La baja de los tipos de interés
LAS ENTIDADES financieras más importantes del país -los siete grandes bancos, algunos medianos y las principales cajas de ahorro- acaban de reducir los tipos de interés de sus créditos preferenciales, siguiendo una tendencia a la baja que se inició hace diez días. La secuencia en el tiempo de esta tendencia ha sido la siguiente: el ministro de Economía y Hacienda y el subgobernador del Banco de España expusieron recientemente su convicción de que se daban ya en España las condiciones objetivas para que se iniciase una reducción significativa de los tipos de interés que practican los bancos y cajas de ahorro para sus operaciones de activo. La reacción a estas manifestaciones no se hizo esperar. El presidente del Banco de Bilbao propuso la negociación de un pacto entre el Estado y las instituciones financieras que tuviese como conclusión una reducción del precio del dinero, algo que se ha convertido -por encima de las reivindicaciones sobre la flexibilidad del mercado de trabajo en la principal demanda de la mayor parte de las empresas españolas, asfixiadas por el enorme esfuerzo cotidiano de sobrevivir en sus relaciones con las entidades bancarias. El presidente de la Asociación Española de Banca Privada acusó recibo de la demanda y reconoció que en los últimos tiempos se había abonado el terreno psicológico para llegar a este pacto. Poco después, algunos de los más importantes bancos y cajas de ahorro se descolgaban, en decisiones unilaterales y poco programadas colectivamente con el gesto de reducir sus tipos preferenciales, aumentando la sensación de dinamismo en este sentido. Diez días más tarde se producía la avalancha y ninguna de las entidades más representativas se despegaba de una medida, cuyos efectos son mucho más propagandísticos que reales; los créditos preferenciales son aquellos que se conceden a los mejores clientes de cada entidad que, evidentemente, son los menos. Por otra parte, el juego de comisiones de cada préstamo limita la transparencia suficiente para conocer si, efectivamente, el precio del dinero está bajando para la mayor parte de los demandantes. Sin olvidar, por último, que los demandantes de créditos son, en estos momentos, escasos, y que el verdadero calvario de las empresas está en las operaciones de descuento comercial.La posición de la banca respecto a los tipos de interés ha sido casi siempre la de echar balones fuera y hablar de ellos como de un elemento determinado, en una buena parte, de modo exógeno por la Administración. Ahora el sector financiero fija como imprescindible para una rebaja sustantiva y no meramente testimonial- del precio del dinero la reducción de las retribuciones del pasivo (depósitos captados en sus diversas modalidades), como paso previo a la disminución del coste de los créditos (activos). Pero además se considera necesario que bajen los tipos de interés en que se adjudican los pagarés del Tesoro. En los seis primeros meses del año han bajado dos puntos, lo que puede también testimoniar el interés de las autoridades monetarias por conseguir esa tendencia a la baja en España de los intereses.
Las condiciones objetivas para impulsar la reducción del precio del dinero, parecen dadas; aislando teóricamente la evolución al alza de los tipos de interés en países como Estados Unidos o el Reino Unido, hay elementos positivos que sin duda influirán en las decisiones. La inflación, elevando los resultados de los cinco primeros meses a tasa anual, se sitúa en el 8,5%; la balanza de pagos está obteniendo unos saldos positivos que originan un nivel récord de entrada de divisas; la balanza por cuenta corriente está en superávit por primera vez- en mucho tiempo. Los objetivos monetarios fijados por el Gobierno para 1984 se están alcanzando incluso con exceso, ya que el crecimiento de las disponibilidades líquidas en los primeros seis meses se sitúa en la banda baja de la senda establecida.
Las relaciones económicas con el exterior se mantienen a unos niveles muy satisfactorios. Las exportaciones continúan con un pulso fuerte, aunque sea previsible un descenso en el ritmo de crecimiento al compararse con los mismos períodos de 1983. Las importaciones siguen creciendo a ritmos lentos, a pesar de que se está produciendo un cierto almacenamiento de compra de petróleo ante la situación en el golfo Pérsico. El turismo aportará una cifra importante de divisas.
Los últimos datos de que sé dispone muestran que gracias al tirón de las exportaciones y del sector agrario se han obtenido unos crecimientos superiores al 3% en él primer semestre. El menor ritmo exportador que se espera para la segunda parte del año quiere ser contrarrestado con un incremento de la inversión interna. Buena parte de las empresas españolas están saneando su situación financiera gracias a la autogeneración de fondos. Los costes financieros medios parece que están reduciéndose y se considera que es el paso previo para que se reanime la inversión. Una reducción de los tipos de interés como la que se está iniciando puede ayudar a inclinar la balanza para que, aunque sea de forma tímida, le produzca un relanzamiento de la inversión, que forma parte ya de las esperanzas nunca cumplidas.
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