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El Gobierno socialista potencia la frabricación de armas

Fabricar misiles mejor que cartuchos

La modernización de los ejércitos y la entrada en la OTAN fuerza a España a potenciar su industria militar

Carlos Yárnoz

Durante los años en los que el PSOE permaneció en la oposición fue seguramente el partido que convocó un mayor número de manifestaciones y actos públicos de protesta contra la carrera armamentista y en general contra los enormes gastos mundiales en armamento. Sin embargo, desde que en octubre de 1982 el partido ganó las elecciones legislativas, el Gobierno socialista ha firmado los contratos de armamento más importantes en la historia de España (300.000 millones del FACA, 35.000 millones de los aviones Harrier, 29.000 millones de misiles antiaéreos Roland y otros) y ya anuncia proyectos todavía más costosos, como la participación de España en el futuro Avión de Combate Europeo (ACE), que puede costar unos 460.000 millones de pesetas.Paralelamente, el Gobierno socialista ha decidido potenciar la industria española de armamento, que a pesar de ocupar el puesto duodécimo en el mundo, desde los años de la guerra civil perdió la posibilidad de incorporarse al tren tecnológico que impusieron las empresas punteras del sector. El fortalecimiento de la industria armamentística es un objetivo previsto incluso en el borrador de la Directiva Nacional de Defensa del Gobierno, que concreta las líneas generales de la política de Defensa. El objetivo, según Defensa, es doble: lograr la modernización material de las Fuerzas Armadas y conseguir un elevado índice de autoabastecimiento. Paralelamente, la OTAN exige a todos sus miembros mayores esfuerzos materiales en la defensa de Occidente.

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En la actualidad, según reconoce el propio ministro de Defensa, los principales proyectos armamentísticos -de compra, venta o participación con otros países- se fraguan en el seno del Eurogrupo o foro dé trabajo en el que están representados los países europeos de la OTAN, cuya principal misión desde hace varios meses consiste en disminuir las excesivas compras de material bélico estadounidense. Sólo a lo largo de 1983 España suscribió contratos por valor superior al medio billón de pesetas con EE UU, mientras este país nunca ha firmado un acuerdo de importancia para adquirir armas españolas.

El rechazo por parte de EE UU del Aviocar español el pasado abril (adquirió el Sherpa británico) ha fortalecido aún más la posición oficial de España, que como miembro de la Alianza acepta incrementar y modernizar su armamento, pero no mediante compras prácticamente en exclusiva de material norteamericano. Las tesis básicas españolas son: nacionalizar, incluso al 90% en el año 2000, los suministros a las Fuerzas Armadas; en caso de tener que acudir al mercado extranjero, rechazar las compras directas y negociar fórmulas de coproducción, y establecer beneficios económicos a la exportación de armas para disminuir el déficit de la balanza comercial en este capítulo (se pretende exportar el 60% de la producción).

La primera gran operación europea en la que España intenta llevar a la práctica la nueva política en el terreno armamentístico se ha producido en estas últimas semanas. El Consejo de Ministros dio luz verde a la participación de España (con un 10% del proyecto) en el programa del avión europeo ACE, un cazabombardero que será fabricado junto con Francia, Reino Unidos, Italia y la República Federal de Alemania. España, precisamente para un programa que sin duda perjudicará a EE UU, ha ofrecido aplicar la experiencia en trabajos de alta tecnología que tendrá en los próximos años con motivo de la aplicación del programa de compensaciones del FACA, previsto por la venta a España de 72 aviones estadounidenses F-18A Hornet.

Desde el punto de vista político, el Ministerio de Defensa quiso resaltar tanto la participación de España en el ACE (adquirirá 100 aviones valorados en unos 460.000 millones de pesetas) que su titular, Narcís Serra, propuso y logró que el pasado día 9 se reunieran en Madrid los cinco ministros de Defensa de los países participantes en la construcción del ACE. Defensa perseguía que fuera precisamente Madrid el lugar donde se decidiera el nacimiento del ACE, pero los ministros prefirieron aplazar la decisión sobre la viabilidad del proyecto hasta marzo del año próximo en Roma.

España ha firmado en el último año acuerdos de colaboración militar con Francia, República Federal de Alemania e Italia, y pronto lo hará también con Grecia y Portugal. Tras la compra de 500 misiles antiaéreos Roland (29.000 millones), España cofabricará este sistema con Francia y Alemania. En colaboración con uno de estos dos países se fabricará el carro español de combate Lince, para el que existe un presupuesto de 120.000 millones de pesetas. Con Francia se fabricará un submarino prenuclear. Con Italia se estudia la cofabricación de misiles antiaéreos de uso naval, y con Grecia la coproducción de sistemas de contramedidas electrónicas. Con varios países europeos se estudia la cofabricación de una fragata para los años noventa y de un misil anticarro de tercera generación.

Tanto para estos programas como para otros ya iniciados, las industrias españolas de armamento deben modernizar sus estructuras, y para ello el Ministerio de Industria gastará 45.000 millones en los próximos seis años. El pasado año ya se invirtieron 14.000 millones, un 146% más que en 1982.

Especialización

Para los ministerios de Defensa e Industria, uno de los principales problemas de la industria nacional de defensa consiste en que su especialización se circunscribe a productos de gran calidad con escaso margen de beneficio (pólvoras, fusiles, pistolas, bombas, lanzagranadas y morteros, vehículos y buques medios y otros). Ambos ministerios pretenden que la industria española logre pronto fabricar productos propios de elevada tecnología, como misiles o carros. En seis años, según Serra, España puede tener ya su propio misil antiaéreo.

Para Serra existen tres tipos de países en el terreno armamentístico: las superpotencias, que no compran prácticamente nada en el exterior; los países industrializados, que sólo adquieren entre el 10% y el 30% de sus suministros; y los países del Tercer Mundo, que adquieren prácticamente el 100% de su armamento en el exterior. Defensa pretende que España esté de lleno en el segundo grupo. Para ello persigue que gran parte de las inversiones materiales de los tres Ejércitos (la ley de Dotaciones prevé el gasto de 2,3 billones de pesetas para modernización entre 1982 y 1990) se invierta en industrias nacionales. Entre 1984 y 1990, por ejemplo, las Fuerzas Armadas prevén invertir 700.000 millones en productos electrónicos. La cifra de los actuales 50 programas de fabricación de armamento español se elevarán a 150. Cada uno contará con un gerente especializado (Alfonso Mexía ya dirige el de misiles y José Antonio Rodríguez el de carros de combate).

En la actualidad, la industria armamentística española pierde dinero, a pesar de las elevadas exportaciones. En 1983 las siete principales industrias perdieron 14.000 millones de pesetas, y de ellas sólo Construcciones Aeronáuticas, SA registró unas ganancias de 469 millones de pesetas.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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