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Felipe González interrumpe hoy sus vacaciones para hablar con Habib Burguiba

El presidente del Gobierno español, Felipe González, hará hoy un paréntesis de pocas horas en sus prevacaciones de cinco días en Túnez para recibir a los periodistas y entrevistarse con el presidente de ese país, Habib Burguiba.Ayer, Felipe González, su esposa, Carmen Romero, y sus tres hijos, Pablo, David y María, pasaron casi todo el día fuera de la casa de Hamamet (Túnez) que les ha prestado el jefe del Gobierno italiano, Bettino Craxi. Por la mañana temprano, Carmen Romero y sus hijos salieron hacia Gamarth, en las cercanías de Túnez, donde, según fuentes tunecinas, estaban invitados por el embajador de España. Felipe González, cerca ya del mediodía (una de la tarde, hora peninsular), salió con una pequeña escolta para encontrarse con su familia.

El portón que da paso al jardín de la casa de Craxi, al que se llega desde el disperso centro de Hamamet tras recorrer una polvorienta pista de aproximadamente un kilómetro escoltada por chumberas, estaba ayer vigilada sólo por cuatro policías uniformados tunecinos. El paisaje es bastante similar al que el presidente del Gobierno español podría encontrar cerca de su tierra, Sevilla, aunque aquí Felipe González ha intentado hallar una soledad y una seguridad amparadas en la lejanía que difícilmente podía esperar en Andalucía. La Prensa tunecina dedicaba ayer sólo unas 10 líneas a las vacaciones de González en su país, recogidas de la agencia oficial TAP, en las que se señalaba únicamente la hora de su llegada el jueves a Túnez y se añadía que iba a vivir en la casa de Craxi.

La estancia de Felipe González en Hamamet no ha alterado en absoluto la vida cotidiana de este pueblo. Los pocos habitantes que se interesan por la noticia preguntan con simple curiosidad mediterránea. La vigilancia policial no parece haber aumentado, y los turistas europeos siguen aprovechando el sol, mientras los homosexuales venidos de la otra orilla del Mediterráneo bajan cada noche al fortín, núcleo de Hamamet, para encontrarse, con una flor sobre la oreja, imitando en caricatura la costumbre de los hombres de esta parte del país.

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