalentes a la razonable cantidad de 50 céntimos de peseta por habitante.

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