Escritores gallegos, con y sin comillas
EL PAÍS del 1 de julio ocupa su página de opinión con un espléndido trabajo de Francisco Ayala, Lengua, literatura y política, donde se analiza el tema enunciado a la luz de la actualidad española. Al parecer, este artículo está inspirado en el reciente encuentro de confraternidad literaria Galeusca, donde escritores de Galiza, Euskadi y Catalunya se reunieron a estudiar sus problemas comunes, y que culminó con el Manifiesto de Poblet, reclamando de los poderes públicos el debido respeto para unas lenguas no sólo reprimidas, sino en muchos casos todavía descaradamente perseguidas.En la literatura gallega figuran, actualmente excelentes escritores venidos de fuera (el vallisoletano Gil Hernández, el madrileño Ignacio Taibo, el palentino César Ayuso, el gaditano J. A. Gaciño...), personas que, a pesar de haber llegado a esta tierra cuando ya eran adultos, hombres hechos y derechos, se interesaron por nuestra cultura con auténtico amor, asumieron nuestra lengua con verdadero entusiasmo, y tanto perseveraron que han logrado por méritos propios aportar sus obras a las letras gallegas. Aun cuando escriban asimismo en castellano, como alguno sigue haciendo, éstos son por derecho escritores gallegos. No lo son, por el contrario, los escritores que nacidos en esta tierra se han dedicado exclusivamente al castellano, despreciando ostensiblemente la lengua del pueblo.
Otra cosa es que se hayan lucrado entrando a saco en una cultura de la que debieran ser hijos y son en cambio tratantes, mercaderes aprovechados de las peculiaridades del país. En su última obra, Mazurca para dos muertos, Cela explota el sucio recurso de un costumbrismo exótico-escandalizante, tan falso como denigrante para sus paisanos, que ha sido festejado sin falta por el señoritismo de casino. Y con su nueva extravagancia de intercalar en el texto palabras gallegas se llega al colmo del aprovechamiento desaprensivo de las peculiaridades indígenas, con perdón, precisamente donde el papanatismo se ha empeñado en ver una genial prueba de amor a nuestro idioma.
Que no confunda, por tanto, Francisco Ayala a los escritores que por acaso han nacido en Galicia con los escritores gallegos entre quienes, sin duda por descuido, pretende incluirlos.-
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