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La larga marcha de la mujer en la política norteamericana

Si, como se presume, Geraldine A. Ferraro es confirmada candidata demócrata a la vicepresidencia de EE UU, habrá pasado a engrosar la tan distinguida como heterogénea comunidad de pioneras en las actividades políticas de la mujer.El mejor camino para que una mujer avance en la carrera política ha sido la viudedad. Judith Stiehm, profesora de ciencia política en la Universidad de California del Sur, afirma que históricamente el 80% de las mujeres que han desempeñado cargos públicos han sucedido a sus esposos al morir éstos. Incluso en la actualidad, dice la profesora Stiehm, de todas las mujeres que han servido en el Congreso, entre un tercio y la mitad siguieron los pasos de sus maridos.

El caso de Hattie Caraway, la primera mujer senadora, es característico. Al enviudar en 1931 sucedió a su marido, senador demócrata por Arkansas, para completar el mandato de éste. Sólo después fue elegida para un período entero Posteriormente, Hattie Caraway siguió haciendo historia. al ser la primera mujer que presidió el Senado.

Margaret Chase Smith, la senadora por Maine, sirvió cuatro mandatos completos en el Senado, aunque primero fue elegida para que concluyera el mandato de su marido en la Cámara de Representantes. Chase Smith estuvo cinco períodos en la Cámara antes de ser elegida al Senado en 1948.

La primera congresista

Una excepción a la regla de la sucesión por viudedad es la de la primera mujer miembro de la Cámara, Jeannette Rankin, que fue elegida como representante republicana por Montana en 1917, tres años antes de que las mujeres tuvieran derecho de voto. Fue el único miembro del Congreso que votó contra la declaración de guerra al Japón.Aunque Ferraro es la primera mujer que va a ser, con toda probabilidad, candidata de uno de los dos grandes partidos a la vicepresidencia, no será la primera que haya optado a una de las dos primeras magistraturas del país. En 1872, el Partido de la Igualdad de Derechos designó a mujeres en su candidatura a la presidencia y vicepresidencia, con un programa electoral que defendía el amor libre, la falda corta, el vegetarianismo y la unificación mundial bajo un solo gobierno. El partido sacó unos millares de votos, y la candidata presidencial, Victoria Woodhull, pasó el día electoral en una cárcel de Nueva York.

La primera mujer miembro del Gobierno fue Frances Perkins, secretaria de Trabajo con Franklin Roosevelt, en los años treinta, pero desde entonces hubo de transcurrir casi una década para que una segunda mujer ocupara un cargo en el Gabinete.

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En total, ocho mujeres han alcanzado ese rango ministerial, sobre todo en departamentos como Educación y Sanidad. Nunca ha habido ministras de Justicia o secretarias de Estado o Defensa. La primera y única mujer miembro del Tribunal Supremo es Sandra Day O'Connor, nombrada en 1981, y que sigue en el cargo.

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